El síndrome de Procusto procede de la mitología griega. Nos demuestra la lección que recibió el cruel posadero Procusto quien aparentemente recibía en su casa a los viajeros y en la cama que les ofrecía les torturaba para que cupieran en ella. Teseo se enteró e hizo lo mismo con él.
El síndrome de Procusto se sigue aplicando en todos los entornos que conocemos, Prepotencia y víctima son términos que podemos aplicar en la familia, en el trabajo, en los deportes, en la educación, en la política, en las empresas… en cualquier tipo de actividad que suponga la valía de la víctima sobre la incompetencia del prepotente.
El síndrome de Procusto define al prepotente como envidioso, intolerante, inseguro, competitivo… Todas las cualidades más negativas que una persona pueda tener. Actúa sin pensar a quien puede dañar porque lo importante para él es lograr su objetivo caiga quien caiga. Machaca moral y físicamente, si puede, a quien se interponga en su camino si piensa que es mejor que él.
El síndrome de Procusto define a la víctima como creativa, independiente, competente…Todas las cualidades más positivas que una persona puede tener. Actúa ante el prepotente, al principio con miedo, con sorpresa, con incertidumbre; sin embargo, cuando reacciona y deja salir su energía, su tesón e imaginación aumenta sin pensar en el mezquino ser que ha intentado robarle sus sueños.
El síndrome de Procusto tendrá como resultado para el prepotente su frustración, su temor a ser superado y a que aparezca alguien, como Teseo, que haga que recaiga en él lo que ha ido sembrando.
El síndrome de Procusto tendrá como resultado para la víctima su compensación por haber hecho lo que deseaba, sin preocuparse por herir a los demás porque su libertad y talento son únicos e irremplazables.
En nuestra vida, el síndrome de Procusto lo encontramos continuamente, sólo espero que predominen las víctimas inteligentes sobre los prepotentes inútiles.
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