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El super-escéptico Michael Shermer y la Atlántida de Platón.

Por Georgeosdiazmontexano @GeorgeosDiaz

El super-escéptico Michael Shermer y la Atlántida de Platón. 27 de diciembre de 2005

Posted by Georgeos Díaz-Montexano in Antiguas Civilizaciones, Antiguo Egipto, Arqueología, Artículos, Atlantis, Atlantología, Atlantologia Histórica, Atlántida, Crítica de las Fuentes, Crítica Interpretativa, Critias, Filología Clásica, Fuentes primarias y secundarias, Platón, Plato, Plato's Atlantis, Sismología, Timeo, Traducción metafrástica (semántica, léxica).
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El super-escéptico Michael Shermer y la Atlántida de Platón

Errores, falacias y mentiras…

Por Georgeos Díaz-Montexano
Diciembre 27, 2005

El super-escéptico Michael Shermer y la Atlántida de Platón.

Michael Shermer

Michael Shermer, fundador de la Skeptics Society y propietario de la revista Skeptic (el Escéptico), dedicó una columna de la célebre publicación “Scientific American” al siempre controvertido tema de la Atlántidai. El artículo surgió como una respuesta casi inmediata a la difusión internacional de la noticia del joven físico-químico alemán Rainer Kühne, quien afirmaba haber “descubierto” (sólo mediante fotografía por satélite) restos de dos templos de Atlantis en las marismas de Hinojo sitas en el Coto de Doñana, Huelva. Mr. Shermer en realidad no hace ninguna crítica concreta o directa a la noticia como tal, esta sencillamente es usada como punto de partida para cuestionar -de manera general- a todas las teorías que intentan localizar la Atlántida en algún lugar. Si bien coincido con Mr Shermer en lo tremendamente absurdo que resultan tantos supuestos “descubrimientos” de la Atlántida por casi todos los rincones del planeta, no acepto los otros argumentos que usa para intentar refrendar la vieja hipótesis del mito o mera invención por parte de Platón…

En resumen, Mr Shermer (el super-escéptico) lo que sostiene -sin ninguna originalidad- es que Platón creó un relato literario tejiendo historia con mito, para lo cual se inspiró en las formas de los templos griegos de Siracusa, en las guerras contra espartanos y cartagineses, en el puerto circular de Cartago, y en las destrucciones sísmicas que padecieron la ciudad de Hélice y la pequeña isla de Atalante. Así, sólo con estos puntos, Mr Shermer concluye de manera categórica que Platón fabricó la historia con propósitos míticos. Pero mejor hagamos un análisis detallado de sus argumentos, así como de algunas de las viejas falacias contra la Atlántida Histórica de Platón, a las que con total convicción se adhiere Mr Shermer…

Ante los muchos intentos de localizar la Atlántida, Shermer se pregunta:“¿Pero qué si no hay nada que encontrar? ¿Qué si Platón hizo la historia para propósitos míticos? Él lo hizo. Atlantis es un cuento acerca de lo que pasa a una civilización cuando llega a ser combativa y corrupta.”

Primera falacia: la Atlántida es un cuento mítico inventado por Platón.

Se trata de una mera opinión o especulación –sin fundamento documental- que simplemente ha sido adoptada casi como un dogma, y que además atenta contra la propia concepción de Platón sobre el mito, para quien este era algo realmente deleznable, símbolo de falsedad histórica. Es por ello, precisamente, que Platón se preocupa de dejar bien claro, tanto el Timeo como en el Critias, que la narración sobre la Atlántida era una “historia verdadera” (alêthinon logon), “no un mito fabricado” (Tim. 26e), y los mayores expertos en Platón saben que él siempre diferenciaba entre aquello que era un mito y lo que no lo era y estaba sustentado en “antiguas tradiciones” (ek palaias akoês), justamente como también denomina a la historia del Atlántico. Todo ello sin entrar a valorar la cuestión ética de no concedérsele a Platón el derecho natural a la presunción de inocencia, y honestidad intelectual, invirtiéndose el verdadero valor de la “carga de la prueba”, puesto que quien afirma o sostiene que “la narración sobre la Atlántida es un mito inventado por Platón”, es quien tiene que aportar pruebas sólidas para sustentar tal afirmación, puesto que Platón afirma lo contrario, como también la mayoría de los pensadores de la antigüedad que se refirieron a la misma como una “historia verdadera”, o al menos como una historia traída por Solón desde Egipto. Y lo cierto es, que desde el punto de vista del verdadero rigor científico, no existe ninguna prueba irrefutable que nos obligue a asumir lo contrario.

