Había una vez, en un pequeño mundo donde los autos tenían vida propia y convivían pacíficamente con los humanos. En aquel lugar existía un niño muy especial, era el niño más feliz de todo el universo, amable, amigable, soñador; le gustaba correr y jugar a toda hora y sobre todo tenía el don de cambiar a las personas y a los autos con solo hablarles.
El niño del que les hablo, se llama Andrés, además de las cualidades anteriormente mencionadas, era un chico de unos 14 años, delgado, moreno, cabello negro, lacio y largo como el de los guerreros espartanos; ojos café y cara fileña. Su sueño más grande era el de tener auto amigo, pero no era cualquier auto, era uno de esos llamados maquinaria pesada.
Ustedes se preguntaran, ¿¡un chico de 14 años, delgado, enclenque y sin fuerza quiere un auto de esos!? Dirán ¡eso nunca sucederá! Aunque parezca increíble esa era su sueño y para él no hay quimeras imposibles.
Un día cualquiera, en la escuela y a la hora del descanso, Andrés se dirigió al centro del patio, se armó de valor y con una voz muy fuerte grito:
- ¡Escucheeeeeeen todos! Algún día este mundo estará en peligro y yo, Andrés, los salvaré a todos.
Luego de eso, hubo un silencio aterrador entre los presentes que lo miraban asombradamante, hasta que todos al unísono empezaron a reírse de las palabras de aquel valiente joven.
- Unos decían, ¡si tú, ha ha ha ha ha! ¡está loco!
- Otros exclamaban, ¡con tu fuerza no levantas ni una hormiga¡
Sin embargo, Andrés no le dio importancia a las burlas y murmullos de los presentes y se dirigió hacia su aula con la sonrisa que lo caracteriza. Cuando salía de la escuela siempre se le veía sonriendo y distraído como si no existiera más nada, solo él; en su mente siempre llevaba la imagen de una Retroexcavadora Cargadora Compacta de Orugas que se transformaba en un androide en el cual él es su tripulante, este le ayudaba a derrotar las fuerzas enemigas que amenazaban su mundo y a sus amigos.
una tarde gris, Andrés caminaba, de regreso a su casa, distraído e imaginándose toda clase de maquinarias pesadas que se convertían en androides y sin darse cuenta estaba en medio de una camino sinuoso y tenebroso, el silencio era aterrador; sin embargo, como si una fuerza que él no podía controlar siguió adelante si detenerse, camino y camino sin ver y escuchar nada, ni el sonido del viento oía a pesar que el viento soplaba muy fuerte, de repente escucha un voz un tanto ronca, gruesa y espantosa, que incluso el increíble Hulk temblaría de miedo al escucharla. La voz exclamó:
- ¿quién anda ahí? ¿quién osa interrumpir mi sueño?
- ¡yo! Replicó Andrés con la voz entre cortada y algo tembloroso del miedo ¿de quién es esa voz? Pregunto.
- ¡Callad!, el de las preguntas soy yo ¡mocoso! Murmullo la voz y prosiguió diciendo
- ¡Asomad tu horrenda cara! si no quieres desaparecer, aún molesto por la extraña visita del aquel joven.
- Andrés dijo, ¡disculpa, me perdí y no se en que momento llegue aquí! ¡no era mi intención molestarlo! ¡Ya me voy!
- La voz extraña exclamó: ¡está bien! y espero no vuelvas más, sino lo lamentaras…
En ese momento Andrés dio media vuelta para marcharse de aquel horrible lugar, en su Mente habían muchas preguntas y distintas imágenes de cómo sería el ser de aquella voz, si era humano o un auto, ya que nunca vio la presencia del susodicho; camino, camino y camino; de repente se detuvo, quedó en silencio y su mirada la dirige en todas direcciones. Fue ahí cuando se percató que estaba perdido y en medio de la nada, entonces pensó en volver a aquel al lugar tenebroso donde se topó con la voz extraña, – pero sí vuelvo él me matara – pensó Andrés. Entonces nuevamente se armó de valor, dio la vuelta y se dirigió hacia la extraña voz, esta vez estaba dispuesto encarar a ese ser sin importar lo que pasara.
Luego de caminar varios metros, por fin llegó al lugar de residencia del extraño ser. Andrés se detiene, se da cuenta que el extraño no ha notado su presencia; toma la decisión de avanzar más y para salir de dudas lo mira frente a frente. Al mirar por primera vez al extraño ser, Andrés no puede creer lo que sus ojos ven, el sueño de su vida estaba ahí con él, es una Retroexcavadora Cargadora Compacta de Orugas; no le importaba si al despertar la retroexcavadora, molesta lo volvía polvo estelar, el solo se quedó ahí, petrificado, con la boca abierta, por cinco minutos aproximadamente, no se dio cuenta que la máquina había despertado y lo estaba observando. Entonces la máquina exclamó:
- ¿Eres el mocoso de antes?, no te había advertido que… en ese momento Andrés reacciona y todavía asombrado le dice.
- ¡Sí!, soy el mismo, es que no sé cómo regresar a mi casa y vine a pedirte ayuda.
- ¡Ups! ¡mocoso imbécil! ¿por qué no sigues el camino que tomaste al venir por primera vez aquí?; ¡ándate!, ¡lárgate de aquí y déjame en paz!
- Responde Andrés: ¡veras!, soy algo distraído y no me di cuenta que camino tome, por favor no te molestes con migo, quiero ser tu amigo. ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué haces aquí solo?
Cuando la máquina escucho la expresión “quiero ser tu amigo” sintió que su corazón de acero se le ablandaba y vio en la mirada de aquel chico mucha sinceridad, y trato de ser amable con el joven.
- Mmmm mi nombre es “Acero” y ¿el tuyo? Preguntó la máquina, que ahora se mostraba más amable con el muchacho. Yo soy Andrés, y me gustaría ser tu amigo, respondió el joven con una sonrisa dibujada en su rostro.
- ¿Qué haces en este lugar? Preguntó Andrés – es una larga historia, replicó Acero. Llevo más de 200 años en este lugar, por lo menos es eso lo que creo, dijo Acero un poco nostálgico.
- Qué triste y solo te has debido sentir, musito el joven y continuó, ven conmigo te llevaré a mi hogar, te presentare a mi familia y amigos, seremos buenos camaradas y más nunca estarás solo, termino Andrés muy emocionado.
- ¡Veras!, no me he movido de aquí tras muchos años, tengo algunas tuercas oxidadas las cuales impiden movimiento alguno. Desde que mi creador murió he permanecido en este lugar, alejado de todos.
- No hay problema, masculló Andrés, dime cómo salir de aquí y mañana temprano vendré ayudarte.
Fue así como día tras día, Andrés fue ayudando a Acero en su recuperación, y al pasar tiempo la amistad entre ellos fue creciendo, hasta que finalmente después de tres meses Acero recuperó la totalidad de sus movimientos, lo aseó, lo pintó hasta el punto de quedar como nuevo.
Luego de un tiempo, Acero le confesó a Andrés que su creador le dio la habilidad de transformarse en androide, pero necesitaba un tripulante para que todas sus habilidades estén al máximo; Acero le pidió que él fuera ese tripulante. La dicha de Andrés fue enorme, todo lo que había soñado se hizo realidad y desde entonces han vivido unidos y felices… dicen los habitantes de aquel pequeño mundo que Andrés y Acero los han salvado del mal innumerables veces y hoy en día son los héroes de aquel planeta.
De esta manera Andrés nos enseña que los sueños por los cuales crees y luchas se convierten en realidad.
Fin