– Marina Muñoz Cervera –
Con una alimentación variada y equilibrada tenemos asegurado el aporte diario de sodio.
El sodio que tenemos en el organismo procede fundamentalmente de los alimentos y de la sal de mesa utilizada como condimento.
Todos los alimentos contienen este mineral, siendo escaso su contenido en alimentos naturales, como frutas y verduras y más abundante en los procedentes de origen de animal, máxime si han sido sometidos a métodos de conservación como salazones, ahumados, etc. La comida procesada lo contiene de forma muy abundante.
El sodio, junto con el potasio y el cloro, son fundamentales en algunas funciones vitales del organismo, como el mantenimiento del potencial de las membranas de las células, imprescindible para que se contraigan nuestros músculos, funcione bien el corazón, se generen impulsos nerviosos y podamos absorben correctamente los nutrientes.
También es un elemento fundamental en el mantenimiento del volumen sanguíneo y la presión arterial, entre otras funciones.
Como vemos es un componente vital, nuestro organismo puede compensar pequeños excesos y defectos en su concentración, pero cuando son importantes, fracasan los mecanismos de adaptación y podemos enfermar.
El balance entre el consumo y la eliminación del sodio es función de nuestros riñones y está regulado por un complejo sistema hormonal bajo control del sistema nervioso, que es el que permite que exista un equilibrio compensatorio.
Equilibrio del agua corporal.
Para comprender con claridad las consecuencias de las oscilaciones extremas del ión Na+ en el organismo, vamos a profundizar un poco en cómo establecemos el equilibrio del agua corporal de una forma sencilla.
El agua corporal total está distribuida entre el líquidos intracelular (2/3) y el extracelular (1/3); como vemos, la mayor parte del agua contenida en nuestro cuerpo está dentro de las células.
Mediante procesos activos y pasivos el líquido intracelular se mantiene en constante recambio con el extracelular, pasando el agua de un compartimento al otro de forma pasiva a favor de gradientes osmóticos.
Los síntomas clínicos de la deficiencia o el exceso de sodio en nuestro cuerpo están determinados por las variaciones en la osmolalidad del líquido extracelular, es decir, por la concentración molecular de todas moléculas osmóticamente activas presentes en el mismo.
Como el Na+ del plasma es el principal responsable de la osmolalidad del líquidos extracelular, en la hiponatremia se produce hiperhidratación y en la hipernatremia, deshidratación.
La deficiencia de sodio: Hiponatremia.
Causas:
La deficiencia de este electrolito puede concurrir con un volumen de sangre disminuido, hiponatremia hipovolémica, siendo sus principales causas las siguientes:
– Pérdidas excesivas de líquidos por el sudor sin reponerlas, es el caso de los deportistas que no cuidan su consumo de líquidos en ambientes calurosos o de no cuidar nuestro aporte de líquidos en situaciones de climas muy calurosos.
– Pérdidas excesivas por orina, por el uso exagerado de fármacos diuréticos o sustancias naturales estimulantes de la diuresis, sin reposición de líquidos.
– Diarreas y/o vómitos profusos con pérdidas importantes de líquidos y electrolitos.
– Insuficiencia suprarrenal.
– Quemaduras extensas.
– Peritonitis.
– Pancreatitis.
Sin embargo, también podemos tener deficiencia de sodio en el caso contrario, es decir, con un volumen de sangre aumentado, viéndose reducida proporcionalmente la concentración de sodio, sería el caso de las intoxicaciones acuosas que pueden sufrir los deportistas por un exceso de consumo de líquidos sin dar tiempo para su eliminación por orina y/o sudor. Puede darse en personas que sufren «potomanía» que es un trastorno alimentario que se caracteriza por la obsesión en el consumo de agua, de forma completamente desequilibrada respecto al resto de nutrientes; esta ingesta excesiva de agua le produce a la persona una sensación placentera y pueden llevar a consumirse hasta 8 o más litros de agua al día.
La deficiencia de sodio puede darse aún cuando la cantidad total de sodio esté aumentada si el agua corporal total es grande y hay extravasación de líquidos, como edemas. En este caso, la concentración de este ión que llega a los tejidos no es suficiente porque en gran parte queda atrapado en el líquido extravasado. Se puede dar en la insuficiencia cardiaca, renal, cirrosis hepática, etc.
Síntomas de la hiponatremia.
Los síntomas dependen de la velocidad con la que se instaura la hiponatremia, si es poco a poco o de forma brusca.
Si la deficiencia de sodio se produce lentamente y no es muy acusada, aparecen síntomas como los siguientes:
– Falta de apetito.
– Debilidad muscular.
– Calambres musculares.
– Vómitos y náuseas.
Este descenso lento del sodio puede producirse, por ejemplo, cuando estamos tomando diuréticos.
Si la deficiencia de sodio se establece de forma brusca, los síntomas pueden ser los siguientes:
– Agitación.
– Vómitos.
– Desorientación.
– Temblores.
– Estupor.
– Convulsiones, coma y muerte.
Un ejemplo de la hiponatremia aguda es el de la hidratación excesiva en deportistas, pero también puede producirse después de una cirugía, en niños por la ingesta de grandes cantidades de agua, como puede suceder en piscinas de forma accidental.
Nuestro organismo necesita equilibrio y con una alimentación nutritiva que incluya un aporte de agua adecuado a nuestra actividad, esfuerzo y características individuales, las cantidades de sodio están perfectamente cubiertas.
Por razones de longitud del tema, veremos la hipernatremia en otra entrada.
Entradas relacionadas:
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El Sodio y su presencia en los alimentos.
Fuentes:
– Guzman, Carrizosa, Vergara, Jiménez. “Líquidos y electrolitos en cirugía: Fisiopatología celular y bioquímica”. Editorial Médica Panamericana. Bogotá, 2004.
– Schoemaker, Ayres, Grenvik. Holbrook. “Tratado de medicina crítica y terapia intensiva”. 4ª Edición. Editorial Médica Panamericana. Madrid, 2002.
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– Lic Marcela Licata. “El sodio (Na+) en la nutrición”. zona diet. http://www.zonadiet.com/nutricion/sodio.htm
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