Revista Coaching
Busco en el diccionario de la Real Academia Española el significado de la palabra “amor” y, entre otras acepciones menos significativas aún para la intención de mi búsqueda, encuentro estas cuatro (entrecomillo algunos conceptos):
1.Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
“Partiendo de su propia insuficiencia”.
2.Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
“Sentimiento hacia otra persona”.
3.Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
“Afecto, inclinación y entrega a alguien o algo”.
12. Objeto de cariño especial para alguien.
“Cariño especial para alguien”.
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En ningún momento se hace referencia al amor QUE SOMOS, al que sentimos en nosotros y que es el que, en definitiva, podemos dar verdaderamente (no para completarnos, sino para experimentarlo y compartirlo). Y… cuando se define el amor propio, como aquél “que uno se profesa a sí mismo”, se apunta al ¡prestigio! (“Amor propio: amor que alguien se profesa a sí mismo, y especialmente a su prestigio”).
Me asombra. Por cierto, me encanta lo que me sugiere el verbo “asombrar” ¿Salir de la sombra? ¿Entrar en la luz? aunque la primera definición de la RAE a esta palabra es “asustar y espantar”.