Por otra parte, cómo alguien que supuestamente ha leído bien el Timeo y el Critias puede sostener que la destrucción de la Atlántida fue un castigo por el nivel de corrupción que alcanzaron los Atlantes, cuando leemos claramente que fue una catástrofe natural de tipo sísmica la que causó su destrucción. Ni en el Timeo ni en el Critias hallamos por ninguna parte que la causa haya sido un castigo enviado por Zeus ni por otra divinidad cualquiera. Mr. Shermer simplemente se limita a repetir una vieja falacia nacida de la malinterpretación del final inacabado del Critias, que termina justamente cuando Zeus se dispone a hablar ante el concejo de los dioses, y aún faltando lo que debería venir a continuación, muchos autores han asumido que seguramente Zeus decidiría castigar a los Atlantes destruyéndo su país mediante seísmos y un gran cataclismo, pero -repito- esto no es más que una mera especulación que, además, se contradiría de plano con lo que leemos en el Timeo, donde en ningún momento se expone que fue un castigo de los dioses, sino al contrario, se explica razonadamente que fue por causas naturales, por una de las grandes destrucciones naturales que suceden de manera cíclica, y en el Critias se reafirma este punto cuando se describe la destrucción de la primitiva Atenas, igualmente por uno de los grandes desastres naturales que ocurrieron en el trasncurso de los 9000 años -contando desde el origen- y que ocurrió justo poco antes del cataclismo del Deucalión.

Expone además Mr. Shermer que el abono para la imaginación de Platón vino de sus experiencias como testigo del declive del siglo de oro de Grecia, y en parte, por las costosas guerras contra los espartanos y cartagineses. Dice el célebre escéptico americano: “Él (Platón) visitó ciudades como Siracusa, que tenía numerosos templos iguales a los Atlantes, y Cartago, cuyo puerto circular era controlado desde una isla central. Los terremotos eran comunes: cuando él tenía 55 años, uno arrasó la ciudad de Hélice, a sólo 40 millas de Atenas, y, más elocuentemente, el año antes que él naciera un terremoto aplastó una avanzada militar en la pequeña isla de Atalantë”…

Segunda falacia: Siracusa tenía numerosos templos iguales a los Atlantes.

Mera especulación sin fundamento. En primer lugar no sabemos cómo eran exactamente los templos Atlantes, sólo leemos la descripción de un único templo, el principal, consagrado a Poseidón y Clito, y no existe ninguna referencia clásica que describa a ningún templo de Siracusa ni de otra ciudad de la Magna Grecia, cuya descripción sea ni remotamente parecida a la que ofrece Platón. Si Mr. Shermer sólo está pensando en la mera forma rectangular del templo (como la inmensa mayoría de templos de todo el mundo), desde luego este es un argumento muy endeble.

Tercera falacia: Platón visitó Cartago y se inspiró en su puerto circular.

