Revista Salud y Bienestar

El sueño es una actividad social

Por Pedsocial @Pedsocial

El sueño es una actividad socialQue dediquemos un tercio de nuestras vidas a dormir parece ser parte del diseño biológico. Los niños duermen más y los viejos menos. Quizá es que os morimos de sueño.

Mientras dormimos aparentemente lo hacemos solos. Es una actividad personal. Pero los ritmos circadianos nos llevan a adoptar unos patrones de sueño y vigilia más o menos coincidentes con el ciclo diario de día y noche, por más que al norte y al sur de las líneas de los trópicos la duración del día y la noche varíen notablemente según la estación. En verano los días se alargan mientras que se acortan en los inviernos. En la franja ecuatorial son más parejos. Pero aunque vivamos solos, el sueño no presupone un completo aislamiento del entorno. Incluso puede tener componentes distintos. Creo que fue el Premio Nobel Camilo José Cela, a quien llamaron la atención porque aparentemente dormitaba en una sesión del senado diciéndole. “Señor Cela está usted dormido!”. A lo que respondió: “No. Estoy durmiendo, que no es lo mismo”, y añadió. “Como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”…. que hasta el sueño puede tener un componente volitivo.

En el mundo actual, los adolescentes llevan lo del sueño algo alborotado. Una reciente investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona, según informa su joven autora principal Alba Cabré, indica que “En nuestro estudio, descubrimos que hacer más llamadas telefónicas, usar más una tableta y la dependencia del teléfono móvil disminuye la calidad del sueño y aumenta el tiempo de vigilia después del inicio del sueño, lo que indica un sueño más pobre y más fragmentado en los adolescentes que usan más teléfonos y tabletas”. Quizá se relacione con la exposición a radio frecuencia – campos electromagnéticos (RF-EMF exposure), indica el trabajo.

No estoy seguro que puedan efectivamente medirse los efectos de la radiación electromagnética sobre los cerebros. Pero tampoco estoy muy seguro que eso importe. Me basta con constatar que la exposición a pantallas luminescentes y, sobre todo, a sus contenidos, es más que suficiente como para estimular los cerebros adolescentes y modificar sus patrones de sueño y vigilia. Y que probablemente no es tanto el qué ( los chismes electrónicos y sus pantallas) sino el cuanto (el tiempo que se les dedica). Y especialmente cuando eso ocurre más allá de eso que social y familiarmente se conoce como la hora de dormir…

Todos hemos leído de pequeños novelas de aventuras con una linterna debajo de las sábanas, cuando las pantallas aún no se habían ni inventado. Y en las primeras páginas de “El Quijote” se dice aquello de que “…y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro,…” Algo de cierto debe haber y la recomendación general es la moderación, como en todo. Padres y educadores tiene la responsabilidad de dosificar los tiempos y los espacios del sueño y la vigilia. Y los comprometidos en la salud infantil, debemos mantener la vigilancia e incluir en las entrevistas las oportunas preguntas sobre los horarios y costumbres de dormir, si queremos interpretar adecuadamente las situaciones que se nos puedan plantear sobre comportamientos o resultados académicos de los niños y los adolescentes.

X. Allué (Editor)


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