Aunque el estudio, el trabajo y la perseverancia han conseguido dar a la Humanidad grandes avances técnicos y de conocimiento, se ha de reconocer que la casualidad ha jugado, en no pocas ocasiones, un papel decisivo en su consecución. Una de estas chiripas (o serendipias, como se dice "en fino" actualmente) la tenemos en nuestros hospitales en forma de aparatos de Tomografía Axial Computarizada, los conocidos TAC, una especie de "lavadora" en la que se hacen un tipo de radiografías en 3D, muy útiles para la detección de tumores y otras afecciones internas. Pues bien... ¿sabía que, si no hubiera sido por Los Beatles, esta tecnología no se habría desarrollado? Sígame durante un ratito, que le explicaré sucintamente el porqué de esta curiosa relación.
En la actualidad, las técnicas de diagnóstico a través de la imagen son una de las formas más utilizadas y con menos riesgos para descubrir dolencias internas que son muy difíciles de diagnosticar de otra forma. La utilización de radiaciones de diverso tipo (TAC's, resonancias magnéticas, etc...) o, incluso de ultrasonidos (ecografías), consiguen de una forma no invasiva tener una visión muy detallada del interior del cuerpo, lo que permite a los médicos dar unos diagnósticos precisos sin necesidad de abrir al paciente como si fuera un melón. Y es que, hasta mediados del siglo XX, lo máximo que había al alcance de los doctores eran los rayos X, y ello después de pasar por no pocas vicisitudes derivadas de la ignorancia de sus efectos adversos ( ver La máquina que transformaba negros en blancos). No obstante, en 1949, la entrada en la empresa EMI -la celebérrima discográfica- de Godfrey Newbold Hounsfield iba a dar un importante vuelco a la historia de la medicina.
Hounsfield (1919-2004) era un chiquillo de Nottinghamshire (Inglaterra) digamos que... "peculiar"; una especie de Tete Cohete a la inglesa que ponía motores a todo lo que se le ponía por delante y sacaba muy malas notas en las asignaturas que no le interesaban, es decir, en todo menos en física y matemáticas. Esta rara "enfermedad" -que en realidad escondía una mente privilegiada como pocas- llevaba de cráneo a los maestros, los cuales, con un criterio más que dudoso y un ojo clínico de yeso, llegaron a convencer a su padre de que el chaval tenía algún tipo de retraso intelectual. Sea como fuere, durante la Segunda Guerra Mundial se enroló con la RAF (las fuerzas aéreas británicas) como reservista voluntario, lo que le permitió entrar en contacto con el mundo de la tecnología aérea, sobre todo con la electrónica y con el radar. Como gorrino en cochiquera.
Cuando acabó la guerra, su pasión desmedida por la tecnología le hizo sacarse un título equivalente al de ingeniero eléctrico en la escuela Faraday House con 30 años, pasando en 1949 a trabajar en la EMI en el desarrollo de sistemas de guía de armamento ( ver Hedy Lamarr, la inventora más bella del mundo) y radar. Aunque pueda parecer extraña esta relación con una empresa discográfica, la verdad es que EMI son las siglas de Electric and Musical Industries (Industrias eléctricas y musicales), un grupo empresarial que trabajaba en lo que fuera que diera dinero. Y uno de los campos que parecían tener futuro en aquel momento era el computacional. Campo en que Hounsfield colaboró especialmente, liderando en 1958 el desarrollo del EMIDEC 1100, uno de los primeros computadores de transistores del mundo. Sin embargo, la mente inquieta de Hounsfield no paraba y después de trabajar en otros proyectos informáticos para la EMI, vio la posibilidad de utilizar la fuerza calculadora de los nuevos computadores en la medicina. La tomografía computerizada hacía acto de presencia en la historia.
