Y despierto... y en la boca llevo el sabor agridulce del sueño huido,de su sombra sin cuerpo,y de su aliento perfecto y escondido en los oscuros jirones del tiempo...
Y despierto... y el sueño se ha ido, diluyéndose altivo en el aire imperfectode mi cuarto a cielo abierto,sin notar que lo persigo.
Yo tengo un frasco diminuto,lo tengo junto a mi cama..dentro guardo mis noches furtivaslas hermosas, las prohibidas,las de llantos sumergidas,las de los vuelos altossobre las nubes rosas,sobre las casas rotas,sobre los bajos valles, que dormida sobrevolabaencaramada a mis robadas alas,negras cielo...blancas luna... almíbar azucarada, azabache traicionero.
Un momento es fugaz... una mirada, el roce del viento templado, el trino del pájaro olvidado, la brisa del batir de tus miradas esquivas que a traición se clavan en las mías y me van amando...Un momento... clavado en las venas de mi alma al recordarlo, un momento que no pasa, un instante rebelde con las letras de tu nombre en mi sangre dibujado.
Se vislumbra un reflejo, un reflejo de bondad allá a lo lejos, acá en mis adentros...Se vislumbra un reflejo de maldad prohibida, de amor, odio, miedo...Se ve la paz entre las sombras que ocultan mis miedos, entre las luces que iluminan mis días atrapados entre los muros de tus tequieros...
Se vislumbra ahora el rostro dorado del sueño fugado, se vislumbra el sueño olvidado, enredado entre los bordados de las hebras de tus alas que baten el viento dibujando adioses y mis lagrimas que dibujan surcos de esperanzas inacabables, inacabadas y sin lamentos.