Gerrans, Kwiatkowski y Valverde, en el podio de Ponferrada.
Se quedó mirando la escena con ojos tiernos. Era una mirada de reojo, pero directa. No quería perderse detalle de cómo una anónima azafata vestía con el maillot arcoíris a Michal Kwiatkowski y como éste, en una nube, se agachaba para que le colgasen el otro premio que acababa de ganarse, la medalla de oro. Dos tesoros que Alejandro Valverde (Las Lumbreras, Murcia, 1980) quiere con toda su almay lo demuestra año tras año, En diez participantes (se perdió dos por estar sancionado por dopaje), Valverde suma más
medallas que nadie: dos platas y cuatro bronces, tres de ellos consecutivos. El último lo mordió en casa, en Ponferrada. De nuevo, pese a su persistencia, pues nunca ha vuelto a coincidir con un mismo ciclista en un podio mundialista, se quedó a las puertas de la gloria, a un segundo del vencedor y con el mismo tiempo que Simon Gerrans, plata.
Valverde supo desde el principio qué había que hacer para ser el protagonista de la jornada, aunque al final no pudiese serlo él. Había dicho que necesitaba 10 segundos de margen con el resto en el último repecho, El Mirador, con lo que tenía previsto un ataque antes "y todos sabemos donde es". No era el único con ese plan. La selección polaca pretendía lo mismo y trabajó a destajo para que Kwiatkowski pudiese cumplir su sueño y éste, a 7 kilómetros, atacó en el descenso a Confederación, la penúltima cima. "El elemento este ha bajado como una bestia", reconoció el seleccionador español, Javier Mínguez, antes de recordar que Dani Moreno trató de atrapar al polaco. Tampoco lo lograron Castroviejo y otros cuantos más. La valentía del Tigre del Báltico
El caso es que Kwiatkowski, apodado El Tigre del Báltico, corredor del Omega y ciclista porque su hermano también lo era y para no aburrirse en su pequeño pueblo (Dzilyn), conectó con los tres fugados (De Marchi, Gautier y Andersen y Kiryienka), que habían empezado la última vuelta de las 14 al circuito con 50 segundos de ventaja. De Marchi refunfuñó al ver al intruso, capaz de llegar a El Mirador como pretendía Valverde (solo y con 10 segundos de margen). Purito Rodríguez soltó un latigazo para eliminar candidatos. Valverde aprovechó la generosidad de su compañero para replicar con clase y se fue con Gerrans, Breschel, Gallopin, Van Avermaet y Gilbert, con los que tuvo escasa colaboración para atrapar al polaco. A un kilómetro Valverde miró hacia Kwiatkowski y también hacia atrás, por si había algún invitado a optar por una medalla. Al murciano le faltaron tiempo y piernas para pelear por el oro, pero sí pudo ganarse el bronce, pese a la oposición de Breschel, y cedió la plata ante Gerrans. "Parece de oro, eh", dijo, con tono de broma, Valverde a TVE. Su sueño continúa pendiente, pero su trayectoria en los Mundiales y regularidad es intachable. Cortos de miras son los que le achacan que no tenga un podio en el Tour o ese ansiado oro mundialista.