Cuando veo a los personajes de Big Bang Theory, a veces recuerdo instintivamente el grupo de amigos que yo tenía en el Instituto. Contar hoy en día que íbamos los viernes a la biblioteca pública y volvíamos cargados de libros para toda la semana,después de haber pulido las estanterías a la búsqueda de nuevos ejemplares, nos convertiría hoy en frikis de categoría.
O no, no sé. Viendo la cantidad de idiotas que nos rodean y a veces gobiernan tal vez hubiera sido mejor que hubiesen leído más y bebido menos en su juventud. O tal vez hubiéramos debido ser nosotros los que debimos beber más, así ahora tendŕiamos el cuerpo acostumbrado a unos lingotazos con los que soportar lo que hay que ver.
Disculpen, que me evado (debo dejar de leer el periódico). Traigo esto a colación porque por aquella época me leí buena parte de la obra de Ray Bradbury, (sí, los frikis de mi grupo sabíamos que Crónicas Marcianas era algo más que el nombre de un programa de Javier Sardá). De aquella época , y han pasado muuuchos años, proviene también mi recuerdo de "El sonido de un trueno".
Hasta hoy nunca lo había vuelto a leer. La verdad, no me hacía falta, porque nunca me olvidé de su trama, a la que la que la memoria ha vuelto muchas veces: cómo hasta un pequeño elemento en un momento dado puede alterar nuestro futuro.
El aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo. Eso dice al menos un proverbio chino.Hasta ahí puedo llegar. Para El efecto mariposa y la Teoría del caos, tendrán que esperar a que se lo explique Seldon Cooper.