Tras ser casi masacrados en la batalla de Acre, la orden de San Juan tomó Rodas en 1307, convirtiendo la isla en un bastión feudal en forma de fortaleza. La orden tenía una amplia experiencia en la construcción de fortificaciones, como la del Crac de los Caballeros en Tierra Santa, por lo que las fortificaciones de la isla fueron imponentes.
Apostados en Rodas, los hospitalarios crearon un escuadrón de galeras de combate, con las que hostigaron las costas otomanas durante 200 años y eso a pesar de que nunca hubo más de 500 hospitalarios en activo.
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El sitio de Rodas
Tras conquistar Belgrado, Solimán el Magnífico puso sus ojos en Rodas, mandando una amenazadora carta al recién nombrado nuevo Gran Maestre, Philip L´Isle Adam, el cual se apresuró a pedir ayuda al papa y a toda la Cristiandad para prepararse ante la amenaza otomana. No recibió ninguna ayuda.Lejos de amilanarse, envió a sus barcos a comprar trigo y vino por todos los puertos del mediterráneo, mientras reforzaba sus fortificaciones defensivas, que habían sido remodeladas desde el último asedio turco por los mejores ingenieros militares italianos y colocaba dos enormes cadenas de hierro en el puerto, reuniendo a unos quinientos caballeros y otros mil quinientos soldados que debían hacer frente a unos 200.000 otomanos que desembarcaron el 24 de junio de 1522, fecha nada casual pues era el día de la fiesta más sagrada de los Caballeros de San Juan.
Más de un mes después comenzó el asedio propiamente dicho. Los otomanos habían traído toda su panoplia artillera y más de 60.000 zapadores, que poco a poco fueron acercándose a la fortaleza a pesar de las salidas de los Caballeros. Los otomanos bombardearon la ciudad durante un mes, mientras se daban los típicas zapas y contrazapas entre sitiadores y sitiados, llegando los hospitalarios a neutralizar hasta 50 túneles otomanos que intentaban volar las murallas desde sus cimientos.
A pesar de ello el 4 de septiembre, en la zona más antigua de las fortificaciones hospitalarios, una mina consiguió abrir brecha y los otomanos se lanzaron sobre ella. Sin embargo los hospitalarios resistieron, hasta el punto que 5 días después, las bajas otomanas eran tan grandes que los soldados debían ser empujados a golpes al ataque, de las pocas ganas que tenían de volver al infierno “hospitalario”. Nuevas minas explotaron y las brechas en las defensas se fueron agrandando, mientras que cada pérdida hospitalaria no era reemplazable, los otomanos seguías mandando más tropas frescas, pero ni aún así los otomanos pudieron entrar en la ciudad a pesar de un ataque general encabezado por los jenízaros el 24 de septiembre.
Con el invierno a las puertas Solimán vio peligrar su empresa, e inició contactos diplomáticos para ofrecer una rendición honrosa a los defensores, que culminaron con un acuerdo el 20 de diciembre. Para Solimán, cualquier fracaso militar podía interpretarse como debilidad y costarle el trono, por lo que los términos fueron muy generosos para los sitiados. Así el 1 de enero de 1523 los hospitalarios supervivientes embarcaron en su gran carraca “Santa María” y en las galeras San Jaime y Santa Buenaventura, llevándose sus posesiones y reliquias, abandonando con honor la isla que habían defendido durante más de 200 años.¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí
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