Si tengo que recomendar una lectura para el venidero 2011, ésa es, sin duda, la flamante novela del reciente Premio Nobel Mario Vargas Llosa, El sueño del celta.
Todo empezó cuando Roger se alistó a una compañía cauchera, creyendo que, así, occidente traería el progreso a los indígenas, todavía instalados en la prehistoria. Rápidamente, se dió cuenta de que la realidad distaba mucho de eso y comenzó a encararse
con los que abusaban de los nativos que les propinánban chicotazos, maltratándolos e incluso amputándole miembros, con tal de obtener más caucho. Luego, preparó una serie de informes, que resultaron serle una arma de doble filo: por un lado, consiguió un nombre en la sociedad además de paralizar el inicuo colonialismo; por otro, fue recabando enemigos que terminaron dejándolo en un lugar desacertado.Cuando Roger creyó el asunto colonial finiquitado, lo olvidó de lleno y se dedicó profusamente a conseguir la independencia de su amado país. Para ello, intentó ayudarse del contexto internacional: La Primera Guerra Mundial. Intentó aunar los esfuerzos de Alemania e Irlanda para combatir a Gran Bretaña, pero los esfuerzos resultaron fútiles: ni los irlandeses aceptaban la acérrima idea de Casement, ni los alemanes estaban interesados.
Vargas Llosa, ha sabido perfectamente escoger el contenido de su obra. Un personaje proteico, a la vez nacionalista y anticolonialista, defensor de los derechos humanos y con un cierto controvertido homosexualismo, que no dudaron en utilizar sus detractores para mancillarlo. Novela humanísima, moral, sentimental, histórica e incluso filosófica.
En cuanto al estilo, el tiempo no es cronológico: utiliza dos líneas temporales, iniciando por los últimos días de Roger, para luego seguir por las primeras peripecias del personales y, posteriormente, retomar el final de Casement. Las dos lineas temporales convergerán en el final de la obra.
Sin duda, descollante.