la realidad es neutral, somos nosotros los que la convertimos en otra cosa. Esto es tanto como decir que no existen los éxitos y los fracasos, que dichos estados son fruto de nuestras interpretaciones. Nosotros somos los que transformamos la realidad en base a nuestros juicios. Esto es algo que los niños no saben hacer, simplemente porque carecen de esa experiencia que nos da los años y que poco a poco convierte lo que nos pasa en información con la que enjuiciar lo sucedido.
La semana pasada disfrute de una sesión introductoria a la PNL (programación neurolingüística), una disciplina que tenía ganas de conocer y que realmente me resultó muy interesante. Este campo del conocimiento abre ante mis ojos un mundo de posibilidades que había imaginado pero que no había “tocado”. Si tuviera que resumir de qué va esto de la PNL, creo que una frase del instructor lo sintetiza a la perfección: “pensamos con nuestros sentidos”.
Es precisamente esa frase la que esconde el poder de la PNL. Saber cómo los otros construyen sus mundos interiores, porque si pensamos con nuestros sentidos, a lo que tendríamos que prestar atención es a saber cuál de nuestros sentidos es el que más habitualmente utilizamos, porque esto nos ayudará a entender mejor cómo construye su realidad el otro.
La PNL ayuda a no enjuiciar lo que el otro hace, por supuesto, desde nuestro punto de vista. Nos ayuda a convertirnos en esos niños que no juzgan las cosas, que simplemente dejan que pasen de forma neutral para ver a dónde llevan. Los niños viven una realidad neutra que se convierte en otra cosa sólo cuando sucede. Cuando enjuiciamos, impedimos que esa realidad vaya a donde tiene que ir, y somos nosotros los que decidimos el camino. Es en ese punto donde dejamos de escuchar para demostrar que nosotros sabemos la respuesta, es en ese punto donde se alimenta nuestro ego, ese que tan poco nos ayuda a la hora de entender todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Los sentidos construyen la realidad en base a unos patrones muy concretos. Por ejemplo, los visuales dan forma a su mundo de una manera circular. Esto significa que todo está conectado, que se puede ir de un lado a otro sin tener que pasar por un punto intermedio.
Las personas auditivas, por contra, construyen su realidad de una manera lineal, todo sigue un orden y una secuencia lógica. A los auditivos les encanta recrear la realidad con pelos y señales, les gusta contar las cosas en el orden que ellos interpretan que han sucedido.
Los kinestésicos (aquellos que utilizan más el tacto, olfato y gusto) dan forma a la realidad en base a lo que ésta les hace sentir. Son personas que necesitan las sensaciones para construir la realidad, y en ese mundo se habla un idioma diferente, más profundo, más cercano al corazón que a la cabeza. Los kinestésicos tienen una sensibilidad especial a la hora de percibir la realidad.
Como veis la cosa da mucho juego. Saber cómo construye la gente su mundo nos aporta unas ventajas muy interesantes a la hora de convivir y trabajar con los otros. ¿Cómo? es realmente la pregunta clave. Cuando alguien hace algo bien, ¿cómo lo hace?. Esa es la cuestión. ¿No te pasa que a veces hay algo que haces muy bien pero no sabes cómo explicarlo?. Encontrar esas recetas para entender porqué hago bien lo que hago bien es una fuente de autoconocimiento muy poderosa, porque en base a esas recetas puedo comenzar a dar forma a mis actos futuros, utilizando un patrón contrastado y que me funciona.
Este curso confirmó lo que mi intuición me decía sobre los sentidos, pero en mi mundo interior yo veo a los sentidos como unos tramposos que nos engañan constantemente y que ganan la mayor parte de partidas que juega con la razón. Fue precisamente nuestra razón la que inventó la ciencia para así hacer frente al poder de los sentidos, pero visto lo visto, nuestros sentidos siguen manteniendo el poder de construir y dar forma a nuestra realidad. Creo que merece la pena poner el foco en ellos para saber cuáles son sus trucos y hábitos a la hora de construir los juicios que definen nuestra realidad.