Nos rodea y nos envuelve la mentira, estimulada por el poder, amparada por los medios de comunicación cómplices del gobierno y practicada a diario por miles de sátrapas y aprovechados que viven de las arcas públicas, sin aportar nada bueno a una España que está siendo conducida hacia el matadero por una casta política indigna y fracasada, incapaz de conducir con destreza a su pueblo, que ya ni siquiera merece respeto.
Como afirma George Orwell: “En una época de mentira universal, decir la verdad constituye un acto revolucionario”.
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Una de la mayores mentiras del presente mundial es la defensa del socialismo, una conspiración inmensa, alentada en todo el planeta desde el poder y desde la legión de intelectuales y periodistas sometidos que niegan a los ciudadanos la poderosa evidencia histórica de que el socialismo actual, que en nada se parece al socialismo ético de los orígenes, explota a sus pueblos, esparce injusticia y desigualdad y genera castas de privilegiados que acumulan ventajas y riquezas ilícitas a cosa de la miseria de sus administrados.
En un momento de sinceridad que sólo es explicable desde su incipiente demencia senil, Fidel Castro ha reconocido el fracaso del sistema estalinista creado en Cuba por él mismo. “El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros”, afirmó Fidel ante el periodista norteamericano Jeffrey Goldberg cuando éste le preguntó sobre la vigencia del modelo castrista y su validez para otros países.
La condena del socialismo por parte de uno de sus principales impulsores a escala mundial es importante por todo lo que significa como reconocimiento de la sangre, el dolor, la injusticia, la infelicidad y la tristeza que ese sistema ha generado en el planeta.
Sin embargo, a Fidel le faltó decir toda la verdad porque silenció que el socialismo sí ha funcionado para millones de aprovechados, dirigentes, cuadros, sometidos y servidores del sistema, los cuales, a cambio de sus servicios, han recibido privilegios y riqueza que jamás merecieron.
Para algunos cubanos, como el cantante Silvio Rodríguez, sí ha funcionado, como lo demuestran sus cuentas saneadas en divisas, depositadas en "paraísos" capitalistas, y su nueva casa, de cinco mil metros cuadrados, que pronto inaugurará en el polo turístico de Jibacoa, a 60 kilómetros al Este de La Habana. A Silvio, como premio por su fidelidad al castrismo y por su falsa rebeldía, que logró engañar a una parte de la intelectualidad izquierdista mundial, el totalitarismo castrista le permitió privilegios inimaginables para la inmensa mayoría de los cubanos, únicamente al alcance de esa casta poderosa e impune integrada por los "dueños" de la Revolución.
En otros países, como España, el "socialismo", gestionado por Zapatero, ha llevado al país hasta la ruina económica, el fin de la prosperidad, la liquidación del Estado de Bienestar, el desquiciamiento del Estado de Derecho, la pérdida de la esperanza en el futuro y el más triste y desgarrador divorcio entre la sociedad y la "casta" dominante.
Pero ese mismo socialismo fracasado ha servido en España para que casi un millón de "familiares y amigos" del socialismo cobren de las arcas públicas en la actualidad, sin que sus puestos sean necesarios, sin que aporten nada positivo al sistema, sólo como "compensación" socialista a su lealtad y sometimiento al partido y a sus intereses, que, por supuesto, no son los intereses de España.
El mismo "modelo" de falso socialismo sin ética se repite, con mayor o menor intensidad, en todos los países donde ese sistema ha imperado o impera: castas cargadas de privilegios que se enriquecen y viven al lado de pueblos que se empobrecen, acribillados a impuestos, marginados del poder y oprimidos con más o menos saña por élites que se dicen socialistas, que se consideran con derecho a dominar y a someter a sus semajantes, pero que sólo son herederas históricas de la más terrible tradición humana, la de los opresores y sátrapas que exprimen a sus pueblos desde la cúspide del Estado.
Silvio Rodríguez es un ejemplo palpable de cómo el falso socialismo del presente, gestionado por líderes como los hermanos Castro, Hugo Chávez, Zapatero, Daniel Ortega y otros, que no funciona para las naciones y pueblos donde coloca su zarpa, es capaz de gestionar privilegios y de "premiar" a sus servidores y esclavos. Silvio Rodríguez, miembro teórico de un pueblo que no tiene qué comer, que vive hacinado en viviendas ruinosas e insalubres y que malvive envuelto en la miseria y el miedo, rodeado de chivatos al servicio del partido, quiere ahora inaugurar su nueva casa-estudio. La mansión, de tres plantas, se eleva sobre la cima de una de las lomas de Jibacoa, con una maravillosa vista al mar. La planta baja será un amplio parking. La primera planta, con amplios ventanales, será dedicada al recibidor y cuarto de huéspedes. La segunda será familiar; Silvio vivirá allí con su esposa e hijo y ojalá el agradable ambiente le permita reflexionar sobre su ocaso y su traición.