
Cartago Nova
El campamento de Escipión quedó en el actual barrio de Santa Lucía, probablemente en la falda del Cabezo de los Moros. Después de ocupadas las posiciones, dio orden a Cayo Lelio para que bloquease la ciudad por el lado del mar. Dos mil ciudadanos, escogidos entre los mejores, fueron armados y situados en la puerta del istmo, frente al campamento romano. Los hombres de armas eran solamente mil y se dividieron en dos destacamentos. Finalmente, quedaban varios contingentes de ciudadanos armados dispuestos a acudir a los puntos de las murallas o puertas donde fueron requeridos. El primer encuentro se verificó por iniciativa cartaginesa entre las fuerzas romanas de las que quedaron formadas en el istmo y la guarnición de la puerta, que, anticipándose al ataque, cayó sobre los soldados de Escipión, resistiendo éstos la salida hasta que los atacantes volvieron a refugiarse detrás de las murallas. Escipión, que vigilaba el desarrollo de los acontecimientos desde lo alto del Cerro de los Moros o monte de Mercurio, observando que en muchos puntos las murallas habían sido desguarnecidas, ordenó el asalto con escalas, dirigiéndolo él mismo. La narración de Polibio y Livio no hace sino disfrazar un desastre romano, escudándose en la gran altura de los muros, que hicieron gran mortandad, hasta que Escipión se vio obligado a ordenar la retirada. Mientras tanto había atacado la escuadra, desde el mar, “con más tumulto que éxito”, como escribió Tito Livio. Ocurrió entonces la maniobra que había de dar el triunfo a Escipión, y que probablemente tenía ya preparada, al ser rechazado el ataque frontal, para atraer la atención de los sitiados sobre la puerta y que se desguarneciesen otras defensas de la muralla.Había ordenado un nuevo ataque con escalas, valiéndose de las tropas de refresco, atacando por todos los puntos simultáneamente. Quinientos hombres, también provistos de escalas, estaban preparados por la parte del estero. Cuando las aguas del estanque seguían ya el movimiento natural de la marea, quedando tan descubiertos los vados que en algunos puntos los soldados solamente tenían agua hasta la cintura. De esta forma los quinientos hombres “atravesaron la laguna sin trabajo”, y hallando desiertas las almenas se apoderaron del muro sin sacar la espada, “la muralla en aquel punto no estaba fortificada porque la naturaleza del terreno y la barrera de agua las había hecho considerar inexpugnable”. Los soldados que subieron por las escalas hasta el remate de la muralla corrieron por el camino de ronda hasta la puerta no muy lejana, (mientras que los que atacaban la puerta formaban la tortuga con los escudos y trataban de abrirla despedazándola con hachas y azuelas), y una vez allí, atacando por la espalda a quienes la defendían, lograron abrirla aunando sus esfuerzos con los de fuera. Los que entraron por la puerta (en orden de batalla, con sus jefes y sin dejar las filas, según Livio) tomaron el monte Esculapio, llegando hasta el foro. Para atemorizar a los habitantes se ordenó un degüello general que solamente cesó, sustituido por el saqueo, cuando se rindió Magón. De esta forma casi inverosímil, con sólo dos días de asedio, se tomó la plaza más fuerte del Mediterráneo, en el año 209 a.C., en la primavera, hacia el mediodía. La caída de Cartago Nova significa el principio de la decadencia cartaginesa, el fracaso de la gran operación de Aníbal y el que cuatro años más tarde, con la entrega de Cádiz, los romanos destruyeran la potencia del Imperio cartaginés en Hispania. El botín obtenido fue inmenso: 120 catapultas de las más grandes y 281 de las pequeñas; 23 balistas grandes y 52 pequeñas; extraordinario número de escorpiones grandes y pequeños, de armas ofensivas y defensiva, y 72 enseñas. Además, grandes cantidades de oro y plata en pasta; 276 pateras de oro, casi todos de una libra de peso (325 g); 18.300 libras de plata trabajada o acuñada y gran cantidad de vasos de plata. Se apoderaron los romanos además de 40.000 modios de trigo y 270.000 de cebada. En el puerto fueron capturadas 63 naves, algunas con su cargamento, compuesto de trigo, armas, cobre, hierro, velas, cordajes de esparto y otros materiales necesarios para el equipamiento de las flotas. Los prisioneros fueron cerca de 10.000, dejando en libertad a los que eran de Cartago Nova, aunque no sabemos si esta referencia puede aludir a los mastienos; unos 2.000 artesanos fueron declarados siervos públicos o esclavos del pueblo romano y se les prometió la libertad, y los demás fueron destinados a reforzar las tripulaciones de la flota; se capturaron además unos 300 rehenes de diversos pueblos y se les devolvió la libertad para que volvieran a sus lugares de origen cantando la generosidad de los romanos.