El sueño de los niños es, junto a la lactancia, uno de esos temas que levantan pasiones cuando se habla de ellos. Las diferentes visiones que se tiene de él, son tan opuestas, que los debates suelen acabar mal....
Creo que, en cierta medida, la visión que tenemos del sueño infantil es la que nos encamina hacia una filosofía, método o como queráis llamarlo, a la hora de adoptar estrategias respecto al sueño de nuestros hijo.
Por un lado, están los que opinan que el sueño infantil es igual al del adulto y, por tanto, un niño que no duerme 10 horas seguidas tiene algún tipo de problema que necesita solución. Normalmente ese tipo de problema se asocia a malas costumbres o hábitos y, por tanto, se hace necesario "enseñarles a dormir". De está percepción del sueño, se deriva hacia métodos conductistas como el de Ferber, o la que es su spanish version ", el método Estivill.
Yo podría incluirme en este grupo al principio de mi maternidad. Nunca me había planteado que el sueño pudiera ser diferente ( o al menos tan diametralmente diferente ) en el niño y el adulto.... Pero, por suerte, con un poquito de lectura, se puede llegar a entender que realmente existen diferencias entre ambas etapas, al igual que sucede con el sueño de los adultos y de los ancianos...
Así que, en el otro extremo, podemos incluir a los que opinan que el sueño infantil es completamente diferente al del adulto, que incluye ciclos de sueño cortos durante la noche, con microdespertares. En este grupo, se acepta como normal el hecho de que el bebe se despierte varias veces durante la noche y, cuando eso sucede, se le consuela, se le da el pecho y se le vuelve a dormir. Entre los especialistas que apoyan esta filosofía, podemos encontrar al Dr. Sears o a la psicopediatra Rosa Jové.
Y como os decía, después de leer a Rosa Jové, me he pasado al segundo grupo....
El hecho de aceptar que mi hija no tiene ningún problema con el sueño ( como si que sería, si creyera al Dr. Estivill ), hace que acepte mejor sus despertares nocturnos y nos quita un peso de encima, porque no nos tenemos que sentir culpables de esos despertares, ya que son inherentes a su inmadurez y no por nuestras acciones ( sin contar con las rutinas previas, claro, ya que estás parecen proporcionar seguridad ante lo que va a suceder y favorecen la hora de acostarse )
Por último, el hecho de entender el porque y de aceptarlo, no implica que sea feliz con ello. Y, porque por mucho que lea y relea, tengo la sensación de que mi hija nunca será del selecto club de los dormilones....