Revista Cultura y Ocio

El sueño de los héroes, la gran novela de Jorge Luis Borges

Publicado el 20 marzo 2010 por Poli @FIPoli27
El sueño de los héroes, la gran novela de Jorge Luis Borges
En efecto, el título es una falsedad pues, como saben, esa fabulosa novela no pertenece al Gran Jorge Luis sino a otro Grande, al "niño Adolfito".Adolfo Bioy Casares (ABC, como firmaba) fue el compañero de aventuras intelectuales y literarias, propiamente dichas, de Borges. No sólo escribieron juntos bajo los seudónimos de H. Bustos Domecq, B. Suárez Lynch y otros apócrifos sino también en una larga etapa de su vida se juntaban casi diariamente, muchas veces a cenar. Ahí está el diario de ABC que da cuenta de esa situación publicado recientemente bajo el título Borges de Bioy. En ese libro se muestran, de modo descarnado, los comentarios maliciosos que hacen dos amigos demasiado inteligentes sobre el resto del mundo. Y es ese Borges de Bioy el que termina de confirmarnos  lo que uno piensa cuando después de muchos años finalmente relee El sueño de los héroes, que esa novela, me animaría a decir, de las mejores que dio la literatura argentina, es la que le hubiera gustado escribir a Borges. O se puede decir que es una novela borgiana o para no desmerecer a Bioy que tiene la marca de Borges con un tratamiento bioysianoAlgunos escribieron que era otra novela de Bioy, del joven ABC, La invención de Morel, la novela que hubiera querido escribir Borges. Releyendo La invención... se ve que lo que más acerca ese libro a JLB es la temática fantástica. Es de destacar que, por ejemplo, su narración es inmadura, a tal punto que reconoce Bioy (Palabra de Bioy. Conversación con Sergio López) : "Borges siempre me decía que La invención... está escrita en el estilo de pan rallado, en alusión a esa dificultad de lectura (con el continuo empleo de frases cortas se consigue un ritmo un poco desagradable para el lector después de dos o tres página)".El sueño... trata un tema borgiano (el destino) resuelto utilizando una marca de Borges (el duelo a cuchillo de compadritos) y de un modo borgiano (la premonición en el sueño y la necesidad de recuperar el recuerdo de algo que ocurrió y se evitó que ocurra, al mismo tiempo, en dos dimensiones de la realidad). El Brujo es otro elemento del universo de Borges. También la vinculación del destino con la muerte es otra marca borgiana. Y el dilema sobre la cobardía y el valor, los héroes y la traición.Pero lo más impresionante es que el propio narrador, o la propia narración, remite directamente a Borges y, tal vez, para mi es lo más definitorio de la cercanía de esta novela con el Gran Jorge Luis. Por ejemplo, deténgase:"Para mi tengo que Gauna comprendió que si dejaba la aventura a mitad de camino, le quedaría un descontento hasta el día de la muerte. Reclinado contra el marco, en la puerta del rancho, dejando que el tiempo pasara, figurándose a sí mismo como un hábil tahúr que, sin premura, poco a poco, observa sus naipes porque no se impacienta sabe que es imbatible, procuró meditar sobre los hechos del carnaval del 27 y más bien estuvo distraído con lo que sentía en el presente y con su halagadora imagen del jugador". "Gauna se preguntó cómo pudo creer que al entrar en los tres días de carnaval recuperaría lo que había sentido la otra vez, entraría nuevamente en el carnaval de 27. El presente es único: esto es lo que él no había sabido, lo que derrotaba sus pobre intentos de magia invocatoria".Si no se convencen acerca del parentesco de esta novela con el universo borgiano, comparen este final, El sueño de los héroes (1954), con el del cuento de Borges, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1949).Final de El sueño de los héroes"Y mientras tanto, ¿qué fue de Emilio Gauna?En un abra del bosque, rodeado por los muchachos, como por un cerco de perros hostiles, enfrentado por el cuchillo de Valerga, era feliz. Nunca se había figurado que su alma fuera tan grande ni que en el mundo hubiera tanto coraje. La luna brillaba entre los árboles y él veía la mano que lo empuñaba sin temblar. Don Serafín Taboada le había dicho una vez que el coraje no era todo; don Serafín Taboada sabía mucho y él poco, pero él sabía que es una desventura sospechar que uno es cobarde. Y ahora sabía que era valiente. Sabía también que nunca se había equivocado sobre Valerga: era valiente en la pelea. Vencerlo a cuchillo iba a ser difícil. No importaba por qué estaban peleando. ¿Creyeron que él había ganado más plata en el hipódromo y querían saquearlo. El motivo era un pretexto: no tenía importancia. Vagamente sospechó ya haber estado en ese lugar, a esa hora, en esa abra, entre esos árboles cuyas formas eran tan grandes en la noche; ya haber vivido ese momento. Supo, o meramente sintió, que retomaba por fin su destino y que su destino estaba cumpliéndose. También eso lo conformó. No sólo vio su coraje, que se reflejaba con la luna en el cuchillito sereno; vio el gran final, la muerte esplendorosa. Ya en el 27 Gauna entrevió el otro lado.Lo recordó fantásticamente: sólo así puede uno recordar su propia muerte. Se encontró de nuevo en el sueño de los héroes, que inició la noche anterior, en el corralón del rengo Araujo. Comprendió para quién estaba tendido el camino de alfombra roja y avanzó resueltamente. Infiel, a la manera de los hombres, no tuvo un pensamiento para Clara, su amada, antes de morir.El Mudo encontró el cuerpo".Final de Biografía de Tadeo Isidoro Cruz."En los últimos días del mes de junio de 1870, recibió la orden de apresar a un malevo, que debía dos muertes a la justicia. Era éste un desertor de las fuerzas que en la frontera Sur mandaba el coronel Benito Machado en una borrachera, había asesinado a un moreno en un lupanar; en otra, a un vecino del partido de Rojas; el informe agregaba que procedía de la Laguna Colorada. En este lugar, hacía cuarenta años, habíanse congregado los montoneros para la desventura que dio sus carne a los pájaros y a los perros; de ahí salió Manuel Mesa, que fue ejecutado en la plaza de la Victoria, mientras los tambores sonaban para que no se oyera su ira; de ahí, el desconocido que engendró a Cruz y que pereció en una zanja, partido el cráneo por un sable de las batallas del Perú y del Brasil. Cruz había olvidado el nombre del lugar; con leve pero inexplicable inquietud lo reconoció... El criminal, acosado por los soldados, urdió a caballo un largo laberinto de idas y de venidas; éstos, sin embargo lo acorralaron la noche del doce de julio. Se había guarecido en un pajonal. La tiniebla era casi indescifrable; Cruz y ¡os suyos, cautelosos y a pie, avanzaron hacia las matas en cuya hondura trémula acechaba o dormía el hombre secreto. Gritó un chajá; Tadeo Isidoro Cruz tuvo la impresión de haber vivido ya ese momento. El criminal salió de la guarida para pelearlos. Cruz lo entrevió, terrible; la crecida melena y la barba gris parecían comerle la cara. Un motivo notorio me veda referir la pelea. Básteme recordar que el desertor malhirió o mató a varios de los hombres de Cruz. Este, mientras combatía en la oscuridad (mientras su cuerpo combatía en la oscuridad), empezó a comprender. Comprendió que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendió que las jinetas y el uniforme ya lo estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario; comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados junto al desertor Martín Fierro".Qué más decir, sólo que esta novela lo acerca en grandeza a ABC al Gran Jorge Luis. Y eso es mucho decir para cualquier escritor.Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".

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