Viví dos años en Cuba como director de la corresponsalía de la Agencia EFE y tuve la ocasión de sentir asco ante la sociedad de soplones que creó la Revolución. Allí nadie confiaba en nadie y mis amigos sólo hablaban conmigo libremente cuando se encontraban en el mar, a treinta metros de la playa. Una vez le pregunté a uno de ellos que por qué teníamos que meternos en el agua para hablar de política y me dijo "La Revolución tiene ojos y oídos en todas partes". En mi barrio de la Habana (El Vedado) todos denunciaban a todos y a veces había colas delante de la casa de la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), una tipeja feminista y dictadora, con carnet del Partido, que era lo más parecido a un lugarteniente de Capone en el Chicago de los años treinta.
Arturo Pérez Reverte, que, por su valentía y sentido de la libertad, podría escribir en el blog Voto en Blanco, acaba de publicar en su 'twitter una pieza en la que afirma que: «Anna Frank fumaba. La delató un vecino a la Gestapo». Con sus palabras denuncia el intento socialista de crear en España una sociedad de soplones, chivatos y delatores.
Pérez Reverte, al igual que miles de españoles decentes, siente asco ante la invitación de la ministra Leire Pajín a que nos denunciemos unos a otros por fumar al margen de la ley. Nosotros creemos, como nuestro valiente escritor, que uno de los sueños del socialismo siempre es convertir al chivato en centro de la sociedad, en una especie de héroe del sistema, servidor voluntario del totalitarismo estatal. El escritor salía así en defensa del alcalde de Valladolid, fustigado por los "progres" y por los gubernamentales promotores del chivateo, por haber comparado la invitación a delatar del gobierno con los inicios del drama nazi en la Alemania hiteleriana. «Era justo lo que nos faltaba. Que nos convirtieran en un país de chivatos», afirma Pérez Reverte.
Asistí en Cuba una vez a una reunión de barrio de un Comité de Defensa de la Revolución y contemplé uno de los espetáculos más denigrantes que pueden protagonizar los humanos. El tema central de la reunión era adjudicar un par de lavadoras rusas entre los ciudadanos más ejemplares. La representante del "Partido" propuso unos nombres y después comenzaron las "alegaciones". Los chivatos y delatores entraron en acción y resultó que una de las candidatas se acostaba con un extranjero, que otra de las aspirantes a la lavadora era "racista" porque había insultado a un negro y que otra no había votado en una de aquellas falsas convocatorias electorales de la Revolución. Las acusadas salieron a defender, acusando a otras. Había una que criticaba al "compañero Fidel", otra "que le ponía los tarros (cuernos) a su marido" y otra que "no se lavaba y apestaba la condenada". Entonces estalló tal trifulca, con todos acusando a todos, que la adjudicación de las lavadoras tuvo que ser aplazada para otra ocasión. Los chivatos oficiales del Partido, los de la "seguridad del Estado", por supuesto que tomaron notas y "elevaron" el correspondiente informe.
¿Es esa la sociedad que quiere implantar aquí Leire Pajín, con el apoyo del sonriente Zapatero? Los que ya han arruinado a España y entronizado la mentira como núcleo del gobierno, ¿quieren también convertirnos en soplones?
Pérez Reverte cree que España recupera con la ley antitabaco «el bonito deporte de apuntar con el dedo: te pones el mono de miliciano, la camisa de falangista o la vara de inquisidor, y te pones ciego».
«No se trata de fumar, rediós. Se trata de ser libre para elegir, o de que no te dejen elegir. O semos o no semos. Y no semos», señaló. Añadió: «Más que el humo del tabaco, a mí me molesta el humo que tanto sinvergüenza con coche oficial pretende echarme a los ojos».
Desde Voto en Blanco decimos que malditos sean la opresión, el miedo y las tendencias totalitarias. Yo no fumo y me molesta terriblemente que otro me arroje el humo a los ojos, pero, a partir de ahora, voy a contemplar a los fumadores como víctimas de la "casta" política y tal vez hasta me caigan simpáticos. Ya me ha ocurrido con los controladores aéreos. Me parecían tipos arrogantes y con poca sensibilidad, pero ahora, después de que Pepiño y Zapatero los hayan aplastado, sin misericordia y sin defensa, me caen bien y procuro defenderlos porque son víctimas del poder abusivo.
Siempre conviene recordar el poema que citó el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva (PP), provocando el furor de Leire y sus "progres". Es de Martin Niemöller. Leerlo de vez en cuando es saludable para todo hombre o mujer libre y decente, sobre todo cuando, como es el caso de España, se padece un gobierno de mequetrefes autoritarios:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Revista Opinión
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