Tal parece que nuestro sofá está excediendo su vida útil por el bien de nuestra familia y, sobretodo, por el bien de nuestro pequeñín y en detrimento suyo. Atrás quedaron sus épocas de gloria y esplendor en las que realzaba la sala. Ahora mas bien hace lo contrario, pero su función es y ha sido básica. Vamos, que como el sofá de los Simpson, hay que ver la de peso que ha sustentado y la de personas que se han sentado en él. Amortizado, lo que se dice amortizado, lo está con creces.Ya durante mi embarazo, una de las cosas que queríamos hacer era cambiar el sofá, pero lo fuimos postergando en favor de otros quehaceres y preparativos. Al final nació el peque, ya casi va a cumplir los dos años y aquí sigue el sofá con nosotros. En resumidas cuentas, que el sofá está hecho polvo.
La única razón por la que no nos arrepentimos de no haberlo cambiado aún es por el peque. La de babas, mordiscos, restos de comida, saltos y escaladas que le dedica. Y doy gracias a que el sofá es marrón oscuro porque si hubiese sido de un tono claro la cosa hubiese sido mucho peor. De haber sido nuevo apuesto a que en estos casi dos años ya hubiese envejecido prematuramente. Sospecho que aún le queda "martirio" que soportar al pobre sofá, especialmente ahora que estamos empezando la ya tan famosa "Operación Pañal", no sea que el peque tenga una de esas fugas accidentales.
Los muebles, muebles son, pero no quería yo que este sofá pasara por nuestras vidas sin pena ni gloria después del servicio prestado con tanta entereza, fidelidad y abnegación, aunque creo que no le quedaba otra al pobre...Y tú, ¿tienes o has tenido un sofá tan fiel y sufrido como éste?