En la provincia de Holguín se encuentra la ciudad de Gibara, sede permanente del Festival Internacional de Cine Pobre “Humberto Solás”. Él fue su creador y fundador presidente.
En sus inicios fue nombrado Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara. Es un festival que entrelaza diversas manifestaciones artísticas.
En el 2009, tras la desaparición física de Solás adoptó el nombre de este. Se cambió el nombre del festival, además, con la intención de ampliar el espectro de las obras admitidas a concurso.
En la primera edición se efectuó un desfile por la calle Independencia, participando los artistas invitados, acompañados por más de seis mil personas de la llamada Villa Blanca de Oriente. Este desfile se ha mantenido durante todas las ediciones del Festival, creciendo siempre la participación popular.
Humberto Solás, durante la inauguración del Primer Festival dejó muy claras las pautas y características del mismo; sus palabras expresaron, de manera general lo siguiente:
«Cine pobre no significa la carencia de ideas o de calidad artística, el término se refiere a un cine de economía restringida, realizado por países de menor desarrollo. También puede realizarse dentro de programas de producción de cine independiente o alternativo».
También fueron aclarados otros puntos por el cineasta cubano:
- La globalización acentúa la diferencia entre los cines pobre y rico. Implantándose un modelo único de pensamiento y sacrificando la legitimidad y diversidad de las identidades culturales y nacionales.
- Actualmente la revolución tecnológica en el cine se consolida de manera progresiva, resistiéndose a procesos como este; impidiendo los progresos de la cinematografía económica.
- Repercutiendo además en la inexorable vinculación del cine con la industria.
- Estimular la reducción de los costos de producción significará la inserción de grupos sociales y comunidades en la cinematografía. Grupos y comunidades que nunca tuvieron acceso a la producción de películas. Incentivando además a incipientes cinematografías nacionales.
- Todo esto será baluarte, de una vez, para que el séptimo arte no sea patrimonio de un país ni de una sola concepción mundial.
- Para esto será necesario derribar el muro creado por las transnacionales en la distribución cinematográfica.
- Permitiéndonos luchar contra el espectáculo de violencia en el cine que influye tan negativamente en las audiencias, principalmente en las más jóvenes.
- Es necesario la implantación de acciones legales por los gobiernos para apoyar la producción y distribución de sus obras autóctonas.
- Solo así el cine logrará salir de la barbarie que lo invade en la actualidad.