Fotografías de Chusmi
La monotonía de la cotidianeidad de la ciudad se rompe cuando entre los coches ves a una persona vestida de verde y con un patinete cortando el tráfico, o cuando una masa de gente va detrás de un provocador cartero que no para de llamar la atención de vecinos y visitantes con el fin de entregar una carta. Esto teatro de calle, el arte repartido por la ciudad.
Y es que, un año más, se celebra en Valladolid el Teatro de Artes de Calle (TAC), representaciones gratuitas alrededor de la localidad, que ofrecen la posibilidad, por unos días, de disfrutar del teatro a todas horas. Un teatro que vuelve a sus orígenes, a las plazas y calles, y a las risas que hacen eco entre los edificios.
La programación es muy amplia, podríamos decir que si nos empeñásemos en ir a todos los espectáculos que se ofrecen se nos haría imposible, pues muchos coinciden en hora, pero no en lugar. Así que toca decantarse por algunos de ellos.
Ayer, 25 de Mayo, la compañía Candelaria Antelo y Arthur B.Bazín hicieron disfrutar de su danza contemporánea en la Fachada de San Benito. Una coreografía breve pero muy intensa en la que los movimientos estaban totalmente coordinados y medidos para contar una historia de amor en la que tenía lugar una lucha constante por un beso, un beso que no llegaba. Los cuerpos de los dos bailarines se entre entrelazaban como si de una única persona se tratara, posiciones imposibles, pero el baile no para ni un segundo. Una genial forma de transmitir la ternura de un beso y la agresividad de la lucha a través del mejor medio para expresarlo, el cuerpo.
El estruendo de los aplausos se va difuminando, el teatro no para, y en otro lugar comienza otra representación. En la calle Maltería, un grupo de personas acompañadas por sus maletas están sentadas en la acera, se trata de la compañía Kamchàtka. Todos aquellos que cerraban el círculo alrededor de estos llamativos viajantes estaban expectantes, no entendían qué es lo que estaba pasando. Los dueños de las maletas sacaron de ellas fotografías que, con cara de nostalgia mostraron al público. Los viajeros buscaban algo, a alguien pero andaban por la ciudad como sin rumbo. Buscaban cobijo quizás, trepaban por los edificios en busca de una casa donde quedarse, pero debía seguir su camino, pero ¿hacia dónde?
Puede pasar, que dejas una actuación y te vas a buscar otra que te han recomendado o que simplemente te ha sonado bien el nombre, pero en busca de esa representación te encuentras otra, te quedas y acabas encantado, es la espontaneidad del teatro de calle. Y esto es lo que pasó ayer, buscando a Pere Hosta, nos encontramos con unos mini edificios grecorromanos y tras ellos 5 personas acompañadas de 5 títeres se preparaban para actuar. Todo esto en medio de la calle Santiago, y es que la compañía Titinerantes comenzó a mover sus muñecos al son de la música, y vaya música, todo clásicos como el tema “Hit the Road Jack”, que todos los presentes empezaron a cantar. Unos títeres con unas formas que llegaban a asemejarse mucho a las de los seres humanos, unas extremidades que se doblaban como si todos los hueso estuviesen en su sitio, una actuación que dejó a los allí presentes con un muy buen sabor de boca tanto por las risas que despertaban como por la calidad que allí estaba presente.
Pero no se trataba de una compañía programada, no aparece en ningún horario, ¿y qué más da? El teatro se basa en transmitir, en entretener y eso es lo que están haciendo esta y muchas otras compañías que van de un lado a otro de Valladolid en busca de la atención del público y en busca de hacer realidad un trabajo que, a pesar de la familiaridad de la calle, lleva un gran esfuerzo detrás.
Ana Bueno
Estudiante de 2º de periodismo en Valladolid. Curiosa por naturaleza y viajante por devoción.
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