Los niños son imprevisibles sobre todo cuando les gusta preguntar. Mi hijo Lorenzo (tengo tres hjos) hoy tiene doce años. Y siempre fue preguntón. Una de las más insólitas y poéticas que me hizo fue: Pa', antes de nacer, ¿yo era viento? Y sólo tenía cuatro años. En otras ocasiones más que preguntas eran o son disparos a quemaropa. Una vez con apenas seis años me hizo una que me fulminó. Fue un cross de derecha de "Pa', ¿que harías si de repente te quedás sin moverte y sólo podés mover los ojos, seguirías haciendo lo que más te gusta? Ringo Bonavena.
No supe que contestar o habrá sido una respuesta de compromiso y sin sentido por que no recuerdo que le respondí para eludir o apurar los segundo eternos que hay entre la pregunta y el final de lo que uno balbucea como respuesta. Nunca me pregunté de donde había sacado esa tremenda inquietud ni tampoco me dio curiosidad indagar sobre si existía la posibilidad de quedar tan inmóvil aunque con sólo conocer más sobre la enfermedad que tiene Stephen Hawking tal vez me hubiera ahorrado una respuesta ridícula.
Hace unos días, buscando vídeos sobre un tema que me interesaba, encontré éste vídeo en TED y me impresionó y emocionó. Es una lección de vida sobre el artista americano del graffiti Tempt que de pronto se quedó inmóvil por la enfermedad llamada ELA y sólo puede mover sus ojos (como me preguntaba mi hijo) y ya no puede hacer lo que más le gusta, pero gracias a que Mick Ebeling se asocia con gente de talento, logran crear un dispositivo que le permitió a Tempt volver a hacer lo que más le gusta y que es pintar graffitis. Donde hay talento, se usa y se pone en marcha, el mundo cambia. Y para que cambie aún más, tal vez sólo tenemos que empezar a hacernos algunas preguntas que suenan, en apariencia, difíciles o imposibles de responder.