Ha tardado mucho pero por fin se ha estrenado la tercera temporada de Wallander, serie de producción inglesa que adapta las conocidas novelas policíacas de Henning Mankell. Ha sido una espera larga, demasiado larga; la segunda temporada de la serie se despidió el pasado 17 de enero de 2010 y la tercera temporada empezó a emitirse el 8 de julio de este año. Ya sé que es normal que Wallander tardase tanto en regresar a la pequeña pantalla pero añoraba los cielos grises del sur de Suecia, los paisajes de Ystad, la mirada melancólica de Kurt (espléndido Kenneth Brannagh), los silencios helados, la rabia contenida, el dolor de las palabras, el ruido del mar, la soledad del héroe cansado.
Dos largos años de espera durante los cuales Brannagh estuvo dedicado a otros proyectos como dirigir Thor. Lamentablemente hemos perdido a Tom Hiddleston, actor que yo conocí en Wallander y que gracias al éxito de su Loki se encuentra ocupado en proyectos de mayor envergadura.
La tercera temporada se rodó durante el verano de 2011, el equipo regresó a Ystad para filmar el primer y tercer capítulo de la serie, mientras que para el segundo se trasladaron hasta Riga, la capital de Letonia. Los tres capítulos de la temporada duran cerca de 90 minutos y como siempre el protagonista absoluto es el inspector Wallander. Cuando nos reencontramos con él en el primer episodio "An Event in Autumn" parece un hombre relativamente feliz. Se ha mudado a una preciosa casa junto a su pareja y todo parece ir bien pero la desaparición de una joven en un ferry y la súbita aparición de un cadáver en el jardín de su nuevo hogar rompen esa felicidad y Kurt inicia su particular vía crucis retomando viejas costumbres como beber en el sofá hasta quedarse dormido o despreocuparse por su seguridad mientras investiga. Esa falta de profesionalidad hará que ponga en peligro la vida de su compañera, cuando la joven queda en coma la culpa carcome el alma de Kurt, un hombre bueno que lleva demasiado tiempo haciendo un trabajo emocional, mental y físicamente devastador. "The Dogs of Riga" el segundo episodio es, a mi parecer, el mejor de esta temporada. Wallander investiga la aparición de dos cuerpos en una balsa, como son de Letonia un policía de Riga se persona en Ystad y aunque parece que hay un muro entre ambos hombres lo cierto es que son muy parecidos. Kurt tendrá que viajar a Letonia para continuar la investigación tras el asesinato de ese policía. Un capítulo que muestra la enormes diferencias entre Suecia y Letonia, ya no sólo en lo burocrático y lo político sino también a nivel social, histórico, económico y legal. Nuestro buen amigo Kurt tendrá que aprender sobre la marcha las reglas del juego, no será nada sencillo pero contará con la ayuda de una atractiva viuda y un rastro de cenizas. El tercer y último capítulo, "Before the Frost" es el más flojo en cuanto a trama, sin embargo la aparición en escena de Linda, la hija de Wallander, nos permite ahondar en el lado más humano del personaje y conocer los motivos por los que la relación entre ellos es tan tensa. El hecho de saberse abuelo hará sonreír a nuestro taciturno policía, una sonrisa genuina cargada de esperanza. La serie tendrá una cuarta y última temporada, no sé cuanto tiempo tendré que esperar para verla pero ya noto la ausencia de Wallander. Hay que destacar la excelente fotografía y la iluminación, también la maravillosa música y a Brannagh que compone un personaje perfecto a base de silencios, pequeños gestos y mucha sobriedad. Este hombre, cuando quiere o le dejan, demuestra su gran calidad como intérprete; me alegra que a estas alturas de su carrera haya encontrado un desafío interpretativo como el que supone meterse en la piel de un hombre que a pesar de las continuas derrotas de la vida no se da por vencido, que sufre en su trabajo pero sabe que es el único que puede hacerlo y que ve cosas que nadie más ve en los prados y en las olas mientras los cisnes en llamas vuelan sobre Ystad.