Revista Cine

El Sorprendente Hombre Araña

Publicado el 10 julio 2012 por Diezmartinez
El Sorprendente Hombre Araña
Hagamos un poquito de historia. Entre el Superman canónico de Richard Donner y el solemne reboot de Bryan Singer pasaron casi 30 años, de 1978 a 2006; del Batman de Tim Burton -más interesado en sus villanos y freaks- al conflictuado Hombre Murciélago de Nolan, pasaron más de tres lustros, de 1989 a 2005. Pero con el Hombre Araña hay más prisa: a inicios de este siglo Sam Raimi dirigió, a mi parecer, una de las mejores cintas de súper-héroes de la historia com El Hombre Araña (2002) y apenas ha pasado una década cuando he aquí su reboot, El Sorprendente Hombre Araña (The Amazing Spider-Man, EU, 2012), segundo largometraje del competente Marc Webb (agradable comedia romántica/de-rompimiento 500 Días con Ella/2009). A este ritmo, el siguiente reboot arácnido -digamos, El Aún Más Sorprendente Hombre Araña- llegará a inundar las salas de todo el orbe en cinco años, cuando estemos viendo la segunda parte de la película que se acaba de estrenar el viernes pasado. Dicho lo anterior, si de todos modos Hollywood está decidido a hacer reboots con el único fin maligno de exprimir el bolsillo de cinéfilos y/o comiqueros veraniegos, ojalá los haga como El Sorprendente Hombre Araña. En sentido estricto, estamos más cerca de inconfesado remake que ante un replanteamiento del personaje y/o escenario. Peter Parker sigue siendo el tímido adolescente que, mordido por una súper-araña, se transforma en un tipo que escala edificios y escupe una sustancia pegajosa que sale de sus muñecas; nuevamente recibe su choro aleccionador por parte de su Tío Ben (ya no el "Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad" sino "No se trata del libre albedrío, sino de la responsabilidad); otra vez se enamora de una jovencita preciosa que el mundo real no debería ni pelarlo (aunque ahora no es la pelirroja Mary Jane, sino la rubia Gwen Stacy); y, para variar, se tiene que enfrentar a un científico loco que se transforma, en este caso, en un Lagarto quasipriísta que, nomás porque sí, se enoja y quiere acabar con todo Nueva York. Ah, y también como en la primera película de Raimi, se supone que Peter Parker tiene que renunciar al amor de su media naranja porque primero es el deber que el placer -un momento que, en el caso de este nuevo filme, nunca llega a transmitir un genuino pathos: nadie se toma en serio ese tipo de promesas, como bien lo dice el propio protagonista. Si bien el guión no ofrece ninguna novedad, hay que aceptar que la ejecución de Webb y de su equipo técnico/artístico es superior a lo que podría esperarse de una película de esta naturaleza: hay por lo menos una escena notable de acción y slapstick (Peter Parker en el metro), los efectos especiales son mejores que en los filmes de Raimi (sobre todo en las escenas del Hombre Araña viajando por los aires), hay un momento bien logrado de conmovedor populismo laboral (los trabajadores de las grúas, unidos/jamás serán vencidos) y, por supuesto, una atractiva e interesante pareja protagónica en Andrew Garfield y Emma Stone.  Empecemos por Garfield: no tiene 18 años, aunque eso parezca por su físico y interpretación. De hecho, el angelino-británico tiene 29 y una ascendente carrera que inició con la sólida trilogía noir Red Riding: In the Year of Our Lord 1974-1980-1983 y que ha continuado con filmes tan disímbolos como la devastadora cinta de ciencia-ficción Nunca Me Abandones (Romanek, 2010), ese Citizen Kane del nuevo siglo que es Red Social (Fincher, 2010) y, ahora, con este multimillonario y arácnido blockbuster veraniego. Como actor, Garfield ha demostrado su talento; veremos si encarnar a Peter Parker lo convierte, además, en una estrella -el Hombre Araña no pudo hacer eso con Tobey Maguire: evidentemente, los súper-héroes tienen límites. En cuanto a Emma Stone, hay un consenso creciente que es lo mejor de El Sorprendente Hombre Araña. Dificil estar en desacuerdo: aunque no tiene tanto espacio como Kirsten Dunst en el filme de Raimi ni, tampoco, mereció una escena emblemática -como el beso invertido del filme de 2002-, Miss Stone se apropia de la pantalla cada vez que entra en ella con su aplomo, determinación y belleza. De hecho, más que la dama joven presta a ser rescatada por Spidey, la Gwen Stacy de Miss Stone es una especie de inteligente y audaz compañera del héroe enmascarado. A ver, fanáticos del cómic, ¿en qué se convierte Gwen Stacy? ¿En Miss Araña?

Volver a la Portada de Logo Paperblog