Dentro de los trastornos autistas, en los que el desarrollo se ve comprometido, el autismo clásico es la enfermedad más común.
Sus características son
- Escasa o nula interacción social.
- Problemas en la comunicación. Tanto verbal y como no verbal.
- Actividades limitadas y repetitivas, acompañadas de intereses inusuales.
Los expertos estiman que de 3 a 6 de cada 1000 niños padecerán de autismo. Así mismo, los varones tienen cuatro veces más probabilidades de padecerlo que las mujeres.
Los padres suelen ser los primeros en detectar síntomas. Desde etapas tempranas de la lactancia, un bebé con autismo no responderá al estímulo de la presencia de otras personas, o bien se centrará en un objeto, excluyendo todo lo demás, por largos períodos de tiempo.
Es posible que un niño autista tenga un desarrollo normal y más tarde se muestre indiferente al contacto social.
Los niños autistas pueden ser incapaces de responder a su nombre, mantener una conversación o sostener la mirada de su interlocutor.
Tienen dificultad para comprender los códigos sociales y asimilar los sentimientos de los demás, al no responder a las expresiones faciales ni registrar las pautas de los comportamientos habituales.
Tratamientos
Generalmente lo más efectivo suele ser una combinación de varios tratamientos multidisciplinares, como son terapia conductual, que promueve habilidades por medio de reforzadores como premios y castigos, el TEACCH, un método basado en la comunicación visual, o el PECS , basado en la comunicación visual y habilidad lecto-escritora.
En cuanto a los avances farmacológicos, se está investigando en un nuevo fármaco que regule los productos químicos en la unión de las células cerebrales. Esta nueva droga sería un relajante muscular que según los ensayos clínicos muestra aceptables índices de éxito en cuanto a mejora de la comunicación, irritabilidad y disminución de la agitación y de la ansiedad de los pacientes.