No lo creo; ni Pedro ni Jesús hubieran estado de acuerdo que un representante -según El Vaticano- de ellos se vistiera de oro para pregonar su palabra, así que solo por ese hecho queda descalificado.
Ante tanto lujo soberbio lo primero que siento es pena ajena por el catolicismo.
Hay Benedicto ¿ Cuándo entenderás?