La situación de España es tan crítica que no soportaría un gobierno socialista ortodoxo, de esos que suben impuestos, aumentan el gasto social, ahuyentan a las empresas y se endeudan para financiar su despilfarro. Si Pedro Sánchez opta por esa vía, España retornará al desastre de Zapatero y tendrá que ser rescatada o desahuciada. —-
Sánchez pretende subir masivamente los impuestos para poder subir también el gasto social y presentar a sus seguidores algunos logros. La subida prevista es de unos 7.000 millones de euros anuales, captados del IRPF, las empresas y las herencias. Para expoliar sin piedad a unos españoles que ya abominan de los impuestos vigentes y que saben que España es el país de Europa con más alta tasa fiscal, si se tienen en cuenta sus bajos sueldos y pensiones, Sánchez ha fichado como ministra de Hacienda a la actual consejera de hacienda de la Junta de Andalucía, María Jesús Montero, que llegará a Madrid con un terrible bagaje: un millón de parados en Andalucía, la tasa de desempleo más alta de toda Europa, un atraso endémico andaluz que sorprende, después de miles de millones de ayudas europeas, Más de 850 millones repartidos entre amiguetes del PSOE con los ERES fraudulentos y una revuelta popular contra el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, del que es firme defensora, porque los andaluces se resisten a que sus herencias sean expoliadas por la junta.
Colocar como vicepresidenta a Carmen Calvo, desprestigiada y con un sitio en la Historia del disparate español despues de haber dicho, como ministra del lamentable Zapatero, que "el dinero público no es de nadie", no parece una decisión acertada para reducir el endeudamiento, controlar el déficit, emprender la ruta necesaria de la austeridad y reconducir a España hacia la paz social, el progreso y la prosperidad.
Los primeros gestos de Sánchez abren un mal camino e indican que se nos viene encima una política de gasto y despilfarro que puede destruir lo que queda de prosperidad en España. Cuatro nuevos ministerios, reformas en la decoración de la Moncloa y permiso a la desleal y rebelde Generalitat de Cataluña para que gaste como quiera y recupere el control de sus cuentas constituyen un pésimo comienzo.
Como ha ocurrido siempre, el socialismo gobierna utilizando mejor que la derecha la publicidad y la propaganda, que son sus mejores recursos para adormecer a la ciudadanía y gobernar mientras con plena libertad por la ruta del derroche. Pero esa política, que siempre les ha funcionado, ya no cuela porque los españoles ahora no se fían de los políticos, sean del color que sean, y los vigilan y critican sin miedo.
La única salida para Sánchez consistía en realizar una política mejor en lo político y similar en lo económico a la del PP, que hizo crecer el pais pero que terminó fracasando, precisamente por haber perdido la adhesión de los ciudadanos, hartos de soportar arrogancia, corrupción, impuestos elevados y mucha pasividad, indolencia e ineficacia, además de un uso sucio del dinero público, utilizado para tropelías y abusos, como el de pagar los votos de los políticos vascos con privilegios y dinero abundante que desequilibraba España y incrementaba la desigualdad entre los españoles.
Pero el camino que parece perfilar Sánchez no va en ese sentido, sino precisamente en el contrario: pactos, acuerdos, compra de votos y adhesiones con dinero público, subidas de impuestos, rechazo a la austeridad y a la política decontención, más deuda pública y concesiones múltiples a las tribus miserables, antiespañolas y propagadoras de odio, vascas y catalanas, que le han apoyado para llegar a la Moncloa.
Los asesores de Pedro Sánchez le dicen con razón que si gobierna bien, reduce la crispación, contine la ambición de catalanes y vascos y logra mantener el crecimiento económico, podrá gobernar durante muchos años porque el PP ha dejado el país lleno de frustración y descontento, pero parece imposible que lo logre apostando por una política socialista que en toda Europa ha sido abandonada porque sólo genera pobreza, retroceso y huida del dinero y de las empresas por miedo a los impuestos y al intervencionismo del Estado.
Lo mas probable es que el número de españoles que exigen que las urnas se abran porque el actual gobierno carece de legitimidad suficiente no pare de crecer y la presión popular, unida a los obstáculos que le pondrán, sin duda, las tribus que le apoyan, obliguen a Sánchez a abrir las urnas electorales, huyendo de las otras urnas, en las que se depositan las cenizas de los gobiernos muertos e incinerados.
Francisco Rubiales