El gobierno de Pedro Sánchez atenta casi a ritmo diario contra la Constitución y socava impunemente los fundamentos del sistema político español, sin que nadie ni nada lo frene. Aberraciones como la cesión a Cataluña de grandes masas de dinero, inversiones, control de la inmigración y otros recursos que se le niegan a otras autonomías, además de un indulto y una amnistía para delincuentes catalanes y otras muchas prebendas, están creando, poco a poco, un Estado Catalán, una independencia progresiva otorgada por la puerta trasera, en contra de la voluntad de los españoles. La realidad presente demuestra que España está indefensa frente al ataque de partidos políticos envilecidos y dirigentes pervertidos que merecen ser juzgados. Si nos salvamos un dia del sanchismo, la mayor urgencia de España será cambiar el sistema para que funcione como una auténtica democracias, con instituciones y poderes que sepan defenderla y con filtros y barreras que impidan que políticos miserables alcancen el poder. España necesita cuestionarse los fundamentos de su sistema político y de su Constitución. La Historia reciente está demostrando cada día que la Justicia puede ser tomada por asalto desde el poder Ejecutivo, que el Parlamento es un cónclave de marionetas bien pagadas, que la Monarquía no cumple su juramento de defender a España, que las Fuerzas Armadas no se activan contra enemigos internos que se apoderan del Estado y que la sociedad civil ha sido castrada y neutralizada por una banda de políticos desalmados. —-
La impunidad con la que Sánchez golpea y aplasta la democracia nos lleva a cuestionarnos la validez de nuestro sistema, carente de garantías e incapaz de frenar a un malvado que se haya apoderado del Estado. Ni el Rey, ni las Cortes, ni la Justicia, ni las FF.AA. funcionan.
Señalemos a Pedro Sánchez como lo que es, un modelo de político corrompido. Su obsesión por mantenerse en el poder le conduce a destrozar el Estado y a entregar una España desarbolada a cambio de votos.
La mayoría de los españoles piensa que Sánchez es un ser despreciable, inmoral, desenfrenado, astuto, capaz de mentir y engañar sin sentir remordimiento y de pactar barbaridades, insensateces e injusticias con los partidos más sucios y miserables.
Llevamos años padeciendo el sanchismo y gritando “SOCORRO”, pero nadie viene a socorrernos porque nuestras instituciones defensivas están podridas y no funcionan.
La más reciente barbaridad del sanchismo ha sido pactar que las empresas que huyeron de Cataluña y no regresen sean castigadas, un evidente abuso de poder, contrario a la Constitución, a la libertad empresarial y a las leyes europeas que un político fuera de control, como Pedro Sánchez, puede imponer a un pueblo previamente castrado.
Las más recientes concesiones de Sánchez a cambio de los votos que necesita para seguir gobernando son actuaciones de pura mafia y auténticos atentados contra la Constitución.
Es lógico que si el pueblo es impotente para frenar a quien abusa del poder y destruye su nación, el sistema, también mafioso, debe ser cambiado.
La democracia fue creada para supervisar y limitar el poder de los gobernantes, pudiendo, incluso, destituirlos. La impunidad que observamos en el sanchismo es bastarda y debe acabar, como también la tolerancia frente a la corrupción y el acceso al poder de canallas y corruptos.
O España instaura una democracia que sepa filtrar a los corruptos y sinvergüenzas, o el país va a perecer, destrozado por sus políticos.
La sensación de impotencia que domina el panorama español es demencial e intolerable. Un sistema que permite que un miserable gobierne en contra de la voluntad popular y de las leyes no es un sistema sino una cloaca llena de mafiosos.
Francisco Rubiales