En el mes de abril de 1940 casi 4500 soldados polacos fueron fusilados y enterrados en una fosa común en las proximidades de la ciudad de Smolensk, en el bosque de Katyn.
Esta fue una de las múltiples masacres que fueron realizadas por orden del sanguinario Lavrenty Beria a través del NKVD, que el controlaba, y autorizadas personalmente por Stalin.
Igual que su antagonista Hitler, Stalin quería eliminar cualquiera que tuviera la posibilidad de animar a la población a organizarse para resistir a las fuerzas de ocupación. Hay que tener en cuenta que en esos momentos Polonia estaba dividida en dos entre Alemania y la Unión Soviética. El NKVD ejecutó además de los 4000 de Katyn a otros 11000 soldados y otros 6000 civiles en lo que se consideró, por ser el caso de Katyn el primero en descubrirse, como las masacres de Katyn.
En 1943, tres años después de cometerse los crímenes del bosque de Katyn, en el mismo mes de abril, y tras romper Hitler el pacto con Stalin dos años antes e invadiera la Unión Soviética, los alemanes abrieron las fosas y exhumaron los cadáveres. Durante la exhumación hallaron pruebas que implicaban directamente a los soviéticos. La propaganda nazi se aprovecho de ello e infló la cifra hasta los 10000. Los rusos desmintieron los hechos y culparon del crimen a los alemanes.
Los servicios de inteligencia británicos opinaban igual que el gobierno polaco exiliado en Londres. Ambos sospechaban que los soviéticos querían eludir su responsabilidad en la masacre culpando a los alemanes de falsear las pruebas.
El representante británico ante el gobierno polaco en el exilio, Owen O´Malley redactó un informe secreto que tenía como conclusión que los responsables claros eran los soviéticos, pero a la vez opinaba que los gobiernos británico y estadounidense debían echar tierra sobre el asunto ante la urgente necesidad de establecer "relaciones cordiales" con la Unión Soviética.
El informe lo reenvió el primer ministro Winston Churchill al presidente Franklin D. Roosevelt pidiéndole que se la devolviera para evitar que se filtrara a los medios extraoficiales. En el informe Churchill anotó: "Una historia lúgubre pero bien escrita, tal vez demasiado". La responsabilidad de los alemanes resultaba admisible, teniendo en cuenta de que eran el enemigo común.
Por supuesto Roosevelt tampoco quería enemistarse con su aliado del Este y nunca mencionó el informe de O´Malley.
Aún hoy hay historiadores que mantienen la versión soviética de los hechos a pesar de que en 1990, por orden de Mijaíl Gorvachov se empezaron a desclasificar documentos que desvelaban que las masacres fueron autorizadas desde los más altos estamentos de Moscú. Entre los documentos se hallaba una orden firmada por Stalin y otros líderes soviéticos que llevó a la muerte de más de 20000 prisioneros de guerra polacos. Los miembros del Politburó que aprobaron la matanza de Katyn, fueron, además de Lavrenti Beria, el principal ejecutor de las ordenes: Lázar Kaganovich, Mijail Kalinin, Viacheslav Molotov y Kliment Voroshilov.
Desde 2005 el gobierno ruso mantiene que la matanza no fue un acto de genocidio sino un acto de guerra ya prescrito. En 2004 Vladimir Putin detuvo toda la investigación impulsada por Gorvachov en virtud de una disposición secreta de la Fiscalía Militar que la establecía como alto secreto. Hasta hoy se siguen sin aclarar debidamente los hechos y los culpables.
Para saber más:
Manipulando la Historia, de Eric Frattini
Katyn: Stalin's Massacre and the Seeds of Polish Resurrection, de Paul Allen
Libertad Digital
Cold War Museum
El País
La Vanguardia