Víctor Alvarado (publicado en Pantalla 90)
Los primeros años del siglo XXI serán identificados como el de las grandes adaptaciones del cómic, aunque con resultados dispares. Nuestra teoría es que, cuando se lleva a la gran pantalla a los superhéroes más clásicos suelen convertirse en muy buen cine de palomitas. Sin embargo, la mayoría de las novelas gráficas desconocidas para el gran público, si exceptuamos a la notable 300 (2007), se quedan en historias de acción que superan levemente el nivel de este género.
El sicario de Dios (2011) gira en torno a un sacerdote guerrero que al mostrar su intención de rescatar a una muchacha y su familia que han sufrido el ataque de los vampiros es traicionado por la jerarquía eclesiástica a la que debe obediencia. En definitiva, la cinta nos ofrece un relato en el que las fuerzas del bien se enfrentan al imperio del mal. De todas formas, conviene aclarar que la estética de estos chupasangres, nada tiene que ver con la elegancia de los clásicos Bela Lugosi y Christopher Lee
Este western apocalíptico se basa en la novela gráfica de Min-Woo Hyung. El guión ha sido escrito por Cory Goodman. El cineasta, Scott Stewart, nos ofrece su segundo trabajo tras Legión (2010), presentándonos a una Iglesia futurista, pero cuyo comportamiento recuerda a su peor etapa de la Edad Media, acrecentando su oscuridad y pretendiendo demostrar que está formada por integristas. Además, como en la mayoría de las producciones nacionales e internacionales, se intenta inculcar la idea de que el comportamiento de la jerarquía de esa especie de orden religiosa siempre será peor que la de los “peones” de Dios.
Dicho esto, la película se deja ver y resulta entretenida. El metraje es más bien corto con lo que las batallas no se hacen interminables, puesto que se apuesta por cierto equilibrio entre las escenas más violentas y los diálogos. La acción está muy bien rodada, siendo esta uno de los puntos más atractivos del film.
Como dato curioso, el director declaró a Fotogramas, y nosotros lo constatamos, que su película quería homenajear a Centauros del desierto (1956) de John Ford, pero la diferencia de calidad es abismal, si la comparamos con esa obra maestra.
El reparto de este paranoico relato lo encabeza Paul Bettany (Master and Commander), que últimamente está encasillado en papeles de corte religioso y que ha jurado que no aceptará ningún papel más relacionado con esta temática. El citado actor representa a un personaje de fe sincera que lucha por lo que considera una causa justa y de modo muy esquemático habla del la importancia de sacrificarse para conseguir lo que uno se proponga en la vida, aunque nos podamos cuestionar si se realiza de manera lícita. El villano ha sido interpretado por Kart Urban, cuya caracterización recuerda a Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo (1966) de Sergio Leone.