Platón nunca visitó Cartago. Al menos no existe ninguna referencia antigua que lo acredite. Por otra parte, es muy poco probable -por no decir casi imposible- que Platón se haya atrevido a visitar Cartago, justamente cuando esta se hallaba en guerra contra los griegos y que fue en los años en que Platón realizó sus viajes a Sicilia, Megara y Egipto. No creo que el sabio griego hubiera sido tan temerario ni tan estúpido como para arriesgar su vida tan vanamente. Pero el caso es que aunque realmente él hubiera visitado Cartago, no podía inspirarse en un puerto que, sencillamente, aún no había sido construido; probablemente ni siquiera había sido pensado, ya que las fechas más antiguas de su construcción no rebasan el final del siglo III o el inicio del II AC. Recordemos que Platón muere faltando aún unos 47 años para finalizar el siglo IV AC. Es decir, que el puerto circular de Cartago no se comenzó a construir al menos hasta unos 100 años después de morir Platón. Mr. Shermer aquí estaría justamente haciendo lo mismo que imputa a Platón, es decir, fabricar un mito -o mejor dicho, una mentira- con el propósito de servir a sus intereses, ya sean cientificistas, o simplemente anti-atlantistas; en concreto, para así poder ofrecer algo de credibilidad a la hipótesis -no suya, de paso sea aclarado- de que Platón se inspiró en el puerto circular de Cartago para recrear la metrópolis de Atlantis. Hipótesis que sólo pudo ser imaginada por un gran ignorante en materia de Historia Antigua Clásica, desconocedor de la vida de Platón y de la cronología de la antigua Cartago, y en especial de las fechas en que su puerto circular (cothon) fue construido, como demuestran las más que convincentes pruebas que ha logrado reunir la ciencia arqueológica. Por otra parte, no demos descartar que probablemente se trate de un mero error de Mr. Shermer, causado por ignorancia, o sea, por un insuficiente conocimiento en materia de Platón y también sobre Historia Antigua de Cartago; lo cual no es menos grave, sobre todo cuando se pretende re-interpretar a Platón pontificando sobre cuáles serían sus verdaderas intenciones y acciones. Como dato complementario, aclarar que el puerto en realidad no era un círculo perfecto con una isla central (como vemos en muchos dibujos de reconstrucción) sino un semicírculo (como un teatro) con una península que llegaba casi hasta el centro. Esto es lo que ha venido a demostrar la arqueología combinada con la fotografía aérea histórica conservada.

Cuarta falacia: la Atlántida es una invención de Platón inspirada en las catástrofes de Hélice -ocurrida en el año 373 AC- y la de la pequeña isla Atalante (circa 436 AC).

Otra simple especulación que, además, no tiene en cuenta las referencias de antiguos autores como el escéptico Timón de Fliunte (citado por Aulio Gellio), Jámblico, Proclo, y el autor (aún desconocido) de los “Prolegómenos a la filosofía de Platón”, quienes afirman que Platón había comprado un poema de un autor pitagórico (algunos creen que el mismo Timeo de Locris), el cual usó como base principal para redactar la mayor parte del Timeo. De ser ciertas estas referencias (y no hay pruebas que indiquen lo contrario), entonces la historia de la Atlántida podría ser más antigua que el 373 AC, a lo que debemos sumar también la referencia sobre la verificación que hizo en Egipto Crantor, el primer exegeta de Platón, acerca de la existencia de unas estelas con la misma historia sobre la Atlántida. Siendo más que evidente que estos textos egipcios no serían copias del Timeo o el Critias de Platón ni una descripción de un hecho tan local (para los griegos) como lo fue la destrucción de Hélice, sino las fuentes egipcias originales usadas por Solón, o por el mismo Platón, que relataban hechos de un pasado histórico, tal y como es indicado en el Timeo.

