Páginas: 288
ISBN: 9788415120094
Precio: 19€
Jean Kwok
Nacida en China, Jean Kwok emigró a Brooklyn con solo cinco años y se vio obligada a ayudar a su madre en los talleres de confección de Chinatown para poder subsistir. A pesar de que llegó a Estados Unidos sin apenas conocer el idioma, su capacidad para los estudios le permitió destacar enseguida en el colegio y consiguió numerosas becas para los centros de secundaria de mejor reputación. Más adelante, entró en la Universidad de Harvard y se graduó con honores en Literatura Inglesa y Americana mientras compaginaba más de un empleo para ayudar a su familia. Después, trabajó en una sala de baile de Nueva York —bailarina de día y escritora de noche—, hasta que viajó a Columbia a hacer su Máster en Escritura Creativa, época en la que también trabajó en un banco. Finalmente, se trasladó a Holanda por motivos sentimentales y allí ha desarrollado su carrera profesional como profesora de universidad y traductora. Con la publicación de El silencio de las palabras, su primera y única novela hasta el momento, dejó el trabajo para dedicar todo su tiempo a la literatura.Sinopsis
Kimberly es una niña china de once años que llega a Brooklyn junto a su madre entre los años setenta y ochenta. Huérfana de padre, ha podido emigrar gracias a la ayuda de su tía Paula, que ya lleva un tiempo en el país y además les proporciona un piso donde vivir y un trabajo en una fábrica de confección. Podría parecer una hermana generosa, pero nada más lejos de la realidad: el habitáculo es pequeño y frío; y las condiciones del taller, malísimas. Con tal de ganar más dinero para poder pagar su deuda cuanto antes, Kimberly ayuda a su madre al salir del colegio.
Por fortuna, la muchacha posee una gran capacidad para los estudios y los buenos resultados académicos le compensan las duras circunstancias en las que debe subsistir. Consigue becas, los profesores están encantados con ella y el idioma no llega a ser un impedimento tan grande como parecía a su llegada. Pronto aprende que la forma de sacar a su madre de esa vida depende de ella, de su esfuerzo por labrarse un buen futuro. Además, en la escuela conoce a su única amiga de verdad, Annette, a la que debe ocultar su verdadera situación.
Los años pasan, y Kimberly se convierte en una adolescente que, a diferencia de las demás, no puede salir de fiesta y vive únicamente centrada en los estudios y el trabajo. No obstante, para lo que sí le queda tiempo es para los chicos: se lleva muy bien con Matt, un joven de la fábrica al que conoce desde su llegada a Brooklyn; pero los compañeros de clase, cuyas vidas y familias son muy diferentes a la suya, también se fijan en las cualidades de Kimberly.
Estilo
A pesar de la brillantez de Jean Kwok en los estudios, lo cierto es que su prosa destaca por la sencillez: primera persona, lenguaje asequible y fluido, alternancia de diálogo y narración, buen ritmo. Desde mi punto de vista, su mejor rasgo consiste en saber sintetizar cuando conviene y no añadir paja al texto, con lo que se consigue un resultado ameno y directo que no aburre en ningún momento. Por lo demás, merecen una mención las explicaciones de diversas expresiones chinas que emplean los personajes, un detalle curioso que aporta identidad propia a la novela.Con respecto al trabajo de traducción/corrección, hay algunos pequeños errores, algunos por desconocimiento (como la falta de puntos detrás de paréntesis y comillas, o el escribir mayúscula detrás de dos puntos) y otros por puro despiste. No obstante, reconozco que me fijo más en estos aspectos gracias a mi formación de correctora; a un lector medio le pasarían desapercibidos, por lo que me atrevo a afirmar que la editorial Maeva, generalmente, cuida mucho la edición de sus libros. Lo único que he echado en falta han sido un par de pies de página en la primera mitad con aclaraciones sobre términos en inglés que la protagonista y su madre no entienden (como el momento goma de borrar/preservativo, que quien no sepa inglés no lo pillará).
Puntos fuertes
Ante todo, El silencio de las palabras es una historia de superación personal: una niña que hace frente a las adversidades y encuentra en los estudios a sus mejores aliados para salir adelante. Este tipo de tramas están cargadas de fuerza, y el hecho de describir la vida en la fábrica y la pobreza del piso sin caer en dramatismos se erige como un punto a su favor. Va en la línea de Un árbol crece en Brooklyn (Betty Smith) y Las cenizas de Ángela (Frank McCourt) —sin familia numerosa ni padres alcohólicos de por medio—, otras dos novelas sobre muchachos en circunstancias difíciles que hacen todo lo posible para ayudar a los suyos. Supongo que este tipo de relatos transmiten optimismo, aunque personalmente me ha llegado más el mensaje de que con esfuerzo y ganas todo se consigue.Por otro lado, el libro puede considerarse en cierto modo didáctico porque plasma la situación de los inmigrantes chinos de la época y las malas condiciones de los talleres de confección. A nivel cultural, siempre están presentes los rasgos del comportamiento de una buena mujer china —la madre de Kimberly—, que influyen directamente en la educación de la pequeña, además de las expresiones chinas que he comentado antes. De todos modos, debo decir que si lo que buscáis es una novela centrada en China, con muchos detalles sobre su forma de vida y demás, esta no me parece la mejor opción: Dos chicas de Shanghai (Lisa See), por poner un ejemplo, contiene muchas referencias y os resultará más enriquecedora en ese sentido.
