Por Carlos Fazio/Correo del Orinoco
Desde 1962, la OEA era una farsa jurídica piadosamente aceptada por algunos países y tolerada forzosamente por otros. A diferencia del presente −cuando el presidente Enrique Peña Nieto y su canciller Luis Videgaray se han convertido en la punta de lanza de la administración Trump en la OEA para agredir a Venezuela−, México, representado dignamente por Manuel Tello, fue el único país que no se sometió a los dictados de Washington y siguió manteniendo relaciones diplomáticas con Cuba revolucionaria.
En la actualidad, la diplomacia de guerra de Washington al servicio de las corporaciones petroleras, ha logrado articular a Almagro con Peña Nieto y Videgaray, quienes han puesto a México como centro de operaciones de la contrarrevolución en Cuba y Venezuela.
En la coyuntura, la misión encomendada a Videgaray ha sido desplazar la mesa de diálogo entre el Gobierno de Maduro y la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), auspiciada por la Unasur y El Vaticano, bajo la observancia de los expresidentes de Estado y de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, y poner en escena lo que Estados Unidos denominó como “grupo de amigos” de Venezuela, como vía para abrir una etapa de tutelaje bajo los parámetros de la OEA, conducente a legitimar una resolución violenta y no constitucional del conflicto interno venezolano, ya sea a través de la guerra financiera o una invasión militar directa bajo disfraz “humanitario”.
Dicha articulación incluyó la visita de Almagro a México, el 30 de marzo, donde participó como moderador en el panel sobre el “Rol de los jóvenes en la democracia de América Latina”, convocado por el Tecnológico de Monterrey y la fundación checa Forum 2000, que recibe financiamiento de la Fundación Nacional para la Democracia (NED pos sus siglas en inglés), vieja tapadera de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Como señalaron Lorenzo Meyer, John Saxe-Fernández, Héctor Díaz Polanco y un grupo de intelectuales mexicanos, ni siquiera el presidente Gustavo Díaz Ordaz, responsable de la matanza de Tlatelolco en 1968, se sometió a los dictados de Washington, y hoy, Peña Nieto y Videgaray, en lugar de buscar enfrentar la construcción del muro de la ignominia, de manera “servil” ante Donald Trump, “enemigo declarado” de México, encabezan en la OEA al grupo de países con gobiernos sumisos ante el golpeteo estadunidense contra Venezuela.
Como dijo la canciller venezolana Delcy Rodríguez recuperando una frase de Julio Cortázar, “estamos en la hora de los chacales y las hienas”. Los chacales van por el petróleo venezolano y las hienas por lo que sobre del festín.
Aunque los afanes de Videgaray encubren otras razones: busca servir a los pesos pesados del jefe de la Casa Blanca, los secretarios de Comercio y de Estado Wilbur Ross y Rex Tillerson, y el consejero comercial del presidente Trump, Peter Navarro, de cara a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Y de paso, con el apoyo del yerno del jefe de la Oficina Oval, Jared Kushner, Videgaray, quien llegó a la Cancillería con el visto bueno de Trump, quiere ser palomeado ahora como candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a los comicios presidenciales de 2018 en México.
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