Soy lectora de novela negra desde que era adolescente, comencé por autores extranjeros, primero americanos e ingleses, luego llegaron los nórdicos y algún español, a raíz de tener el blog, comencé a descubrir que en la madre patria también se escribían buenas novelas, la mayoría ambientadas en Madrid o en Barcelona.
Pero también eso está cambiando y los autores ambientan sus novelas en aquellas ciudades que conocen, por las que han paseado, o en las que viven, y ello dota a las historias de descripciones magnificas. Óscar Bribián ambienta su novela en Zaragoza, en sus calles, con su climatología y con las particularidades de los maños.
Una no puede leer todo lo que le ofrecen, ni todo lo que se le mete entre ceja y ceja, necesitaría varias vidas para hacerlo, sin embargo, El sueño del depredador me sedujo desde el primer momento, a pesar de que tenía ingredientes que bien podrían haber ahuyentado mi curiosidad, los que me leéis con asiduidad sabéis que hay géneros que no toco, como es el terror, y la fantasía, sin embargo encontrar una novela pura es muy complicado, y con la mezcla de géneros uno tiene que poner una balanza y estudiar si le compensa. Desde el primer momento tuve claro que podía gustarme y no me equivoqué.
El autor:
Óscar Bribián, nació en Huesca en 1979 y reside en Zaragoza. Tras culminar dos títulosuniversitarios decidió ingresar en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Desde entonces aprovecha sus experiencias y contactos laborales como policía para retratar en sus novelas situaciones y personajes perfectamente verosímiles que conserva en su retina.
Ha sido ganador de diversos certámenes literarios, Premio Heraldo (2011 y 2013), el Castillo de San Fernando (2013), el Liter (2008). Dirigió la revista literaria Oxigen (2002-2006) y ha participado en varias antologías como Insomnia (2012) o España criminal (2012)
Ha publicado el libro de relatos Mentes Perversas (2009) y la novela Raazbal (2010), así como el guión de premiado comic En el zulo (2012)
Puedes seguirlo en twitter: @oscarbribian
Argumento:¿Qué tienen en común los poemas de Baudelarie, Silvia Plath o Leonard Cohen con los ahorcamientos para alcanzar el climax durante la asfixia autoerótica?
En un control rutinario en la carretera de entrada a Zaragoza, la Policía detiene un vehículo sospechoso. En su interior encuentran varios cerdos muertos y diversos instrumentos para desollarlos, algo extraño, pero no especialmente preocupante... si no fuera porque en la boca de uno de los animales aparece un dedo humano.
Laura Beltrán, la nueva subinspectora de la Brigada Provincial de Homicidios, y su superior, Santiago Herrera, un veterano inspector, se verán envueltos en un abanico de asesinatos que combinan el sadismo y los enigmas de la psicopatía con las inquietudes propias del comportamiento humano.
Mis impresiones:
El sueño del depredador tiene un principio contundente, que arrolla, un inicio de los que sacuden al lector de su letargo y los pone en tensión, y esta se mantiene durante toda la historia mediante giros y mazazos que noquean al imprudente que en el intermezzo osa relajarse.
Nos encontramos ante una novela negra que bebe de otros géneros, el fantástico con la figura de Cthulhu, y el de terror con menciones a Lovecraft y poesías un tanto oscuras de Silvia Plath, Leonard Cohen y Baudelarie que sinceramente no son muy de mi gusto, pero que dentro de esta novela tienen un sentido que la dota incluso de originalidad, al menos desde mi punto de vista.
Quién mejor conoce el mundo de la investigación, del crimen y sus entresijos es la Policía y se nota que el autor es parte de este mundo, porque se limita a ponernos delante los hechos para que seamos nosotros los que los veamos. Se agradece que sus personajes sean cercanos, personas de carne y hueso que van creciendo con el desarrollo de la historia. No nos encontramos con héroes que luchan contra el crimen, nos encontramos seres humanos cuyas profesiones inciden en su vida de forma negativa, con una vida personal que se ve arrollada por el trabajo y que los condena al fracaso sentimental, aunque no todos pasan por esa experiencia depende mucho de la persona que uno tenga a su lado.
Tanto Santiago Herrera, como Laura Beltrán son personajes heridos, uno por un matrimonio fracasado que le impide ver a su hijo con la frecuencia que desearía, Laura tiene un pasado lleno de vejaciones que desea olvidar y relaciones que no han llegado a cuajar, fruto de una de esas relaciones tiene un hijo por el que luchar.
Pero no todos los personajes salen bien parados, al menos yo no he podido soportar a Quique, no se si el autor ha querido hacer un poco de critica social, Enrique no es el mejor policía del grupo, no tiene escrúpulos y tampoco le gusta especialmente el trabajo, casi es un novato recién salido de la Academia, pero con unos padrinos de postín que lo han situado en la élite del Cuerpo sin despeinarse. Más chulo que un ocho, actúa con la certeza de que tiene las espaldas cubiertas, sin miedo a ser expedientado o cesado. Y a mi ese tipo de personas me caen más bien gordas, creo que uno ha de ganarse el puesto.
Nos encontramos con dos tramas paralelas, por un lado tenemos la investigación policial de un asesino en serie que gusta de la poesía gótica y que deja como pistas poemas a modo de leit motiv. Y por otro tenemos la historia de Ismael, un niño especial, con graves problemas de integración social, que sufre en su casa maltrato físico y psicológico que él intenta mitigar sumiéndose en un mundo de fantasía y literatura. De ahí su afición a la lectura, y a recitar fragmentos de poesías o de libros, hecho que no sería preocupante si los libros fueran aptos para su edad.
El personaje de Ismael va de menos a más, crece conforme avanza la trama, y nos va metiendo el miedo en el cuerpo, intentamos entenderlo y ni siquiera las palizas que madre e hijo sufren a manos del alcoholizado padre nos ayuda a comprender esa maldad que va poseyéndolo y que vuelca en todo aquel que le lleva la contraria. Para mi es el personaje más complejo de la historia, el que más juego da tanto al autor como al lector y el único que realmente logra una reacción en el último. Y con ello no quiero decir que el resto de personajes no estén trabajados, que lo están, presentan matices muy interesantes, claroscuros.
Que tienen en común ambas tramas en principio al hijo de Laura que va al mismo colegio que Ismael y se siente fascinado por ese niño mayor que es malo, que maltrata a los animales y siempre está recitando poemas que hablan de muerte, mutilaciones y miedo.
En un momento dado ambas tramas convergen y la novela gana en tensión, se reaviva, de ahí que si alguien se había dormido o relajado reciba un mazazo y quede noqueado. El autor cierra la historia con justicia poética, y sinceramente me ha impactado el final, no podía ser otro, un broche de oro que cierra una buena historia.
Y todo ello con un lenguaje ágil, sencillo que no abusa de tecnicismos y un buen uso de la tensión el autor nos mantiene pegados a las páginas del libro, y nos deja huérfanos cuando escribe la palabra fin
Conclusión:
Si eres lector de género negro no te puedes perder esta novela, por lo humano de sus personajes, por la historia que cuenta, por las psicopatías que nos muestra, por la investigación que no gusta de las pautas americanas y usa las que nos son propias.
Se puede hacer buena novela negra y se puede descentralizar la ambientación y no por ello perderá un ápice de interés, la clave está en unos personajes cercanos, en una investigación que abuse de procedimientos que no comprendemos y que no somos capaces de vislumbrar en nuestro país, y en una historia que atrape al lector.
El sueño del depredador cuenta con todos esos ingredientes y la novela es sobresaliente. ¿Te animas a leerla?