Con relación al argumento de que Platón se inspiraría en el nombre de la pequeña isla Atalante (Grie. Atalántê; actual Talandonísi), este es también bastante endeble. Un simple razonamiento filológico que profanos en la antigua lengua griega clásica nunca tienen en cuenta, es queAtalanteAtlantis son dos nombres con significados diferentes, dentro de la propia lengua griega. El parecido es solo fonético; mientras Atalante significa “igual en peso, equivalente”; “equilibrada, balanceada”, o bien, “tierna, delicada”, Atlantis es forma femenina que literalmente se traduce como “la (hija, o descendiente) de Atlas”, el mítico dios cuyo nombre se explica a través de una raíz con los significados de portar, soportar, sostener, aguantar, especialmente cuando se trata de soportarsostener un peso o carga, tal y como describían los griegos -desde los tiempos de Homero y Hesiodo- al Titan Atlas, soportando la bóveda o esfera celeste sobre sus hombros. Por otra parte, la pequeña isla de Atalante nunca tuvo -antes de los tiempos de Platón- una sola ciudad importante, ni siquiera estuvo poblada antes del inicio de la guerra del Peloponeso (según las fuentes clásicas), cuando entonces los griegos establecieron algunos puestos militares. Apenas seis años después ocurrió la catástrofe sísmico-tsunámica que arrasó con uno de tales puestos, pero la isla no se hundió bajo el mar; todavía sigue existiendo. Es bien sabido, por las fuentes documentales conservadas, que la catástrofe de Atalanta ocurrió en el sexto año de haber comenzado la guerra del Peloponeso, o sea, hacia el 426/425 a. C. Platón nace en el 427 a. C. y la catástrofe de la pequeña isla de Atalanta ocurrió en el verano del 426 a. C. o del 425 a. C. (según las fuentes). Ninguna fuente dice que en el 428 a. C. Es decir, que Platón ya tenía uno o dos años de edad cuando sucedió el hecho. Pero además, la catástrofe no fue muy significativa, y por supuesto no sumergió a la isla. Según la descripción de Tucídides (que es la más antigua fuente primaria de la que todos bebieron después), la catástrofe no fue tan espectacular como la supone Shermer y todos los que no han leído a Tucídides. Estos son los únicos estragos causados por los terremotos y una inundación: parte de la fortaleza de los atenienses (sólo una parte -sea aclarado- no toda), y solamente un barco. Así pues, el suceso como tal no resultaría nada tan asombroso para Platón como para incluso crear toda una historia tan compleja como la Atlántida; de hecho, no existe ninguna mención a la misma en toda la obra de Platón (que recordemos, es inmensa) ni en ninguna otra escrita por sus primeros comentaristas que permita suponer siquiera que Platón haya mencionado o tenido en cuenta alguna vez a la pequeña isla Atalante en sus estudios o discursos filosóficos.

¿No sabe realmente Mr. Shermer dónde estaban las Columnas de Hércules?

Continúa Shermer : “En un segundo diálogo, ‘Timeo’, Critias explica que los sacerdotes egipcios le dijeron al sabio Griego Solón que sus ancestros habían derrotado a un gran imperio localizado justo más allá de los ‘Pilares de Hércules’ (usualmente identificado por los Atlantólogos como el Estrecho de Gibraltar)…”

¿En un segundo diálogo, el Timeo? Shermer comete un grave error, confunde el orden de los diálogos, ya que -en relación con la Atlántida- el primero es el Timeo y el segundo es el Critias. Otra vez un error impropio de un científico riguroso y escéptico. Pero además, ahora Shermer intenta manipular al lector, parece querer decirnos -o dar a entender- que sólo los Atlantólogos identifican los Pilares de Hérculescon Gibraltar, cuando lo cierto es que lo hace la inmensa mayoría de los científicos y académicos, y así aparece en todas las enciclopedias y libros de textos universitarios, y no por una mera cuestión de tradición u opinión generalizada sino porque sencillamente es lo que testimonian -más allá de cualquier duda razonable- todas las fuentes clásicas conocidas que hicieron clara referencia a la localización de las Columnas de Hércules, ya desde los tiempos anteriores a Platón y a Solón mismo. En cualquier caso, sabemos por otros artículos suyos anteriores, que ha considerado (siguiendo, como no, la opinión generalizada entre los científicos y escépticos) la hipótesis cretense como la más probable, para lo cual es menester tener las Columnas de Hércules en el interior del Mediterráneo, mucho más cerca de Creta y Santorini, si es que se pretende explicar con rigor suficiente que Platón, Solón, o los sacerdotes egipcios, en realidad estaban hablando de Creta, cuando lo cierto es que Atlantis fue ubicada en el piélago del Atlántico, justo ante la boca de las Columnas de Hércules. Sin dudas, bastante lejos de Creta…

¿Pero ha leído realmente Mr. Shermer los diálogos de Platón?

Afirma también Shermer que, según Platón, los atlantes habían desarrollado un complejo militar industrial que había producido y equipado “10.000 carruajes, 24.000 buques, 60.000 oficiales, 120.000 hoplitas, 240.000 jinetes y 600.000 arqueros y lanzadores de jabalina”.

