Llosa.
Falta poco para el lanzamiento editorial del año, sin duda: El sueño del celta, de Mario vargas Llosa. Todo mundo habla de ello. Así lo anuncia El cultural:
Roger Casement entró en la vida de Mario Vargas Llosa de una manera casual. Leía el escritor una nueva biografía de Conrad, y por ahí andaba ese tipo extraordinario y fascinante llamado Casement, que le atrapó hasta el tuétano y le ha tenido absorbido durante tres años largos. Es el protagonista absoluto de su novela El sueño del celta, que saldrá a la calle el próximo 3 de noviembre.
El escritor he hecho una investigación muy amplia sobre este personaje de vida contradictoria y novelesca, diplomático británico que denunció las atrocidades cometidas durante la colonización del Congo por parte de Leopoldo II, rey de los belgas.
"Leopoldo II fue un auténtico genocida, quizá el primer gran genocida moderno, porque concibe un sistema montado sobre la hipocresía, presentando la colonización belga como una empresa evangélica, civilizadora, y en realidad todo eso es una cortina de humo detrás de la cual hay una crueldad vertiginosa, y un exterminio de millones de africanos. El Congo continúa en esa tragedia permanente por el trauma del colonialismo”, dice el escritor.
Cuenta Vargas Llosa que Casement era el arquetipo perfecto para desmitificar a los héroes y describirlos en su dimensión real. Seres en los que encontramos actos heróicos y las miserias propias de un hombre que vive en una permanente contradicción personal: diplomático británico trabajando para los nacionalistas radicales irlandeses y manteniendo una doble vida también en la personal.
"Fue un hombre tremendamente generoso, y al mismo tiempo, profundamente desgraciado, porque en el mundo puritano británico de entonces ser homosexual era un riesgo muy grande, era vivir al borde de la condena criminal". "Todavía hoy -dice el escritor- vas a Irlanda y la gente se pone muy incómoda con el nombre de Casement. Se le reconoce, sí, que fue uno de los héroes de la Independencia, pero nadie quiere hablar de él. Prefieren mirar hacia otro lado”.
No hay que confiarse con la crisis
Mario Vargas Llosa vive en España casi la mitad del año. Sigue la actualidad politica y económica de nuestro país y le preocupa: "La veo con mucha preocupación, sí. Porque la crisis que, desde luego, es global, en España tiene una gravedad particular y esto es preocupante, teniendo en cuenta que España fue, o parecía ser, la historia feliz de los tiempos modernos. Era un ejemplo para el mundo. Y de pronto, vemos que las cosas no eran tan bellas como parecían, que en realidad debajo había una serie de problemas no resueltos, que de pronto han levantado cabeza y, hombre, no creo que se vaya a retroceder al pasado pero, clarísimamente, el optimismo que se justificaba hace diez años, hoy día ya no se justifica. Yo creía que el gran éxito de la Transición había sido enterrar las rivalidades, la intolerancia, pero veo que no estaban tan enterradas, y ¡ojo! que unas minorías consiguen muchas veces, dadas ciertas circunstancias, arrastrar a la mayoría. Yo creo que hay esperanza, que la crisis se sorteará, pero no hay que confiarse. Nunca hay que confiarse”.
De Perú habla con satisfacción, cree que el país está viviendo un buen momento político, y le enorgullece sobre todo “que un gobierno democrático lleva a un dictador a los tribunales civiles, y lo juzga concediéndole todos los derechos de defensa, con observadores internacionales, y lo condena a 25 años de cárcel por asesino y ladrón. Y no solamente a él, por lo menos a una veintena de militares y dirigentes políticos de la dictadura. Es un ejemplo para el mundo. Ojalá todos los dictadores acabaran en la cárcel, presos, condenados por tribunales civiles.
Cree Vargas Llosa que el régimen de Cuba está dando las últimas boqueadas: "Sí, creo que una vez que se muera Castro, que es un símbolo que está allí, congenlando el país, el desplome será inevitable. El régimen cubano es ya un cadáver putrefacto que solo ha traido miseria, que se cae a pedazos, donde la miseria generalizada es la característica más general, donde el sueño de la inmensa mayoría de los cubanos es escapar, salir de allí, aunque se los coman los tiburones... ¿cómo vas a defender eso? No, Cuba ya no tiene defensores, aunque los intelectuales que no tienen vergüeza no dan la cara. Por eso ya no hablan de Cuba, no se atreven a decir: “nos equivocamos, fue un error”. Algunos lo han hecho, hay una izquierda que ha aprendido y digamos que, aunque a regañadientes, reconocen que Cuba es un fracaso”.
"La de Chavez -dice el escritor- es una dictadura tan corrompida, con una oposición tan fuerte dentro del país, que no creo que pueda extenderse. Me parece un caso más bien excepcional y creo que muy transitorio".
Humanismo y estupidez
Vargas Llosa se muestra rotundo contra la televisión que se hace hoy día incluso en los países más cultos, contra la cultura de la pantalla, que va a frivolizar y banalizar extraordinariamente la cultura.
"Ya lo ha hecho, lo está haciendo, y si algo puede defendernos de ese fenómeno de la frivolización, que es el fenómeno cultural más importante de nuestro tiempo, es leer a Tolstói, a Víctor Hugo, a Joyce, el Quijote... El humanismo ha quedado relegado al cuarto de los trastos viejos. Es una curiosidad, una especie de anacronismo en este mundo de gadges. Hay un tipo de estupidez contemporánea que tiene mucho que ver con la cultura audiovisual de nuestro tiempo”.