La verdad es que yo también me quedé estupefacto con lo de la entrega de los Oscar y eso que no lo vi en directo porque uno es pobre y se levanta temprano para ir a doblar el espinazo. Lo oí por la radio y pensaba que sería un sketch más ideado para una ceremonia hiperguionizada que necesita novedades para mantener un poco del esplendor que ha ido perdiendo con el paso de los tiempos. Ni la industria atraviesa sus mejores momentos, ni la inmensa mayoría de los actores tienen el glamour de “los de antes” pero con los de antes me refiero a los de mucho antes. ¿Te imaginas a Greta Garbo, a Audrey Hepburn o a Humphrey Bogart montando un «pollo» como ese?.
Si te paras a pensar esto del sopapo de Will Smith (tanto si fue de verdad como si no) en realidad no es más que un reflejo de lo que sucede cada día en cualquier lugar y más todavía si sumas a ello la respuesta, Twitter mediante, del hijo del agresor apoyando el guantazo “Así lo hacemos nosotros” decía el chaval. Pues oye, menudo ejemplo. Pero no vayas a pensar, tampoco es muy diferente a los patrones que enseñamos cada día por la tele en los programas eternos de la tarde en cierta cadena. Todo sea por una audiencia que, por suerte, parece que empieza a cansarse de más de lo mismo.
Vale, lo del chiste sobre la alopecia no estuvo bien, más bien fue lamentable en una sociedad poco dada a las bromas sin gusto (ya te digo yo que aquí pasa por alto) pero puede que la reacción del sopapo se pasase de la raya. Imagina por un momento que siguiendo la misma lógica primitiva de Will Smith, algún amigo o familiar de Chris Rock en la sala se viese legitimado para responder al sopapo con un gancho de izquierda. En un momento tendríamos la gala transformada en una buena escena digna de una peli de Bud Spencer y Terence Hill. ¿Te imaginas?
Eso es uno de los problemas que puede que nos haya traído nuestra forma de vivir en una sociedad que va demasiado rápida y se mueve por impulso, sin pensar en los resultados. En el fondo somos animales, no hemos cambiado tanto desde que pintábamos en las cuevas y perseguíamos a los mamuts. Funcionamos como un muelle. Hasta el momento casi siempre tenemos la suerte de que siempre hemos tropezado con alguien que ha sabido mantener la cabeza fría, Imagina que un sátrapa de un país X se levanta por la mañana e invade el país vecino. Los aliados del invadido van, se levantan de su silla y le dan un sonoro bofetón al país X… Si nos dejásemos ir y aplicásemos aquello de “ojo por ojo” al final, como decía Gandhi, “el mundo quedaría ciego”. En un rato estamos inmersos en una guerra termonuclear devastadora. No se, la película esa me suena.