Cambiando de tercio, he sentido mucha empatía con Kimberly y no me ha costado nada ponerme en su piel y entender cómo se siente. A pesar del carácter repetitivo de las acciones, hay una evolución en ella: la jovencita segura de sí misma de los últimos capítulos no tiene nada que ver con la niña asustada y perdida que «se acababa de bajar del barco». Aunque se podría haber ahondado más en los sentimientos de todos los personajes que intervienen, lo que hay está bien, tratado con delicadeza y credibilidad.
También destaco la relación de Kimberly y su madre, esa complicidad entre dos personas que viven juntas y, en cierto modo, solo se tienen la una a la otra. La autora lo ha plasmado a la perfección. Probablemente esta es la diferencia más importante frente a otras historias de superación personal, pues suele ser bastante habitual que se añada algún hermano desamparado o unos padres problemáticos con el fin de dramatizar más. Con algunos detalles de camaradería entre la protagonista y sus compañeros de la escuela y el instituto también ha mostrado una gran delicadeza y capacidad de observación (me encantó la dedicatoria de Kimberly a aquel niño negro, me pareció una de esas pequeñas cosas que solo una persona que se mantiene al margen del grupo es capaz de captar, y yo lo entendí muy bien).
Finalmente, el evidente componente autobiográfico se hace patente en todo momento, lo que le aporta credibilidad a la historia. Basta echar un vistazo a la biografía de Jean Kwok para comprobar que ella y Kimberly tienen mucho en común, así que la autora sabe de lo que habla en este libro y eso para mí siempre es un punto a su favor.
Puntos débiles
He disfrutado bastante con la lectura de El silencio de las palabras, ha cumplido mis expectativas y su lectura no me ha defraudado. Desde el primer momento me ha transportado al Brooklyn de la época, con las miserias de los inmigrantes chinos en la fábrica y fuera de ella, y la egoísta tía Paula que solo mira por ella misma. La autora va al grano y con ello consigue atrapar al lector desde las primeras páginas. Sin embargo, a pesar de los temas interesantes que trata, en mi opinión dista mucho de ser un novelón.
Para empezar, considero que los personajes podrían estar mejor dibujados. A excepción de Kimberly, su madre y Matt, solo conocemos a los demás de una manera muy superficial. De acuerdo, quizá en esta novela no era necesario centrarse demasiado en las otras figuras, pero no estaría de más que la autora trabajara más este punto de cara a futuras novelas. Esta vez su protagonista se ha salvado por estar inspirada en ella misma, mas en otros momentos debería esforzarse en crear personalidades con matices diferentes.
En segundo lugar, aunque antes he alabado su capacidad para abordar el asunto y no andarse con rodeos, a nivel general no me habría importado que tuviera algunas páginas más. Creo que el problema se debe al hecho de hablar siempre de lo mismo: Kimberly en el colegio, Kimberly en la fábrica, Kimberly con Matt; le falta la ambición de ir más allá. En lugar de pensar en escribir sobre una niña muy parecida a ella, la autora debería haber proyectado algo grande, algo que abarcara más cosas. En cierto modo, resulta repetitivo y previsible, porque sabes perfectamente cómo acabará (al menos las dos primeras tramas). Lo comparo con libros similares, y no puedo evitar tener la sensación de que podría haberme llegado más (el mencionado Un árbol crece en Brooklyn también narra una historia de superación; no obstante, a diferencia de este, está escrito con una prosa elaborada y preciosa, tiene unos personajes entrañables y contiene muchos detalles que le dan valor). Tal y como está, me parece una buena novela para pasar un rato agradable y aprender de la lucha de Kimberly; no una obra que vaya a pasar a la historia. Esto no es malo en absoluto, pero creo que tenía potencial para ser mucho más que una lectura «agradable».
Con el final, ha conseguido sorprenderme y dejarme un sabor agridulce que me encanta. Ahí Jean Kwok demuestra que talento e ideas buenas no le faltan, aunque me habría gustado que el resto del libro hubiera tenido más escenas con esa tensión emocional y ese factor sorpresa.
Conclusión
En general, a pesar de que en este último apartado he sido un poco crítica con algunos aspectos de la historia, considero que El silencio de las palabras es un buen libro que puede gustar a muchos lectores distintos, ya que los temas de superación resultan atrayentes en general y el tono ameno supone una lectura apta para cualquiera. Recomiendo leerlo sin demasiadas pretensiones, tan solo con el deseo de leer una bonita historia cargada de fuerza.
*Fotos sacadas de la web de Jean Kowk.
Mi valoración: 7/10