¿24.000 buques?, ¡No! solamente 1200 naves, eso dice claramente el Critias. ¿60,000 oficiales, 120,000 hoplitas, 240.000 jinetes y 600.000 arqueros y lanzadores de jabalina? No sé cómo ha realizado los cálculos Mr. Shermer, pero, desde luego, esto no es lo que vemos en el Critias. Quizás él conserve alguna versión desconocida del diálogo platónico. 240,000 es la suma total de los marineros para una flota de sólo 1200 naves, pero que Shermer confunde con la cantidad de los jinetes, la cual era de 120.000; igual que la de los hoplitas (en esto sí acierta Shermer); mientras que la cantidad de arqueros era igualmente de 120.000, y la de los lanzadores de jabalina 180.000, no 600.000 como afirma Shermer. Podríamos pensar que una vez más estamos ante otro grosero error causado por una ignorancia de los textos de Platón que ya resulta, más que preocupante, vergonzosa, especialmente al provenir de uno de los más aclamados (especialmente entre otros escépticos) científicos rigurosos de todo el orbe, pero también es muy probable que sencillamente sea un intento consciente o inconsciente de Mr. Shermer de intentar “arrimar el ascua a su sardina”, haciendo así que la historia sobre la Atlántida parezca al lector profano -no familiarizado con los textos de Platón- más increíble y fantasiosa aún; en resumidas cuentas, más mítica que histórica. Y es que no causa el mismo efecto en el lector que Platón halla hablado de una flota de 240.000 barcos, cuando en realidad él solamente menciona 1200 naves. Shermer introduce una exageración de nada menos que ¡doscientas veces! la cifra ofrecida por Platón, y lo mismo hace con la cifra de los jinetes, y especialmente con la de arqueros y lanceros, pues obviamente, repugnan a la razón y al sentido común más elemental que una cifra tan bestial como la de 600.000, para el número de arqueros o lanceros, pueda ser verosímil, lo que no ocurre tanto cuando vemos que Platón realmente habla de unas cifras bastante más inferiores.

Es evidente que o bien Mr. Shermer ni siquiera ha leído -al menos con suficiente atención- el diálogo del Critias, o bien manipula de manera totalmente consciente los datos para así ofrecer más visos de verosimilitud a sus argumentos y especulaciones sobre las supuestas verdaderas acciones e intenciones de Platón, respecto a la narración sobre la Atlántida. Es muy difícil asumir que simplemente estamos ante unos meros errores o “despistes” del autor. En cualquiera de los casos, ya sea por ignorancia o por manipulación consciente, resulta cuando menos preocupante, insisto: sobre todo en alguien que se presenta ante la sociedad como un científico muy riguroso, y muy escéptico.

¿Falsifica la verdad histórica Mr. Shermer, o sólo es un ignorante en materia de Platón?

Finalmente concluye Mr. Shermer con una más que asombrosa revelación:“Platón tejió el hecho histórico en el mito literario. Como él escribió de sus parábolas: “Podemos enlazar lo falso a lo verdadero por el propósito de la instrucción moral”. El mito es el mensaje.”

Vemos que insiste en lo del “mito literario”, término que, al igual que otros autores, usa sin apenas conocer ni lo que realmente significa, o de lo contrario no lo haría, pues ¿qué es un mito literario? Desde luego, si Shermer se refiere a los diálogos del Timeo y Critias está diciendo una sandez como la copa de un pino, porque los diálogos de Platón no sonmitos literarios, son auténticos diálogos filosóficos. Siempre han sido, y serán, textos filosófico-científicos, no literatura mitográfica ni nada por el estilo, con independencia de que Platón haya mencionado ciertos mitos en sus diálogos, tal y como han hecho todos los científicos o filósofos que desde la antigüedad misma han tenido que enfrentar el estudio del mundo o el cosmos y sus leyes o principios, así como la historia de la humanidad y del mundo natural en general. Platón no era unmitógrafo, ni un simple novelista, era un científico, todo lo riguroso -y más- que se podía ser en su tiempo, y de sobra es conocido que ha sido él -y no Aristóteles como aún siguen creyendo muchos escépticos- el verdadero fundador del pensamiento racional dialéctico-científico del mundo occidental; incluso más materialista y racionalista -en muchos aspectos- que el mismo Aristóteles, quien ha sido erigido por los escépticos al más alto pedestal, como el paladín de la ciencia griega clásica.

