Revista Cultura y Ocio

El sueño de los héroes.

Publicado el 17 agosto 2010 por Alguien @algundia_alguna

El sueño de los héroes.

De los varios cursos que Borges dictó cuando estaba a cargo de la cátedra de Literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, uno solo quedó registrado completamente: el de 1966. De entre todos los autores y períodos de esa literatura, de poderosa influencia sobre su obra, la anglosajona ocupa un lugar de privilegio. Borges resucitó una literatura marginal y de museo para los mismos ingleses y no sólo se valió de ella para forjar la mitología criolla de su obra, encontrando en esas sagas los ancestros de las guerras floridas, los cuchilleros y el tango, sino que se volvió un autor insoslayable para los ingleses interesados en su propia tradición. Carlos Gamerro reconstruye esa relación y se sumerge en el libro Borges profesor (editado en 2000 y reeditado por primera vez esta semana), que reconstruyó con paciencia y maestría aquel curso:

“Voy a empezar con una pregunta para la cual ningún énfasis parece ser suficiente. ¿Qué pudo llevar a un escritor sudamericano a interesarse en una literatura tan marginal, tan muerta y tan remota, y sobre todo tan ajena como la anglosajona, hasta el punto de estudiar un idioma que, incluso dentro de la tradición de las lenguas inglesas, apenas unos pocos académicos especializados manejan? Y si esta pregunta tuviera respuesta, quedaría aún esta otra: ¿cómo se explica que haya tenido éxito, que haya logrado habitar imaginativamente esta literatura y esta lengua muertas, hasta el punto de escribir a partir de ellas, de producir un corpus específicamente borgeano de literatura anglosajona, un corpus que los propios ingleses no pueden ignorar a la hora de estudiar la literatura de sus orígenes? Porque habría que aclarar que ningún escritor de lengua inglesa, en el siglo XX al menos, ha logrado recrear esta literatura con la convicción y la vitalidad con que lo ha hecho este habitante de un perdido arrabal sudamericano.

La relación vital y hasta personal que Borges mantenía con la imaginería de la literatura anglosajona era tal que llegaba a soñarla. En “La pesadilla”, conferencia incluida en Siete noches, afirma que su pesadilla más terrible fue la de “un rey del Norte, de Noruega. No me miraba: fijaba su mirada ciega en el cielo raso. Yo sabía que era un rey muy antiguo porque su cara era imposible ahora. Entonces sentí el terror de esa presencia”. El mismo rey, que ahora es “de Nortumbria o de Noruega”, y el mismo sueño aparecen en el soneto “La pesadilla” de La moneda de hierro, que termina con estas palabras: “Sé que me sueña y que me juzga, erguido. / El día entra en la noche. No se ha ido”. “Juzga” debe leerse, entiendo, kafkianamente, como sinónimo de “condena”. ¿Por qué crimen juzga este rey anglosajón o noruego a Borges? ¿Y por qué pasa del sueño a la vigilia y permanece en ella, juzgándolo para siempre, como el cuervo de Poe?

Un esbozo de respuesta a la pregunta inicial podría empezar por una referencia al linaje anglosajón del propio Borges, a través de la abuela paterna, Fanny Haslam. Es lo que sugiere el poema “Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona”: “Al cabo de cincuenta generaciones / vuelvo [...] a las ásperas y laboriosas palabras / que, con una boca hecha polvo, / usé en los días de Nortumbria y de Mercia / antes de ser Haslam o Borges”.

La hipótesis es simpática, pero no explica por qué Borges no manifiesta pareja devoción por Os Lusíadas, debido al origen portugués de los Borges, o por el Poema de Mio Cid, por los Acevedo y los Suárez. Además, si los ancestros fueran tan poderosos, casi todos los escritores ingleses, norteamericanos y australianos deberían también haberse abocado a realizar parejas recreaciones de la literatura anglosajona. La ascendencia anglosajona es aquí más una excusa, casi diríamos un pedido de permiso, que una causa o un motivo. Borges intenta (conscientemente o no) legitimar su presunción ante un auditorio anglosajón imaginario y sus imaginarias censuras.

Es interesante considerar cuál es el corpus específicamente borgeano de la literatura anglosajona, es decir, qué textos selecciona y privilegia Borges. En sus Literaturas germánicas medievales, como corresponde al propósito de divulgación de la obra, es más general y abarcador; lo mismo sucede en el curso de literatura inglesa en la UBA incluido en Borges profesor; la selección es más acotada en la Breve antología anglosajona, y es directamente personal en su poesía y sus relatos. Y lo que se comprueba es que en ellos Borges se interesa sobre todo por las composiciones realistas de las antiguas literaturas germánicas, lo cual lo lleva a preferir el modelo de las sagas islandesas por encima de poemas como Beowulf o El cantar de los Nibelungos, en los cuales es mayor la proporción de lo simbólico y lo mágico. “El arte medieval es espontáneamente simbólico”, escribe Borges en Literaturas germánicas medievales, “conviene recordar esta circunstancia para apreciar lo excepcional y asombroso de un arte realista como el de las sagas en plena Edad Media”.

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El sueño de los héroes.



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