El taller de los sueños
– “No puedo caminar”. Me dice Shubiru, asomando su cabeza entre el manto blanco que cubre su cuerpo sin mostrar más que su habesha rostro. Tiene miedo a mostrar su cuerpo, temor a que vean la luz sus manos sin dedos, sus piernas sin pies.
Con timidez vence el miedo, se arma de valor, y con un gesto de confianza se levanta la falda que acaricia el suelo, dejando al descubierto sus miedos y vergüenzas, las extremidades terminando de manera irregular, con un muñón a la altura de la rodilla, con brutal ausencia de pies.
Es el rastro imborrable de la enfermedad de la lepra.
Shubiru tiene la enfermedad de lepra, y tiene un sueño.
– “Quiero volver a caminar”
Volver a caminar. Aquí, en el taller de los sueños, lo hacemos posible. Philippos, un trabajador excelente y mejor persona, nos muestra con orgullo su taller de ilusiones. Dispone de varios tipos de materiales con los que elabora zapatos y prótesis.
Con cariño, delicadeza, precisión y amor, mucho amor va elaborando los sueños de metal.
Es el taller de los sueños. En este espacio de escasos metros cuadrados se moldean con paciencia y cariño, en un proceso artesanal los sueños.
El frío yeso cubre la piel para conseguir el molde de la extremidad única. Sobre este molde de yeso se crea la pieza única, adaptada al contorno específico de la pierna, para conseguir la bota que tan solo encajará en Shubiro, y en nadie más, una pieza única para una persona única.
Cada pieza se elabora artesanalmente, poniendo todo el cariño, encontrando la complementariedad perfecta.
Porque a pesar de tener la enfermedad de lepra tienen sueños, y aquí queremos hacerlos realidad.
Vamos más allá de los sueños.
La importancia de un calzado cómodo es esencial para prevenir una de las principales complicaciones: las úlceras.
El calzado acaricia a la perfección cada curva de la piel, distribuyendo la presión y disminuyendo en gran manera el riesgo a la úlcera.
Son sueños que curan.
Sueños que dan vida.
Sueños que caminan.
Los sueños en los tiempos de la lepra.
Para combatir al ladrón de sueños