En otras épocas, las imágenes de sexo o genitales no eran un tabú, sino que se exponían con naturalidad, como aún se hace en algunos lugares del mundo. Mesopotamia no era diferente, pero es que además las tablillas en las que aparecían poseían un poder mágico adicional (y no una guía para salvar a mujeres de caer al Tigris).
Para las civilizaciones mesopotámicas, lo liminal tenía un poder mágico, entendiéndose como liminal los límites entre una zona y otra, entre lo que se ve y lo que no. Estos no se limitaban a las habituales puertas, ventanas o intersecciones, sino que incluían a los santuarios, las tabernas, las tablillas, las camas y al cuerpo excitado sexualmente, entre otros. Por lo tanto, se intentaban usar estos portales de forma que se pudiera maximizar el beneficio. Colocar tablillas bajo el umbral era una práctica frecuente, normalmente con imágenes de temibles espíritus guardianes que evitaban la entrada de demonios no deseados.
Aunque lo habitual era usar al demonio Humbaba o seres quiméricos, con o sin un portal a su lado, otras tablillas usadas por plebeyos mostraban figuras eróticas en aspectos cotidianos de este grupo de la población. Como en las canciones de amor, se usaba a la diosa Inanna como modelo. A diferencia de en la élite, donde Inanna tenía un rol singular, ya sea como reina del cielo o diosa guerrera, en este ámbito representaba las posiciones disponibles para las plebeyas.
Cópula en la taberna
Inanna/Ishtar era la guardiana personal de las tabernas, regentadas habitualmente por mujeres que se levantaban al alba como la estrella de la diosa. En las escenas en la taberna, aparece Inanna como una mujer soltera aparentemente en busca de sexo, en posición de coito a tergo (en cuatro) y bebiendo simultáneamente cerveza con una larga pajita. Esta composición ya estaba presente en Nippur en la tercera dinastía de Ur (c. 2112-2004 a.C.), sin apenas cambios desde entonces.
Estas tablillas, como hacen los encantamientos con los que comparten temática, comparan la ebriedad y la excitación. Muestran como, con sus insinuaciones y orificios empapados en saliva y orina, la diosa somete como lo hace la bebida. La mención de la vagina y la boca no es casual, pues implica que hace cumplir su voluntad a través ambos orificios. Los fluidos corporales también se equiparaban a la cerveza y se decían que eran dulces, según se suele traducir, como la miel (por entonces, la cerveza se endulzaba con dátiles). En el caso del ano, probarlo se asimila con una cerveza de menor calidad. Por tanto, por pura adición, las imágenes que mostraban a la mujer usando sus orificios y agarrando firmemente la pajita y el pene se consideraban especialmente poderosas. Aunque la pajita era un símbolo fálico, algunos hombres se mostraban bebiendo al mismo tiempo. En el relieve de Khafajah, el hombre marca la diferencia bebiendo de un vaso, cuyos bordes se interpretan como labios, incluidos los vaginales.
En general, la cerveza y la cebada eran metáforas de las vaginas. La relación tenía una base lógica. El agua y el semen compartían el mismo término. Por lo tanto, el agua y la cebada producían cerveza del mismo modo que el semen podía engendrar un hijo con el cuerpo de una mujer.
En cuanto al hombre, aunque se muestran con un papel secundario y normalmente anónimo, también tienen su simbolismo. Por una parte, su barba no solo es símbolo de virilidad, sino que se compara con los genitales femeninos. Para reflejar su lustrosidad, podía ser de lapislázuli. Por otra, su posición erecta era otro símbolo de su virilidad.
Estas placas, como los himnos, comidas especiales o el incienso, se usaban para complacer a la diosa y obtener su protección.
La cama
La naturaleza liminal de la cama era múltiple. Tanto en los sueños como en la enfermedad y la muerte se oscilaba entre distintos mundos. Además era el punto de iniciación sexual y al matrimonio. En el ámbito negativo, era un lugar donde se era vulnerable a las posesiones, a la brujería y a los malos augurios, pero también donde se realizaban exorcismos y otros ritos.
A diferencia de la escena anterior, en las representaciones en la cama aparece como prometida de Dumuzi y no con un hombre anónimo. Tampoco son tan similares, pues tienen tantas variaciones como los propios poemas de Inanna y Dumuzi. Además, como las posiciones podían partir de un contexto conocido y no de una iconografía fija de un mito o del folclore, los artistas tenían más libertad. Por lo general, se mostraba a la pareja en la cama, mirándose próxima y mutuamente. En este caso, ni siquiera tienen que mostrarse copulando, aunque, en la literatura, "yacer uno junto a otro" implica sexo, por lo que puede ser una representación no explícita. A diferencia de la taberna, aquí toman la posición del misionero vista desde un lateral, aunque existen imágenes cenitales.
Este acto que aparece también en poemas presenta a Inanna en la puerta de lapislázuli, símbolo de la vagina, con Dumuzi fuera, abriéndola con fuerza ante la insistencia de ella. La propia cama también es otro símbolo de la vagina, de la que emerge Inanna o un símbolo triangular con un corte que simboliza la vulva y significa "mujer". En los poemas, la cama también puede presentar hierba de lapislázuli que necesita ser regada, junto con las superficies grasas que deben ser aradas.
Mujer con piernas extendidas
A partir del reinado de Hammurabi, en el norte de Babilonia, surgió otro tipo de placas que mostraban a una sola mujer desnuda, de pie, sentada o en cuclillas, con las piernas separadas. Estas no parecen representar a Inanna/Ishtar ni basarse en un mito o en el folclore. Solían compartir las tablillas con imágenes fálicas. Que las mujeres usaran independientemente el falo señalaba la naturaleza autoprotectora de estos talismanes.
Esta imagen, no exclusiva de Babilonia, comparte muchos detalles y funciones con Sheela-na-gig que se usó desde Europa hasta la India.
Del mismo modo que la cópula y/o matrimonio con una diosa simbolizaba prosperidad y protección, hacerlo con un demonio o bruja traía desgracia, parálisis, lloros o muerte. Esto no se refiere al matrimonio con una mala pareja, sino a una maldición lanzada para ligar a alguien con un mal, como un mal de ojo. Una solución era ligarlo de nuevo con un objeto o animal. Las placas citadas, al tener el efecto opuesto, también eran utilizadas.
Los demonios , etimológicamente asociados con el viento, entraban por las ventanas y puerta tomando a aquellos con quienes "copulaban". Los lilû también se consideraban espíritus de personas que murieron demasiado jóvenes para casarse y buscan a víctimas para que sean sus parejas, a quienes les prometían riquezas. Sin embargo, la víctima también moría con síntomas de epilepsia y parálisis y se unía a las filas de lilû. Como estos demonios no podían afectar a los humanos sin permiso de Ishtar, sus placas podían ser defensas especializadas contra ellos.
- Assante, J. (2002). Sex, magic and the liminal body in the erotic art and texts of the Old Babylonian period. Parpola, S. and Whiting, RM (eds), 27-52.