Tras la descomposición de la URSS en los primeros años noventa, uno de los sectores que más sufrió la crisis posterior fue la industria armamentística rusa. No solo había desaparecido prácticamente todo el mercado interno, sino que muchos de los destinos de las exportaciones se esfumaron tras la caída del telón de acero, con los consiguientes efectos económicos, sociales y geopolíticos para Rusia. No obstante, con la entrada del nuevo siglo y la prioridad que la nueva Administración de Putin le dio —sobre todo a partir del 2010—, Rusia parece haber recuperado buena parte del poderío militar e influencia geoestratégica que en el pasado ostentó. En la actualidad, es el segundo mayor exportador de armas del mundo —solo superado por EE. UU. — con una cuota de mercado superior al 20%.
El mejor ejemplo es el sistema S-400 Triumf —conocido en la OTAN como SA-21 Gruñón—, el sistema de defensa antiaérea integral de fabricación rusa más avanzado de su clase. Cuenta con toda clase de herramientas —lanzadores, radares, antenas…— y tiene automatizados casi todos los procesos de combate —rastrea y destruye varias docenas de objetivos simultáneamente: aeronaves, misiles, drones…—. Es, en defin...
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