Revista Política
El Reino Unido ha celebrado sus comicios, pero éstos no han dado un resultado claro. Como se esperaba, y así indicaban todos los sondeos, los Tories han ganado las elecciones pero no hay una clara mayoría, es más se ha producido un más que esperable descalabro de los lib-dem. Y digo esperable porque tras los debates, las tendencias que mostraban todos los sondeos (salvo el pro lib-dem The Independent) era a que los laboristas afianzaban su distancia de los lib-dem. Y es que el partido laborista tiene un electorado más definido y concentrado que ninguno de los dos partidos, lo que le hace fuerte en bastiones donde los lib-dem ni soñarían con ganar. Como había indicado en una entrada anterior, los verdaderos contrincantes de los laboristas eran los partidos autóctonos de Escocia y Gales, además de los ultras UKIP y BNP.El sistema electoral británico no me resulta tan injusto como la prensa lib-dem da a entender. Es un sistema mayoritario, pero al fin y al cabo solo sale un común por cada circunscripción, por lo que cada partido presenta un candidato, y éste efectivamente sale gane por los votos que gane. De manera que es falaz la afirmación de que a los liberal demócratas les sale más caro ganar escaños en los comunes. Les sale tan caro como a los demás en una circunscripción determinada. Lo que pasa es que los lib-dem tienen más adeptos en circunscripciones más pobladas, lo que hace que tengan que sacar más votos para obtener ese (y solo ese) representante, pero le sale tan caro como a los demás que se presentan por ese mismo escaño.Pero al final, todo este debate sigue en medio del escenario político ya que con el parlamento "colgado" que ha salido de las urnas se ha de hacer encaje para obtener un gobierno estable.He querido esperar a que las negociaciones hubieran concluido, pero todavía se encuentran en marcha, y es que hay muchos puntos que limar, ya que ambas formaciones se encuentran bastante apartadas una de la otra.Los liberal demócratas supeditan todo acuerdo a que se produzca un cambio en el sistema electoral tendente a la proporcionalidad. Así que no entenderían una claudicación en este punto, por mucho que miembros del lib-dem entren en el gabinete de gobierno. Su electorado lo vería como una promesa incumplida que lo apartaría del idealismo que envuelve a ese partido y lo situaría al lado de los partidos tradicionales, lo que lo condenaría de cara a su electorado.Los Tories son contrarios a cualquier reforma electoral, su electorado conservador y sus bases están frontalmente en contra de una reforma electoral de tintes proporcionales. Hay que recordar que en 1974 el conservador Edward Heath se fue a la oposición por no haber aceptado la reforma electoral que le proponían los liberales. Ya que el ideario liberal los sitúa más cerca de los laboristas y con un sistema proporcional éstos podrían arrinconar a los tories en el parlamento. No se entendería que Cameron claudicase en este punto. Por eso las negociaciones se están dilatando en el tiempo. Y es que ninguno de los partidos quiere que llegue el lunes sin un acuerdo ya que los mercados se harían eco de estas dificultades. La libra ya ha acusado un descenso significativo el viernes tras la elección de un parlamento colgado, así que es previsible que el lunes siga cayendo fruto de la incertidumbre política.Mientras tanto, Gordon Brown sigue durmiendo en Downing Street. Al no haber una mayoría clara en el parlamento no ha presentado su dimisión a la Reina a la espera de que los tories consigan una coalición. Como partido más votado, los laboristas han dejado que sean ellos quienes inicien la tarea de formar una coalición estable. Si las negociaciones entre toires y lib-dem llegan a buen puerto entonces Brown presentará la dimisión a la Reina y Cameron ocupará el número diez. En caso contrario serían los laboristas quienes entablarían conversaciones para formar una coalición estable lab-lib. Movimiento mucho más difícil ya que necesitarían los votos de todas las demás formaciones con representación en la cámara para obtener la confianza. Por lo que lo más probable es que, de no haber acuerdo entre conservadores y liberal demócratas, la reina se vea obligada a convocar unas segundas elecciones. Ante las cuales los lib-dem pagaría el enfado de la nación. Serían acusados de entorpecer la llegada al poder de un partido y su reforma electoral quedaría completamente deslegitimada al ser vista como fuente de problemas, más que de soluciones. Además los tories acudirían a las elecciones con el mensaje de que los lib-dem les han robado la posibilidad de formar gobierno y con su deseo de dejar el sistema electoral intacto. Mientras que los laboristas acudirían a las elecciones con un nuevo candidato, probablemente David Miliband, y encararían los nuevos comicios con una frescura que en estos no tenían. Podrían esgrimir el mensaje del cambio sensato que supone un nuevo líder laborista frente a la incertidumbre que ha supuesto el tercer partido. Sería el peor desenlace posible para Clegg, ya que unos nuevos comicios alejarían durante muchas décadas el fantasma de la reforma electoral.Por el momento las conversaciones se han empantanado y no parece haberse puesto la reforma electoral sobre la mesa en las negociaciones según informaciones de The Guardian. El mismo diario que afirma que a media tarde, se han reunido representantes de los laboristas y lib-dem para llegar a un posible ante el estancamiento de las conversaciones con los tories. Puede que los laboristas ofrezcan la cabeza de Brown a cambio de una alianza de gobierno.Al menos todavía no parece plausible un acuerdo, ya que las bases e imortantes miembros del partido lib-dem y de los tories no quieren apearse de sus posturas en cuanto a la reforma del sistema electoral. Aunque el diario Financial Times ha anunciado la buena disposición que tienen los tories hacia las demandas liberal demócratas, según este rotativo se ha puesto encima de la mesa puestos en el gabinete y hasta la reforma electoral, algo que miembros del Partido Conservador han negado. Tampoco parece plausible un acuerdo lib-lab, ya que seguirían muy lejos de los 326 comunes de la mayoría absoluta, así que parece que las negociaciones se van a ir alargando algo más pese a la inestabilidad que eso supone en los mercados financieros. De seguir así no descartaría unas segundas elecciones que dejarían la reforma electoral en dique seco durante décadas.