Pero si preocupante han resultado los graves errores por ignorancia, las falacias, y los posibles intentos de manipulación -consciente o inconsciente- del célebre escéptico norteamericano Michael Shermer en este artículo contra la Atlántida de Platón, publicado en la prestigiosaScientific American, poco menos que indignante resulta su pomposo final, poniendo en boca de Platón mismo una frase que jamás éste dijo, o escribió. Invito al lector a que busque en toda la obra de Platón -desde los diálogos hasta las cartas- en qué diálogo, y en qué pasaje concreto, Platón afirma que “Podemos enlazar lo falso a lo verdadero por el propósito de la instrucción moral”. Mr. Shermer parece no dudar en inventarse hasta una frase de la que no existe constancia alguna -en toda la antigüedad- haya salido de la boca, o del cáñamo, de Platón. Mr. Shermer sencillamente asume ciertas opiniones y comentarios de determinados autores de los tiempos modernos, que en la misma línea de jugar a pitonisos del pasado afirman que Platón lo que realmente quiso decir o hacer fue esto o aquello, y no lo que vemos en los códices y papiros conservados hasta hoy. Algunos de estos autores -por lo general escépticos- han realizado interpretaciones muy libres y forzadas, sacadas todas de su contexto natural (especialmente de la República), con la intención de dar soporte a la idea de que Platón era capaz de usar el mito o la falsedad de manera consciente como algo verdadero, si ello fuera necesario para la instrucción moral. Pero nada más lejos de la realidad. Platón condena abiertamente la costumbre de fabricar mitos, y advierte del perjuicio que los mitos crean en el desarrollo natural del pensamiento filosófico y racional, especialmente cuando se es aún muy joven. Con la misma fuerza que condena el mito, defiende el uso de las historias y hechos verdaderos como principales recursos para combatir el mito y para conseguir una correcta educación del ciudadano. Precisamente su constante lucha contra el mal hábito de ciertos autores de usar mitos como si fueran historias, introduciendo falsedades, es lo que le llevó a insistir reiteradamente en ambos diálogos, el Timeo y el Critias, que la narración sobre la Atlántida era una historia verdadera, no un mito o fábula fabricada; y esto exactamente es lo que nos trasmite Platón… ¿Por qué debemos creer más en las especulaciones y meras opiniones subjetivas de Mr. Shermer -y otros escépticos modernos- que en el mismo Platón y todos los autores antiguos?, ¿qué razones, y sobre todo qué pruebas, tenemos para sostener que Platón en realidad mentía cuando afirmaba que era una historia verdadera?

Tanto discípulos directos de Platón como los más antiguos comentaristas de sus escritos no dudaron de su honestidad y de que si él sostuvo -bien por si mismo o por que así lo expuso Solón- que se trataba de una historia verdadera, es porque realmente lo sería. Soy consciente de que la fides auctoritas es algo que hoy en día casi no se le tiene en cuenta a los autores antiguos (aunque sí a los modernos, sobretodo si sonescépticos), pero en la antigüedad, y durante casi toda la Edad Media, prácticamente lo era todo. Bastaba con leer nombres como Sócrates, Platón, Eudoxo, Tucídides, Aristóteles, Plinio, Estrabón, Ptolomeo, entre otros, para que la referencia fuese considerada como válida, debido -precisamente- a la gran fides auctoritas de la que gozaban, y créanme, que esta no se conseguía fácilmente, pues eran tiempos en los que la virtud y la honestidad intelectual sí tenían un verdadero valor, no como en nuestros tiempos…

