La herencia que recibirá Rajoy es terrible. El nuevo gobierno tendrá que gobernar un país esquilmado, desmoralizado y humillado por un socialismo arbitrario, ineficaz y corrupto. Nadie puede asegurar que España pueda resurgir de sus actuales cenizas, pero lo que si está demostrado es que, en el mejor de los casos, tardaremos muchas décadas en pagar la inmensa deuda que el PSOE ha contraído con los mercados y que las tres próximas generaciones de españoles vivirán hipotecados. La inmensa ruina de España, causada por el mal gobierno de Zapatero, es una verdad ocultada cuidadosamente por la propaganda socialista, que los millones de españoles que siguen votando al PSOE parecen ignorar.
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La Historia es maestra de la vida y enseña mucho. Una de las lecciones que nos ha legado con mayor contundencia es que el socialismo solo puede funcionar cuando existe mucho dinero para despilfarrar. Cuando ese dinero se acaba, salen a la luz, con toda su crudeza, las limitaciones y carencias de un socialismo cuya mejor arma es la propaganda y cuyo mayor éxito ha sido la capacidad de engañar a los ciudadanos, dotándose de una imagen justiciera e igualitaria de la que carece absolutamente.
Atribuyen a Winston Churchill la frase “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes y la prédica de la envidia. Su misión es distribuir la miseria de forma igualitaria entre las gentes del pueblo”. Margaret Thatcher, también ex-premier británica, opinaba de forma parecida, aunque con un matiz diferente: "El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…de los demás”.
La experiencia actual de España es aleccionadora y será estudiada, con toda seguridad, por las futuras generaciones que deseen mejorar la calidad de la política y la decencia democrática. Por lo pronto ha demostrado, más allá de cualquier duda razonable, que las sentencias de Chrchill y Thatcher eran certeras. El socialismo de Zapatero pudo sobrevivir y prosperar cuando España era uno de los países más prósperos del mundo, gracias a que podía gastar a manos llenas. Cuando el dinero empezó a acabarse por la llegada de la crisis, negó tozudamente que la crisis existiera y pidió dinero, de manera descontrolada e irresponsable, a los mercados, convirtiendo a España en uno de los países más endeudados y postrados del planeta. Pero la tragedia, lejos de remediarse, siguió adelante porque, cuando el dinero se acabó y los mercados se negaban a seguir prestando a España, el socialismo, incapaz de renunciar a su naturaleza íntima despilfarradora, optó por las indecentes vías de hacer pagar a los más débiles los daños que él mismo ha causado y por meter la mano en el bolsillo de los ciudadanos, acribillándolos con impuestos, sanciones y subidas de tarifas y tasas.
Zapatero ha demostrado a la historia, con una claridad meridiana, que el socialismo es maniroto, incapaz de renunciar a sus privilegios, inútil para generar riqueza y hasta insuperable a la hora de expandir la corrupción y el crecimiento monstruoso del poder público y del Estado.
También ha demostrado que la pretendida obsesión socialista por la política social que favorece a los más débiles era sólo una fachada electoral y propagandística. La España que están llevando hacia el fracaso y la derrota es hoy uno de los países mas desprotegidos socialmente del mundo desarrollado, con lacras tan terribles como el desempleo masivo, el avance de la pobreza, los bajos salarios, el encabezamiento del ranking europeo de la miseria, la baja calidad en la educación, la pérdida de confianza en las instituciones, el desprestigio de los políticos, el avance estremecedor de la corrupción pública y otros muchos dramas que ponen en evidencia el escaso interés del gobierno español por los ciudadanos y por la preparación de los españoles ante los retos del futuro.
Las lacras evidenciadas por el socialismo en España, bajo el mandato de Zapatero, adquieren una especial, injusta e hiriente gravedad por el insoportable escándalo que representa una población arrasada por la crisis, mientras que los políticos mantienen el grueso de sus privilegios, lujos e inmerecidas ventajas.