El Planeta, tan conocido que ni siquiera necesita ya del sustantivo premio, se define por varios momentos: el anuncio del ganador o ganadora, la entrega simbólica del premio (el momento de la entrega del jugoso cheque es otro), las palabras de agradecimiento y la foto de familia, en la que pueden variar el nombre de los invitados pero no los cargos porque siempre, junto al presidente del grupo editorial, José Manuel Lara, y el jurado del premio, se encuentran representantes de las más altas instituciones políticas y sociales del país. Lo que sería un pico de audiencia literario. No en vano es el premio más importante de la industria editorial española: 601.000 euros más 150.250 para el finalista, ediciones de seis cifras de ejemplares y una promoción que llevara a los ganadores por toda España, tienen la culpa.
Pero el Planeta en sí es todo símbolo. El 14 de octubre, día de la rueda de prensa previa al fallo del jurado, es el momento de conocer cómo respira la industria porque ese día Lara se pone a tiro y responde a las preguntas, relacionadas con el premio o con el sector, que los periodistas le hagan. Y su comparecencia se convierte en una importante cita informativa porque el grupo que preside es el más importante del país y está entre los siete primeros del planeta, valga la redundancia. En los últimos años la preocupación ha sido el nuevo modelo de libro, el electrónico, que no se sabía cómo pero venía dispuesto a revolucionar el sector que paradójicamente es una potencia mundial en cuanto al propio producto en sí que comercializa pero no tanto en relación a la empatía que despierta. España no tiene ningún complejo ateniéndose al número de libros publicados anualmente y sin embargo no es un país que devore lectura, por mucho que las encuestas se empeñen en decir lo contrario.
Anuncio en un autobús de la época (© Editorial Planeta)
Y este año no iba a ser menos. Como los escritores no son cantantes y nadie pagará por escuchar a Ana María Matute leer pasajes de sus libros (Lara dixit) hay que coger el toro por los cuernos y no dilatar más la relación que se establecerá, que se está estableciendo, entre el lector y el libro, sea éste digital o no. Y como las tecnologías tardan más o menos en encontrar su hoja de ruta pero una vez que la rubrican su marcha es imparable y cada vez más rápida, las tímidas incursiones en el universo digital de las letras o los proyectos, casi de laboratorio, que desde el sector se han puesto en marcha tienen que dejar paso a un planteamiento certero, que panacea o no, al menos será un punto de partida desde el que poder hablar de tú a tú con el eBook, que se ha convertido en la bestia negra de editores, distribuidores y autores, porque al lector, el dispositivo, solo le parece caro y algo extraño.Habló José Manuel Lara de los e lectores, aseguró que “la propiedad intelectual es sagrada” no sin antes alabar las bondades del eBook al que no ve “como una amenaza y sí como una oportunidad para que convivan los dos libros”. Anunció nuevos e importantes proyectos antes de que finalizara el año como una librería virtual y una suerte de libroclub que venderá y/o alquilará títulos. Descartó también ofrecer su propio soporte porque “ya sería demasiado tarde y además hay bastantes” por lo que el grupo prefiere decantarse por ofrecer libros para todos los que ya existen en el mercado.
Las quinielas También son simbólicas las quinielas de posibles ganadores. Este año fue el club de las jotas, una de ellas era cierta, la de Javier Moro que resultó ser el ganador con “El imperio eres tú” y la otra quiniela provocó un rifirrafe entre dos autoras de la casa: Elvira Lindo y Lucía Etxebarría. La segunda dijo de la primera que sonaba como ganadora y las redes sociales, que a veces las carga el diablo, facilitaron la polémica que se hubiera quedado simplemente en anécdota si Lindo no hubiera contestado a través de su Facebook. Y hasta ahí llegó la cosa que pasó a segundo plano cuando subieron al escenario del Palau de Congressos de Catalunya ganador, Javier Moro, y finalista, Inma Chacón, con su novela “Tiempo de arena”, para hacerse la foto de familia que inmortalizara el 60 aniversario de un premio al que se han presentado, en todos estos años, 19.000 autores esperando escalar posiciones.
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Ahora habrá que esperar al próximo 4 de noviembre para descubrir los textos que simbolizan su propio baile de cifras: 601.000 euros y 210.000 ejemplares en la primera tirada en el caso de Javier Moro y 150.250 euros y 90.000 libros para la novela de Inma Chacón, que se alegró de ser visible por ella misma, independientemente de ser la hermana de la recordada Dulce Chacón.
José Manuel Lara en 1980
Y todo esto empezó en 1951, dos años después de que José Manuel Lara, padre, fundara la editorial para la que eligió un nombre que auguraba éxito, tal vez sin saber que 62 años después se convertiría en el símbolo de una gran empresa multidisciplinar que tiene presencia en la industria literaria, periodística y cinematográfica con presencia en 25 países de habla hispana, capaz de llegar a 760.000 millones de personas y con un catálogo de 15.000 autores, tanto nacionales como extranjeros. Todo un símbolo, el de Planeta.