Carles Puigdemont, president de la Generalitat.Anna Gabriel, diputada del CUP Inés Arrimada, del C’sMiquel Iceta, del PSC.
Ante más de un millar de periodistas nacionales e internacionales que cubrían en directo la noticia (cifra récord en la historia del Parlament), y un retraso de más de una hora, el Parlament de Catalunya dio al fin comienzo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) había reconocido que la situación en España era “preocupante” debido a las tensiones políticas en Catalunya, e instó a ambas partes a que “no actúen de manera precipitada” y “negocien”, porque “hay muchos beneficios potenciales en ambas pastes, si lo hacen”. Y cerca de 30 empresas habían comunicado que trasladarán su sede social desde que se celebró el referéndum el pasado domingo 1 de octubre hasta la fecha. Estos y otros hechos provocaron que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, declarase la independencia de Catalunya en el Parlament diez días después del referéndum del 1-O, levantando una gran ovación por parte del público que le seguía por una gran pantalla. Pero, acto seguido, añadió la “suspensión de los efectos de la declaración de independencia”. Su alocución fue aplaudida por una parte de Junts pel Sï, puestos en pie. Pero, nada más terminar su discurso, el aparato de propaganda de los republicanos emitía un cartel con el logotipo del partido y una sola frase. “Asumo el mandato de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de República. Barcelona, 10 de octubre de 2017”. El gran problema estaba en la CUP y en cómo afrontará, a partir de ahora, el hecho de que Puigdemont no haya ido hasta el límite. Sobre todo, cuando los socios del proceso independentista, la CUP y ERC, están al borde de la ruptura.
En la bancada de los 10 diputados de la CUP no había aplausos ni sonrisas, porque, hasta el último momento, los ‘cuperos’ habían batallado para que se declarase formalmente la independencia. Anna Gabriel, reprochó al president de la Generalitat que “hoy tocaba proclamar una república catalana”. Y lamentó la oportunidad perdida. Visiblemente decepcionada, calificó la declaración de Puigdemont como una ocasión perdida en el Parlament, asegurado que los diputados de la CUP habían preparado una intervención en diferentes idiomas “para ser leída al mundo” pero esta intervención tenía que ser “la proclamación solemne de la república catalana”. “Quizás hemos perdido una ocasión porque el único instrumento eficaz es esa república catalana”. La diputada denunció el contexto de violencia de la extrema derecha, y la actuación del Tribunal Constitucional “que hace siempre una lectura estrecha y poco armonizada de los derechos”. Nos hubiese encantado un referéndum como lo que se hizo en Escocia y el Quebec “y no bajo el asedio de la policía”. Sobre la suspensión de los efectos de la declaración de independencia, Anna Gabriel preguntó a Puigdemont “con quién” piensa negociar. “¿Con un estado que permite la extrema derecha en las calles?” Y mostró sus dudas sobre la capacidad del Gobierno y el Estado como interlocutor.
En su intervención en el pleno, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, aseguró que “la comparecencia de Puigdemont ha sido muy ambigua porque no se puede suspender una declaración que no se ha hecho”, y alertó de que el aplazamiento sine die de la declaración de independencia de Catalunya solo ahonda la incertidumbre entre los catalanes y las empresas. Iceta consideró que la única salida a la situación actual es convocar elecciones autonómicas para que los catalanes puedan expresarse con garantías y en igualdad de condiciones. Para él, el balance de la hoja de ruta independentista es devastador porque “ha provocado fractura social, fuga de empresas y zozobra del autogobierno de Catalunya, y Puigdemont no ha sido claro en su discurso, dificultando los términos del diálogo”.
Por su parte, el Gobierno español considera que no se puede aceptar dar validez a la ley del referéndum suspendido por el TC, ni dar como válido el supuesto recuento de un referéndum fraudulento e ilegal. Ni mucho menos sentar que los catalanes han dicho que quieren independencia. “Esto es una crónica de un golpe anunciado”, resume la portavoz de C’s, Inés Arrimadas. “Ustedes son el peor nacionalismo que hay en Europa. Se han equivocado de siglo y de lugar”. “Puigdemont y Junqueras pasarán a la Historia de España por intentar dar un golpe a la democracia española”, asegura Albert Rivera, presidente de C's, que compara la situación actual con el “chantaje” del 23-F o el de ETA. “Intentaron chantajearnos, pero les derrotamos con firmeza y democracia”, repite, matizando que si los vascos sufrieron la “muerte física”, los “catalanes que quieren seguir siendo españoles” lo hacían con una “muerte civil”.