Un día, hace muchos años, llamé a mi abuela y después de hablar un rato me preguntó: “¿Sabes cual es el sonido más bonito del mundo?”
Yo empecé a proponer sonidos – podría ser…: las primeras notas de piano de una composición de Jan Johansson, la risa de los niños, las palabras “Te Amo”, el sonido del agua cuando te tiras a la piscina un día de 40º, los aplausos cuando ganas un concurso, el “noc, noc” en la puerta esperando a Papa Noël… A lo mejor lo más bonito es la palabra “Gracias”, el violín, pequeños pies corriendo por el pasillo es sábado por la mañana, el canto del mirlo…
No sé…
“Anna, es cuando suena el teléfono en el apartamento de una anciana solita. El corazón da un brinco cuando alguien piensa en ti y se toma tiempo para llamarte solo para charlar un ratito…”
Mi abuela ya no está – mi abuelo tampoco – y cada año me quedan menos ancianitos por llamar pero siempre, siempre, hay alguien (a lo mejor ni siquiera tan mayor) que se alegra cuando dices “hola” ….aunque sea por teléfono.
La verdad es que, si lo piensas, es fantástico que con una llamadita puedas dar felicidad… hay que aprovechar esa oportunidad…