Revista Libros
Fortaleza digital, La conspiración, El código da Vinci, Ángeles y demonios, y ahora El símbolo perdido. Probablemente existe otra obra de Dan Brown, pero son éstas las que al menos yo le he leído.
No quiero volver a los parámetros típicos que se dan con éste autor que, dicho sea de paso es uno con los que disfruto leyendo. Asuntos sobre si sus fuentes son reales, si de verdad Jesús era un hombre común y corriente, que si se casó con la María Magdalena y tuvieron un hijo, que aún existe la sangre real...que el Opus dei, que conspiraciones, que hackers, que la automateria, que el big bang...
Para Brown sólo existen dos clases de lectores: Los escépticos y los que se convencen de sus novelas. Yo por mi parte, puedo decir que al menos, cada uno de los lugares que se detallan, al menos existen. Puedo afirmar también, que el número Phi es real.
Me compré este Símbolo perdido, esperando que el libro me entregara la misma emoción que tuve para con el resto, pero a pesar de ir ya en la mitad del libro, no ha logrado convencerme del todo. Aún no he leído un capítulo que me haya dejado al menos con una expresión de "¡Oh!". A estas alturas, las cuatro otras obras ya me tenían completamente impactado.
Brown siempre jugó con los flashbacks de los distintos personajes que presentaba, sin embargo, me da la impresión de que a ratos no supo avanzar dentro de aquellos mismos flashbacks. Leías uno y otro capítulo y llegabas, una y otra vez al mismo punto donde te habías quedado. Sin embargo, quizás por su experiencia, consigue que no se vuelva en ningún momento aburrido.
Quizás lo único que le critique es el hecho de que un maestro masón sea capaz de confiar el mayor secreto a un hombre que ni siquiera es parte de la hermandad.
Y para el que se lo esté preguntando, la respuesta es sí, se habla de masonería en la novela.
Le confiaré otras 400 páginas al autor.