El talibán sevillista. A pesar de ...

Han sido tantas las emociones que no se por donde empezar. Por que ha sido un día de nervios, de estar pegados a la radio, y de no ver la hora del comienzo del partido.
Una final que empezamos a ganar el día que nuestros gladiadores se montaron en los autobuses para recorrer mas de 1000 kilómetros para arropar a los suyos, los nuestros.
Una afición que terminó de marcar el primer gol cuando dos horas antes del pitido inicial dejaba con la boca abierta a propios y extraños poblando y animando las gradas del Camp Nou.
No llegábamos al encuentro en las mejores condiciones. Ochos bajas , seis de ellas en defensa, obligaban a Álvarez a tirar de cantera, bendita cantera, y colocar a Luna en el lateral izquierdo con la difícil misión de parar a Reyes. En muchas ocasiones había escuchado hablar maravillas a las hermanas Albendín de este chaval y hoy ha demostrado el por que. No solo ha secado al utrerano sino que ha demostrado templanza al tener que jugar casi toda la segunda mitad con el peso de una amarilla, en una noche donde Mejuto ha sembrado el camino para tener amigos dentro de la capital. Le diferente vara de medir para uno y otro equipo ha sido bestial.
Pero sabíamos de antemano que tendríamos que luchar contra eso, que la tarea no sería fácil.
Toda la caverna mediática se había frotado las manos con la posibilidad de un título para uno de sus equipos. Posibilidad que dieron por hecha ninguneando al grande de Andalucía. Doblete decían, ahora si era doblete, y ahora si era una copa de Europa lo que antes era un paragüero.
Pero 4 minutos les ha durado el invento. El tiempo que ha tardado la conexión canterana Navas/Capel en poner la final de cara. Una final que ya no se escaparía.

Era la copa de Puerta y tuvo que ser el 16 el que abriera el camino de un impresionante zurdazo.

A partir de ahí nervios, ocasiones falladas por uno y otro equipo y un reloj que parecía , ya no parado, sino que andaba hacia atrás.
Quizás después de lo de esta noche, y la de Glasgow, pueda llegar a asegurar que soy inmortal. No es que el Atlético haya llegado con mucho peligro salvo en contadas ocasiones, pero el 0-1 en el marcador era demasiado escaso para mi maltrecho corazón.
Pero cuando mas largo se hacían los minutos apareció el.

El mismo niño Jesús. El que nadie pudo parar en su carrera hacia la gloria para dejar claro a la caverna mediatica que sobre el césped había un solo grande, que vestía de blanco, que venía a saldar una deuda que teníamos con nuestro Antonio Puerta y que llevaba el nombre de su ciudad: Sevilla.
A partir de ahí el éxtasis, la euforia, la locura y un nuevo título para nuestra ciudad.
El cielo está cerca, el cielo está aquí cantaba en aquella noche holandesa Jesús Alvarado. Después de 7 finales (¿has visto alguna vez una final?) y 6 títulos las sensaciones son las mismas. Por que son 7 las que hemos visto, pero en Agosto veremos la 8ª cuando nos enfrentemos al FC Barcelona por la Supercopa de España.
Ahora, después del tiempo transcurrido desde que Mejuto pitase el final del partido, la sensación que me recorre todo el cuerpo no me es extraña. Ya la había experimentado antes. Una sensación que solo podría definir con una palabra:
CAMPEÓN
Felicidades sevillista
Felicidades campeón