
Maleta hecha para mis dos días en el Pirineo. Telar dentro. En cuanto llegué lo primero que hice fue buscar el elemento que le faltaba a mi pequeña creación: el soporte. El lugar para la sesión, lo sabía. Justo a la entrada del Parque Nacional de Aigüestortes. Así que subimos cámara en mano buscando los árboles que albergaran un nuevo recuerdo del Atelier.Siempre se sabe para quién es la labor terminada. Eso supone una implicación emocional mayor en todo el proceso. Esta vez Elena, en cuanto vio que empezaba a tejerlo, dijo: “Para mí, para mí”. Sus deseos deben ser cumplidos. Así que fotografié su telar en un lugar en el que ella hubiera disfrutado. Elena hubiera cerrado los ojos y hubiera dicho que se llevaba esa paz para las crisis de rutina que sobrellevamos en la city durante el invierno. Le traigo un trozo de esa paz colgado de un tronquito que lleva impregnada la fragancia del Pirineo. 

Si estoy yo de por medio, nada es tan fácil como parece. Del proceso de perder el telar por el monte y volver a subir y subir y subir en su busca… lo dejo a vuestra imaginación. Ahora a por otro telar y como decía Elisabeth Mulder "Hilandera de quimera, tejedora de ilusión..."