La idea era "sencilla". Así como los rayos X obtienen una imagen en dos dimensiones del cuerpo humano, la superposición de múltiples radiografías en ángulos diferentes y tras ser procesadas por un computador, permitiría componer una imagen en tres dimensiones que facilitaría el proceso de diagnóstico de dolencias internas por parte de los médicos. Sin embargo, como pasa siempre en investigación, la financiación para desarrollar nuevas tecnologías resulta fundamental... y aquí es cuando entran en juego Los Beatles.
En tanto que la sección tecnológica de EMI iba haciendo sus progresos, la que realmente iba viento en popa era la sección musical. En 1962, a la miríada de grupos y cantantes que publicaban sus trabajos con la discográfica británica, se sumó un hasta entonces desconocido grupo de Liverpool: The Beatles. Podía haber sido uno más en la lista, pero el éxito que alcanzó la venta de discos de aquellos "cuatro melenudos" fue de tal calado que hizo que la sección musical acumulase dos terceras partes de la cifra de negocio de toda la empresa. Ante tal éxito, el presidente de EMI, John Read, sabiendo la extrema volubilidad del mundo de la música, decidió invertir los beneficios producidos a cuenta de los Beatles en el desarrollo del nuevo invento de Hounsfield. De esta forma, viendo la lluvia de dinero que recibiría para construir su novedoso aparato de tomografía computerizada, Hounsfield empezó a trabajar en él con toda su alma -de hecho, no llegó ni a casarse.
En 1967, después de muchos esfuerzos y frustraciones, el científico de la EMI presentó sus primeros prototipos, los cuales tardaban 9 días en hacer las radiografías a las que se tenía que sumar las dos horas de procesado por las computadoras. No obstante estos primeros poco prácticos aparatos, el futuro de aquella tecnología era muy prometedor, lo que llevó a la discográfica a buscar el apoyo financiero del Departamento de Salud y Seguridad Social británico... y a encontrarlo, que es lo más importante. Así las cosas, gracias al apoyo público, se añadió al equipo investigador de Hounsfield el radiólogo James Ambrose, con el cual empezaron a ensayar con cabezas de vacas y cerebros humanos dañados preservados. Y como fruto a esta colaboración, en 1971 se instaló en el Hospital Atkinson Morley el primer escáner computerizado, que recogía las imágenes en cintas magnéticas en tan solo 5 minutos, aunque se tenían que llevar a los laboratorios de la EMI para, con un computador especial trabajando toda la noche, obtener finalmente la imagen deseada. Pese a todo, era un gran progreso.
El desarrollo del primer aparato de Tomografía Axial Computarizada encandiló a los radiólogos por la auténtica revolución en el diagnóstico de enfermedades internas (al principio solo intracraneales) que suponía. Éxito que hizo que fuera adquirido por la estadounidense Clínica Mayo en 1973, siendo la primera instalación de un TAC de forma comercial en el mundo. La presión comercial de EMI (otras empresas desarrollaban productos similares con mucha celeridad) hizo que en 1975 Hounsfield presentara la versión para el cuerpo entero, habiéndolo probado él mismo varias veces. En España el invento no despertó demasiada emoción entre los radiólogos, dándose el caso de una conferencia de James Ambrose en 1973 durante el 8º Congreso de Radiología de Madrid, a la cual fueron cuatro y el cabo -está visto que el progreso nos persigue, pero nosotros somos más rápidos ( ver Isaac Peral y la envidia que logró frustrar un prodigioso submarino). Con todo, el primer TAC habría sido instalado en 1976 en la madrileña Clínica Ruber.
Sea como sea, el invento de Hounsfield dio la vuelta al mundo por su importancia en el desarrollo de la medicina contemporánea, lo que le hizo merecedor del Nobel de Medicina (oficialmente de "fisiología o medicina") en 1979, del nombramiento como Caballero (Sir) en 1981, así como de más de 30 reconocimientos de prestigiosas instituciones internacionales, pese a no haber tenido una formación académica ortodoxa. Un invento que, de una forma totalmente sorpresiva, no hubiera sido posible si las circunstancias no hubieran puesto en el mismo punto de mira a Los Beatles, a una discográfica y a un (supuesto) retrasado pero genial friki de la tecnología.