Revista Opinión

El socialismo andaluz ha creado un "régimen" sucio y denigrante

Publicado el 06 julio 2011 por Franky
Las "aventuras" del comisionista Ivan Chaves, hijo de Manuel Chaves, antiguo presidente de la Junta de Andalucía, un precoz experto en atrapar dinero público para sus clientes y para él mismo, junto con los escándalos de los falsos EREs, el chantaje a empresarios detectado en Mercasevilla, las subvenciones utilizadas para premiar a los amigos del poder y castigar a los adversatios y los muchos otros escándalos, ya detectados, que esperan su turno para salir a la luz, demuestran por encima de toda duda que el socialismo andaluz ha instaurado en Andalucía un "régimen" sucio, antidemocrático y denigrante, que debería haber provocado hace muchos años la indignación y la rebeldía ciudadana.

Del análisis objetivo y sereno de los escándalos recientemente denunciados emerge una Andalucía estremecedora, tan corrupta y alejada de la democracia y la decencia que nadie es capaz de entender cómo los ciudadanos andaluces soportan ser gobernados por un sistema tan sucio y denigrante.

Durante sus más de tres décadas de dominio político en Andalucía, el socialismo ha construido un "régimen" basado en el control de la sociedad y de los ciudadanos, sostenido por dos columnas de acero: la primera es la presencia agobiante de la Junta y del partido en toda la sociedad andaluza, incluso en espacios que les están vetados en democracia, y la segunda es un complejo y eficaz sistema de premios y castigos públicos y económicos que ha dado un poder desproporcionado e ilícito a los administradores públicos, que ha enriquecido a muchos y que siempre ha beneficiado a los amigos y castigado a los adversarios del "poder".

Los hijos de Chaves, eficaces captadores de comisiones y subvenciones públicas, la hija de Viera, beneficiada con decenas de contratos millonarios de publicidad e imagen en empresas públicas y privadas, los que cobran pensiones públicas de empresas en las que nunca trabajaron y los miles de amigos del poder que han sido colocados en el sector público o, lo que es peor, que cobran sueldos públicos sin trabajarlos, son emanaciones lógicas de ese "régimen" socialista andaluz, que, posiblemente, ha batido todos los "records" de corrupción y abuso de poder en Europa.

Una temible manada de predadores, integrada más de un millar de expertos en comercializar contratos, concesiones, subvenciones, expedientes, concursos, pensiones y hasta puestos de trabajo en el sector público, "patrulla" Andalucía de norte a sur y de este a oeste, en busca de presas. En la manada figuran medio centenar de cachorros del régimen, recaudadores, comisionistas de todo tipo, familiares de altos cargos, ex directores generales, ex consejeros y hasta ex presidentes. Muchos empresarios corrompidos viven de los negocios que esa manada les proporciona y otros muchos se tapan la nariz y pagan los altísimos márgenes que les exigen como comisión, conscientes de que esa es la única vía para hacer muchos negocios con el régimen.

El dinero, abundante durante los años prósperos, ha sido utilizado por el régimen para ganar adeptos, premiar a los adictos y acorralar a los adversarios. Hay listas negras de personas y empresas que no pueden ganar un concurso y a las que se les hace la vida difícil, sólo porque piensan diferente que el poder. Hay miles de concursos públicos otorgados "a dedo", siempre a amigos. Existe una red de comisionistas que abren puertas y que obtienen fácilmente contratos y subvenciones. Hay decenas de empresas públicas, innecesarias, creadas para endeudarse más, hacer más favores y colocar a más amigos.

La presencia de la Junta y del partido socialista en la sociedad andaluza es agobiante, tan densa que para encontrar algo igual hay que remontarse a las repúblicas soviéticas de la URSS, en tiempos de Breznev. El poder socialista está en los medios de comunicación, en las universidades, en los colegios e institutos, en los sindicatos, en la patronal, en las cajas de ahorros, en la iglesia Católica y en las sectas religiosas, en las ONGs, en el sector sin ánimo de lucro, en las asociaciones de vecinos, en las cofradías, en los colegios profesionales, en las asociaciones de inmigrantes, en la sanidad, en los tribunales y, de manera obsesiva, en la economía, la mitad de la cual depende, directa o indirectamente, del poder socialista.

La Andalucía dominada por el socialismo apenas ha revelado su faz. En los próximos meses y años irán apareciendo escándalos, uno tras otro, cada vez más horrendos y despreciables, todos ellos consecuencias de la corrupción del poder, del asesinato de la democracia, de la falta de controles a los poderosos, del abuso y del desenfreno de una casta política que consideró siempre a Andalucía como un territorio de su propiedad.

La gente, cuando contempla los estragos del sistema en Andalucía y el impresionante grado alcanzado por el abuso y la corrupción, se pregunta cómo ha sido posible esto en democracia. Pero la respuesta es muy sencilla: la corrupción de los políticos y la cobardía de los ciudadanos lo ha hecho posible todo. A pesar de que Andalucía ha sido postrada, humillada y esquilmada, ¿quien ha salido a la calle para protestar? Las únicas manifestaciones importantes que se recuerdan en Sevilla, la capital del régimen, son las de los aficionados del Sevilla, para evitar que su equipo descendiera a tercera división, y la de los béticos, protestando contra su presidente, Manuel Ruíz de Lopera, otro producto genuino de la Andalucía degradada.

La propaganda ha jugado un gran papel en esa inmensa conspiración que ha convertido a Andalucía en campeona de la antidemocracia. Medios propios como Canal Sur han desplegado una labor tan eficaz como indecente para el control de las mentes, mientras que muchos de los medios privados han sido comprados o captados por el poder gracias al dinero público, que fluye en forma de publicidad. La Junta, mientras tanto, se ha convertido en el primer empleador de periodistas, colocando a miles en sus consejerías, delegaciones, organismos, instituciones, oficinas, empresas y hasta en gabinetes externos mantenidos con dinero público.

Contrariamente a lo que cabría esperar, la corrupción andaluza no se ha mantenido oculta, sino que era y es visible y palpable. El problema es que nadie se ha atrevido a denunciarla. Hay miles de andaluces que saben que hay expresidentes de la Junta y ex consejeros dedicados al tráfico de influencias, que hay miles de conseguidores que viven de mover expedientes y que bastaba con hacerse socio de un recaudador del partido, de uno de los "cachorros" del régimen o de uno de los hermanos del presidente para ganar un concurso público o para obtener una subvención con el triple del dinero que se necesitaba.

Desgraciadamente, Andalucía será noticia de primera plana en los próximos años, a medida que afloren los muchos casos de corrupción. La sociedad española se estremecerá entonces, cuando compruebe los "estragos" que ha generado una democracia que ha sido degradada y envilecida desde el poder, gracias no sólo a la osadía indecente de una clase política sin calidad humana alguna, sino también a la inmensa cobardía y avaricia de una sociedad que sólo era capaz de tener dos sueños: acceder también al dinero público y tomar cervezas con jamón y gambas.

Cuando uno analiza la realidad andaluza y los comportamientos del régimen, comprende la profundidad de la crisis en esta región, con más de un millón de desempleados, con su tejido productivo hecho trizas y situada, al igual que en tiempos de Alfonso XII, en la cola del desarrollo de España y de Europa.

No hay región ni país en el mundo que pueda soportar, sin perecer, tanta corrupción e iniquidad.




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