Epílogo

En conclusión, que el tan celebrado (especialmente por escépticos y filo-escépticos) artículo de Michael Shermer sobre la Atlántida, como un “riguroso” enfoque sobre la cuestión, lejos de ser un verdadero ejemplo de análisis crítico y objetivo, constituye un auténtico ejemplo de un artículo mediocre, realizado por alguien que, además de estar viciado con determinadas viejas falacias y falsos prejuicios, evidencia ser un gran ignorante de la vida de Platón y sus textos; al menos de aquellos que debería dominar antes de atreverse a redactar el artículo (Timeo y Critias), o bien es un manipulador consciente de los hechos. A cuál de las dos peor… Quizás su pasado como fundamentalista religioso, antes de convertirse en escéptico y ateo (como el mismo ha reconocido en ocasiones), aún siga latente en su fuero interno y le haya influenciado hasta perder justamente los sentidos de la rigurosidad y la precisión, haciéndole actuar más como un creyente que como un científico. ¿Quién sabe?…

i”The Myth Is the Message”, by Michael Shermer. September 27, 2004.http://www.physics.smu.edu/~pseudo/atlantis.html


COMENTARII Buenas Georgeos,

Bien, para comenzar, y puestos a decir tonterías –Michael Shermer parece docto en esta cuestión–, recurramos a una mera argumentación ad hominem. Este señor estudió psicología, algo que guarda una increíble relación con la historia y, en especial, con el tema que nos ocupa, esto es, la Atlántida, recibiendo posteriormente, tras su “conversión” al escepticismo, un doctorado en Historia de la Ciencia, en cocreto en relación a la Evolución. Temas, acreditaciones, títulos todos ellos que lo ponen en una situación académica sin duda especial para hablar de lo que habla, otorgándole grandes conocimientos. Pero no quiero ser irónico

:)

Lo primero que destacaría es el título de su artículo, “The Myth is the Message”, y la explicación que él mismo da: “Myths are stories that express meaning, morality or motivation”. Siendo historiador de la ciencia uno no puede dejar de maravillarse de lo sencillo que es hoy en día hacerse con un doctorado. ¿Qué significaba “mito” para Platón? Lo ignora. ¿Tenía el mismo referente lingüístico hace 2500 años en la sociedad helena (pagana), que hoy en una sociedad antitéticamente natural como es la cristiana? Tampoco nos lo dice.

Añadiendo algo a lo que ya bien comentas, apuntaría a la interpretación que Shermer da del susodicho “mito”, “a tale about what happens to a civilization when it becomes combative and corrupt”. Esta afirmación tendría sentido–y lo tiene únicamente para periodistas y, por lo visto, historiadores de la ciencia– si Atenas no hubiese sido destruída a la par que Atlantis. ¿Por qué destruye Platón ambas? ¿Por qué conserva Egipto, sin embargo? La respuesta está en la antigua teoría de las conflagraciones: Platón está más interesado aquí en hacer cosmología, o cosmogonía –y por tanto un ejercicio de historia, sea o no preciso–, que en hablarnos de moral o política –probablemente esperaba hacerlo en su siguiente diálogo–. Si la historia que cuenta Critias es una historia moral, Platón fracasa totalmente en su intento de enseñarnos algo: los buenos (atenienses) y los malos (atlantes) morirán por igual porque los dioses ni se preocupan ni deben preocuparse por los mortales. Y adicionalmente, ¿para dar una lección moral necesitamos un locus físico –a diferencia de “La República”–, y necesitamos saber las medidas y costumbres de, precisamente, la civilización corrupta que va a ser destruída? Demasiados agujeros para una hipótesis absurda.

Finalmente, en referencia al texto, también me parece divertido que Shermer se adhiera a la hipótesis de “Platón planeó el Critias como un diálogo inconcluso” (aunque, en este caso, divertidamente, confunde Timeo y Critias, al igual que cierto periodista mexicano): lo hace porque le conviene a su intento de cientifismo, no porque pueda demostrarlo.

Por lo demás, fantástica tu crítica. Añadiría una cosa: los dioses no pudieron destruir Atlantis por una razón muy simple: los dioses griegos, a diferencia del dios cristiano, NUNCA intervienen directamente en la historia del hombre –sólo en las edades anteriores, míticas, no en los períodos históricos–. Los viajes de Platón están perfectamente documentados –hay dos teorías en cuanto a qué dirección tomó primero, pero los lugares que visitó en ambos casos fueron los mimos… y no, no llegó a Cartago.

Un saludo,
-César Guarde


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