Revista Opinión

El Silencio y la Sabiduría interna

Publicado el 27 diciembre 2017 por Carlosgu82

El silencio y la sabiduría interna

Cada palabra que pronunciamos, posee ciertas ondas vibratorias que hacen que esta tenga “vida” propia. Los taoístas creen que con cada palabra que un individuo pronuncia, deja salir al mismo tiempo una parte de su energía. De aquí que practiquen el arte de “no hablar” con palabras.

Cuando hablamos debemos ser conscientes de que estamos dejando salir una parte de nuestra energía a través de las palabras. Debemos hablar sencillamente aquello que sea bueno, verdadero y necesario. De lo contrario estaremos haciendo ruido al hablar.

Si practicas el arte de “no hablar” (por lo menos una hora al día) inmediatamente te percatas de todas las maravillas que tienes a tu alrededor y logras escuchar a todos los que te rodean, logras conocer mejor a cada uno de tus seres queridos y más allegados con solo escucharlos. También notaras que si haces esto, te tendrán más aprecio y estima ya que a todos nos encanta que nos escuchen. Así que hablemos menos y escuchemos más todo aquello que nos rodea y entenderemos mejor todas las cosas.

Recordemos que todo aquello que nos molesta de los demás, son situaciones que simplemente no hemos resuelto de nosotros mismos, aunque nos duela aceptarlo. La crítica es netamente ruido; una muestra verídica de que tenemos problemas internos que no hemos logrado resolver de manera concreta. De ahí el dicho de que ¡lo que criticamos, hacia allá vamos!

Por otra parte tenemos al ego; que no deja de hablar nunca, siempre pavoneándose de sus logros y habilidades, de sus éxitos y feroces batallas en el campo competitivo de la vida laboral. Solo basta preguntarse si esto realmente es productivo y agradable ante los oídos ajenos, y caeremos en cuenta de que de nada sirve hablar tanto de uno mismo, sobre todo cuando nadie nos lo está preguntado; una clara muestra de que no les interesan nuestros asuntos privados y nuestros logros, porque de lo contrario, lo preguntarían.

La gente siempre tiende a tener admiración hacia aquellas personas que son misteriosas, invisibles, insondables y discretas. Siempre existe esa curiosidad por saber quién es realmente esa persona que menos habla en el grupo; a qué se dedica, de dónde es, qué quiere y que conocimientos tiene acerca de lo que nos llama la atención. Y ahí es cuando la curiosidad hace que establezcamos contacto de alguna manera con este desconocido. Pero fíjense bien que, precisamente es la curiosidad la que nos lleva a tomar la iniciativa para conocer a estas personas, y no precisamente sucede así con aquellos que no paran de hablar, sobre todo cuando se trata de ellos mismos. Y me gustaría dejar esta pregunta en el aire, que solo los valientes se tomaran el reto de responder: ¿será que si queremos ser el centro de atención, y darnos a conocer ante los demás de una manera asertiva y positiva, lo lograremos hablando sin parar, sobre todo de nosotros mismos? Es una reflexión que no debemos pasar por alto.

Espero que te haya gustado y que sea de gran utilidad para ti esta información, gracias por leerlo.


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