RAFAEL JOSÉ-DÍAZ: Si entiendo bien, la palabra “imagen” significa dos cosas para usted. Está la imagen que es la apariencia de lo real, el mundo sensible, pero también la imagen como metáfora, la equivalencia entre realidades, el esto es aquello… Y lo que se advierte, al fin, es un fuerte recelo hacia la metáfora, un miedo a que oculte o falsifique lo real.
PHILIPPE JACCOTTET: Esa ambigüedad existe, en efecto, primero entre los dos sentidos de la palabra “imagen”, algo que ha calentado los cascos de algunos estudiantes porque lleva a ciertas confusiones que no estaban en mi mente pero que aparecen en la expresión. Cuando he hablado del sueño de una poesía sin imágenes me refería evidentemente a una poesía sin metáforas, como creo que es el caso de los haikus. Por eso me interesaron, por ese deseo de transparencia. Así que hay un recelo. Pero cuando hablo de las imágenes en el sentido de imagen de lo real, es de forma absolutamente positiva, son visiones que se me aparecen y que son muy importantes para mí. Es otra cosa. El asunto de las metáforas aparece en las críticas que he hecho, por ejemplo, de Saint-John Perse. Recuerdo una metáfora suya muy hermosa que compara el mar a un gran pez escamoso. Es una metáfora magnífica, pero al leerla me decía: “Ya no sé lo que veo. ¿Estoy viendo un pez, estoy viendo el mar? Me gustaría ver sólo el mar y no el pez, o al revés”. Hay una superposición que para mí no es ideal. Puede ser admirable, no es una crítica general ni mucho menos, pero me sirve para explicar el sentido de mis ideas. Cuando hablo de algo, se ve ese algo, y aunque a veces también hay que pasar por las metáforas para mostrarlo, creo que las metáforas han de ser lo más justas posibles. Lo cual es también una preocupación un tanto antisurrealista, digamos.
Philippe Jaccottet
Diálogo con Rafael José Díaz y Jordi Doce
Don de lenguas
Editorial: Confluencias
Foto: Philippe Jaccottet
Mandelstam Center, Moscú